Enmarcado en la espectacular Sierra de Béjar, Candelario aparece ante los visitantes que se acercan a la localidad como uno de los pueblos más bonitos de Salamanca. El hecho de encontrarse atrapado en la gélida Sierra de Béjar, lo convierte en una parada casi obligada para los que se desplazan hasta Covatilla a esquiar.
Callejear entre batipuertas, casas de piedra y montañas
Un buen consejo nada más llegar al pueblo es aparcar el coche en el parking del parque municipal, justo al lado de la oficina de turismo. Una de las ventajas de Candelario es que se puede visitar caminando y te llevará muy poco tiempo verlo todo.
La primera parada de rigor es la Ermita del Santísimo Cristo, desde donde podrás admirar las fachadas de las casas recortadas con la Sierra nevada al fondo. Como particularidad, el pueblo tiene dos calles principales, desde las que se ramifican pequeñas callejuelas con casas llenas de encanto y singularidad. La mejor manera de descubrir su esencia es callejear sin rumbo entre sus batipuertas, rincones y fuentecitas.
Y son precisamente las batipuertas, una de las primeras cosas que te llamará la atención nada más entrar en el pueblo. Estos curiosos complementos de madera se enganchan a las puertas de las casas y permiten que durante los días de verano entre la luz que a veces tanta falta hace en las zonas montañosas. Además, también sirven para evitar que los animales entren en las casas, donde frecuentemente reposan embutidos secándose.
Tampoco te dejarán indiferente las regaderas que animan el pueblo con un rumor constante de agua corriendo. Las regaderas son unos pequeños canales de agua que discurren por el lateral de las calles. Su principal función es poder limpiar las calles después de la matanza del cerdo, cuya tradición todavía está muy arraigada en Candelario.
Conoce la esencia de Candelario en la Casa Chacinera
En realidad, la Casa Chacinera es una forma muy particular de arquitectura tradicional que encontramos en la localidad de Candelario. Sin duda alguna, las casas de Candelario son su principal atractivo y monumento de la villa.
Su arquitectura es respetuosa con la tradición de la zona y se mantiene totalmente intacta; formando casas de 3 plantas de piedra, madera de castaño y forja. Antiguamente, la planta baja de las casas se usaba para elaborar embutido; la primera planta, en cambio, era donde vivía la gente de la casa; y la tercera, se usaba a modo de desván, donde se guardaban los embutidos hasta secarse.
Evidentemente, en la actualidad, la gente de Candelario ha cambiado la chacinería por el turismo rural, aunque las raíces de esta tradición siguen presentes en la mayoría de las casas del pueblo.
El Museo de la Casa Chacinera es de visita obligada si queremos conocer Candelario y su historia en profundidad. De hecho, esta visita es un auténtico viaje en el tiempo hasta 1920 y sus antiguas estancias te sorprenderán con particularidades que giraban entorno a la matanza.
Una dehesa digna de cualquier capítulo de Tolkien
No nos hemos vuelto locos, pero es que la dehesa de Candelario es, simplemente, digna de novela. Por la carretera de La Garganta llegarás a uno de los enclaves mágicos más preciosos de la zona.
De hecho, nada más abandonar el pueblo se descubrirá ante tus ojos el típico paisaje serrano que intercala riachuelos, cascadas y zonas arboladas con pastizales de montaña. En los claros de la ruta, verás algunas parcelas donde se alzan los tradicionales ameales; montones de paja organizados en torno a un alto mástil de madera y limitados por una valla de piedra circular.
Te recomendamos que te tomes tu tiempo para descubrir esta preciosa dehesa, saboreando cada paso, cada ruido de la naturaleza y la pureza de un paisaje que, por suerte, todavía está lejos de las masas, los coches y el turismo de masas.
Precisamente por esta pureza, la mejor opción para alojarte en la zona es alguno de los múltiples alojamientos rurales llenos de encanto; en ellos encontrarás todas las comodidades de un hotel aislado, cálido y sin masificaciones.
Senderismo, paseos y aventura en la Sierra de Béjar
Es imposible visitar Candelario pasando por alto la increíble belleza de la Sierra de Béjar que lo rodea. Prácticamente todo el año, es frecuente observar sus laderas nevadas, que constituyen el único paisaje glaciar de la provincia. De hecho, esta particularidad y una naturaleza exuberante y salvaje, le han merecido ser declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Si eres un amante del senderismo, te recomendamos que te atrevas con algunas de las múltiples rutas e itinerarios que ofrece la sierra. Las rutas de la zona cuentan con una gran cantidad de información, con lo cual escoger la ruta que más se adapta a tus necesidades no será difícil.
En especial te recomendamos algunas rutas como El Torreón, Hoya Moros por la Senda Escaladores y la ruta circular el Circo de Hoya Moros. Aunque lo mejor que puedes hacer para escoger tu ruta es informarte sobre el terreno, el recorrido y la dificultad de cada una de ellas. De este modo te asegurarás poder disfrutarla de principio a fin sin sorpresas.
Entre vinos, cocidos y los mejores embutidos del país
Evidentemente y como no podría ser de otra manera, si por algo destaca la gastronomía de Candelario es por sus increíbles elaboraciones chacineras. De hecho, en Candelario la importancia de la chacinería es tal que incluso el traje típico de sus fiestas recibe el nombre de “choricero”.
Sin embargo, Candelario también es famoso por su tapeo, variado, gustoso y un gran seductor de cualquier viajero. Destacan las exquisitas “patatas meneás” con tocino, el calamar de la huerta y la famosísima probadura de chichas, que nunca faltan en las Fiestas de la Candelaria, el 2 de febrero.
Si decides conocer estas tierras montañosas en invierno, sin duda lo mejor para entrar en calor no es ninguna estufa o chimenea, sino el gustosísimo cocido de matanza. Así mismo, tampoco tienen desperdicio el hornazo, los huevos con farinato, las sopas de ajo o las sabrosas truchas fritas o escabechadas.
Y, por supuesto, no hay nada como regar sus deliciosos platos y tapas con alguno de los vinos de la zona. En especial de recomendamos el de Tierra del Vino de Zamora, el de los Arribes o el de la Sierra de Salamanca.