El apodo que recibe esta ciudad ya te lo dice todo, y esto va a alimentar sobremanera tu escapada de turismo rural. La provincia catalana de Girona sabe mucho de eso, de despertar cosquillitas en el estómago…
Podría parecer que los olotenses son gente temperamental, por eso del suelo que pisan, con poso de lava, pero la verdad es que son de muy buen trato. ¡Estarán encantados de que los visites!
Olot, sin ambages
¿Quieres saber qué te depara este municipio?
- Un núcleo antiguo con mucho carácter modernista (Casa Gaietà Vila, etc.) y varios puntos de interés: la casa señorial Can Trincheria, el claustro del antiguo Convent del Carme (Escuela de Arte de Olot), el Museo de la Garrotxa...
- El Jardín Botánico de Vegetación Olotense (Parc Nou), donde destaca una arboleda monumental de robles carvallos.
- Los parajes de la Moixina, fuente de inspiración de artistas con pincel en mano y colores e ideas volando.
- La Vía Verde del Carrilet (ferrocarril que unía Olot con Girona), para explorarla a pie o en bicicleta.
- El pequeño pueblo de Batet de la Serra, en lo alto de un altiplano. Un lugar idílico para ver una lluvia de estrellas.
- Y, ¡claro está!, sus volcanes… Dentro del término municipal hay cuatro, pero emergen unos cuantos más a su alrededor. El Museo de los Volcanes (Parc Nou) te contará todo lo que sabe.
¿Y sus inmediaciones?
- La medieval y pintoresca localidad de Santa Pau, ¡con castillo incluido! (¡Cómo nos gustan!)
- La Fageda d'en Jordà (un inmenso bosque de hayas) y su festival cromático en otoño, su verde intenso primaveral, la luz que se filtra en verano, la niebla que la invade de misterio en invierno... Puedes recorrerla a pie o montado en un carruaje con caballos.
- La granja y la fábrica de La Fageda, que elabora yogures y otros productos como parte de un proyecto social (visitas con reserva previa).
Naturaleza explosiva
No tengas miedo y adéntrate en el Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, ¡todos sus volcanes están profundamente dormidos! De hecho, si te acercas a Olot no tendrás más remedio, porque su término municipal está gustosamente atrapado en este parque.
Podrás pasearte por las interioridades del Croscat y examinar sus distintas capas, ya que este volcán se presenta como un pastel gigante al que le han retirado un buen trozo (fruto de antiguas extracciones de greda).
También podrás llegar hasta la pequeña ermita que se esconde en el centro mismo del cráter del volcán de Santa Margarida. Y, por si te queda devoción, otra ermita (la de Sant Francesc) se levanta junto al cráter de otro volcán: el de Montsacopa (de monte y copa, por su forma). La ciudad de Olot está bien arrimada a él.
La comarca de La Garrotxa
Su nombre significa "tierra quebrada por donde no es fácil andar". Pero cógetelo solo como una curiosidad, porque por aquí, entre la verdor de su paisaje, te vas a perder con ganas.
Si quieres atisbar una amplia porción de esta zona, puedes subir hasta las ruinas del castillo de Colltort, siguiendo una excursión en la que pasarás por la iglesia de Sant Miquel Sacot. Desde lo alto de ese mirador natural verás, a la derecha, el volcán de Santa Margarida y, a la izquierda, la Fageda d'en Jordà y la ciudad de Olot.
Dentro de este marco comarcal te espera Besalú, gran hit de la Cataluña medieval donde sobresalen su puente románico y sus baños judíos. También la pintoresca localidad de Beget (dentro de la subcomarca de la Alta Garrotxa). Y Castellfollit de la Roca, que afianza su atractivo midiendo su equilibrio al borde de un risco basáltico de 50 metros de altura y casi 1 kilómetro de largo.
El rincón del refranista
Se dice: “Si no plou a Olot, no plou enlloc” (si no llueve en Olot, no llueve en ninguna parte). Y también: “Qui no és estat a Olot, no és estat enlloc” (quien no ha estado en Olot, no ha estado en ninguna parte). Ya lo ves, los olotenses, pese a andar remojados, están más que orgullosos de su ciudad. Así que ya lo sabes, si tienes por costumbre atender los sabios consejos de los dichos de las gentes y tienes en mente explorar este lugar, pon un paraguas en tu maleta (por si acaso) y prepárate para darle un nuevo significado al sentido de viajar.
¡Farándula!
En Olot tienen dos tradiciones muy arraigadas. Una es la pesebrista, y como prueba de ello está la Feria del Pesebre (puente de la Purísima). Y la otra tiene que ver con la elaboración de imaginería religiosa. Con la visita al Museo de los Santos podrás ver el funcionamiento de un taller y seguir todos los pasos hasta que las figuras ya están listas para ser adoradas. En sus vitrinas y sus salas también lucen pasos de Semana Santa, figuras de pesebre y de farándula (como los gigantes de Olot). ¡Una gozada, vaya!
Cuando verás sonreír más a Olot será durante las Fiestas del Tura (alrededor del 8 de setiembre), la fiesta mayor dedicada a su patrona. ¡Aprovecha para pasar por su santuario! Lo que la hace tan popular son sus pasacalles y sus bailes, junto a muchos individuos faranduleros emblemáticos: gigantes, cabezudos, caballitos, el Cap de Lligamosques, el Porc i el Xai…
Cocina volcánica
Bajo este nombre se quiere impulsar la singularidad de la gastronomía de la comarca, jugando con productos propios de esta tierra de volcanes: alforfón, maíz blanco, hormigo, queso serrat de oveja, nabos negros, patatas de la Vall d’en Bas, piumoc o saco de huesos (embutido)… En la Plaça Mercat d'Olot los encontrarás.
Entre cuchillo y tenedor, te servirán ricas patatas de Olot (rellenas de carne), carne a la brasa, judías de Santa Pau con butifarra, coca de chicharrones, roscón… ¡Y que no falte la ratafía!