El municipio de San Nicolás del Puerto se enclava en el Parque Natural de la Sierra Norte, arriba del todo de la provincia de Sevilla, entre su coronilla y su frente, y tejiendo lazos con las cercanas tierras extremeñas de Badajoz. ¡Los maruchos y maruchas te van a saber tratar! Sólo necesitas decidir cómo llegar:
El aeropuerto de Sevilla te quedará a 1 hora y 15 minutos, y el de Córdoba, a 1 hora y 40 minutos. La estación de tren más cercana es la de Cazalla-Constantina. Podrás acabar de completar tu trayecto cogiendo un autobús del Grupo Valenzuela. En coche, te acercarán la A-455 y la A-4 desde Sevilla, la A-455 y la A-431 desde Córdoba y la N-432 desde Badajoz.
Un pueblo serrano
Rodeado de cerros, levantado entre amplias dehesas disfrutadas por el ganado, olivares, huertas y bosques de pinos, castaños, quejigos… Aquí los maruchos supieron montar muy bien sus vidas. Y siguen haciéndolo, fundiéndose de forma armoniosa, sencilla y tranquila con el entorno. Cuando los visites, presta atención a dos de sus monumentos:
- La ermita de San Diego, de un estilo mudéjar popular que tomó forma en el siglo XV. Te llevará hasta ella y su blancura (y hasta la imagen del santo que cobija) la carretera que entronca con la calle Calvario.
- La iglesia de San Sebastián. También mudéjar, blanca y del siglo XV. En el exterior, verás restos de una columna de estilo corintio y, en el interior, una pila bautismal que perteneció a la antigua iglesia, que ocupaba la vega del Huéznar.
El Parque Natural de la Sierra Norte
San Nicolás del Puerto te sirve en bandeja de plata las 177.484 hectáreas de este parque natural, cubiertas por extensos bosques de alcornoques y encinas. Son una hermosa porción de la sierra Morena.
Ahí van algunas pistas de lo que encierra:
- No necesitarás salirte demasiado del casco urbano para asistir al nacimiento de la Rivera de Huéznar, también llamado río Huéznar, afluente del Guadalquivir. Para tu disfrute, contarás con la Área Recreativa del Nacimiento del Huéznar.
- Río abajo, te esperarán las 1,62 hectáreas que envuelven las cascadas del Huéznar: dos saltos de agua entre bosques de sauces, olmos, fresnos y alisos. Un mosaico de rincones idílicos y frescos a los que sacarás partido sobre todo en verano, aunque para bañarte deberás ir a “la playa de San Nicolás” (aguas arriba). En 2002 fueron declaradas monumento natural y reserva de la biosfera.
- Como imaginarás, por aquí corretea mucha más fauna. ¡A ver qué eres capaz de retratar con tu cámara! Guarda espacio en tu tarjeta para algún jabalí, gato montés, ciervo (observarás cómo berrean de verano a otoño), gamo, muflón… o alguna nutria, si no te importa terminar algo mojado. ¡Y hasta puede que ande suelto algún que otro lobo!
- ¿Te gustan las setas y recogerlas? Este es tu lugar.
- El embalse del Pintado te intercambiará más momentos apacibles. Aunque podrás subir de marcha practicando deportes náuticos.
- Para averiguar mucho más acerca de este parque natural, déjate caer por el Centro de Visitantes El Robledo (en Constantina) y paséate por su jardín botánico.
- Pero no nos olvidamos de la guinda del pastel...
...El Cerro del Hierro
Las formas esculpidas por la erosión de este monumento natural (y reserva de la biosfera) amenizan el trayecto de todo viajero que circula por la carretera Constantina-San Nicolás. Es un fascinante paisaje kárstico de 121,7 hectáreas repleto de grandes rocas ahuecadas y minas de hierro, que tienen el origen de sus recuerdos en época romana.
Este pasado minero quedó inmortalizado con el antiguo trazado ferroviario de la explotación. Podrás recorrerlo a pie, en bicicleta o en silla de ruedas siguiendo la Vía Verde de la Sierra Norte (19,44 kilómetros). Tu punto de partida radica entre el poblado donde vivían los trabajadores y la Casa de los Ingleses (escoceses, concretamente), residencia de ingenieros y gestores en el siglo XIX.
Podrás excavar más entre sus secretos dejándote llevar (por túneles y galerías) por la Ruta Cerro del Hierro en primavera y otoño. Este entorno es un gran aliado para los amantes de la espeleología, pero también para los de la escalada, el rapel… ¡y la astronomía! Desde aquí, gozarás como nunca de cómo luce el cielo, sobre todo en otoño e invierno, que te revelarán rincones de la Vía Láctea que seguramente no conocías.
¿Y cómo crece la fauna y la flora entre tanto hierro?
Es un refugio de magníficas aves, como la cigüeña negra, el búho real, el águila imperial y el buitre leonado. Y, entre estos últimos, tratan de pasar más inadvertidas otras como el roquero solitario y el gorrión chillón (aunque, por el nombre, diríamos que no siempre lo consiguen).
Por estaciones, también varían sus cantos, que resuenan entre callejones y agujas: en invierno hincha el pecho el acentor alpino, pero antes, en primavera, ya dan el cante el abejaruco y la golondrina dáurica.
Acercarte representará no solamente un festival visual y auditivo, también aromático, ya que además de arbustos como el madroño, plantas trepadoras y otras que se resisten a la extinción, el aire recoge perfumes de tomillo salsero, manzanilla amarga...
Tradiciones (en la calle y los fogones)
En mayo, una romería te conducirá hasta la ermita de San Diego y el 13 de noviembre, en honor al mismo santo, se pondrán en marcha las fiestas patronales. En julio, llega otra de las grandes citas: la Feria y Fiestas de San Nicolás del Puerto. Y, en diciembre, Santa Bárbara es una de las festividades que cierra el calendario.
Cualquiera de estas ocasiones te llevará a probar la cocina marucha, bien equipada con carnes de caza (bajo la forma de caldereta de venado, por ejemplo), chacinas y recetas con pescados de río como las truchas. Las demás influencias serranas y andaluzas te traerán platos como el gazpacho con conejo, las migas con sardinas… Y, para dulces, sus roscos y pestiños, acompañados con sorbos de anisados tradicionales.