En la Extremadura del norte, con el ancla en una comarca que le completa el nombre, asoma la naricilla de Jaraíz de la Vera. Esa que no estornuda (porque está gustosamente acostumbrada) con los ricos aromas del pimentón. Un rojo que salpica ese verde frondoso extremeño, que pivota alrededor de la capital provincial: Cáceres.
La mejor manera de moverte por la comarca de la Vera será en coche o en autobús, que tiene conexiones con Cáceres y otras capitales de provincia. Aunque también podrás acercarte a tu destino desde la estación de tren de media y larga distancia de Plasencia (a unos 30 minutos) o el aeropuerto de Badajoz (a unas 2 horas). Con tu coche, podrás abordar Jaraíz enlazando la A-5 con la autovía EX-A1 o tomando, por el oeste, la N-110.
Entre vuelos de cernícalos
Una plaza Mayor siempre es un buen punto de partida. La de Jaraíz hace pendiente y está partida en dos. En la parte baja encontrarás el Palacio del Obispo Manzano, que da cabida al Museo del Pimentón (con una prometedora Sala de Cuentacuentos). Y en la parte alta, donde está el ayuntamiento, deberás imaginarte el castillo árabe que dio a luz a esta localidad.
Sus iglesias te contarán más sobre sus antepasados. Entre ellas, una de interés: la de San Miguel, construida en lo alto de una peña. Y otra de imperdible: la de Santa María de Altagracia, una de las más antiguas de la Vera. Pero no te olvides de la coqueta ermita del Salobrar, con fachada barroca.
Entre tantas piedras puede que no se te escape el vuelo de una bonita ave anaranjada con cabeza azulada: el cernícalo primilla. Y es que aprovecha los huecos de los edificios para anidar y afianzar su colonia urbana en el centro de Jaraíz.
¿Qué esconde la garganta de Pedro?
La naturaleza se disfruta echándole el ojo o hundiendo todo el cuerpo en ella, y en Jaraíz lo saben. En la garganta de Pedro Chate, entre robles y abedules, se ensancha enormemente el Lago, una piscina natural que no dejará que te derritas en verano. Unos 300 metros más abajo hay otro apacible marco para resguardarse en la sombra: el Charco de las Tablas, que ondea junto a un antiguo molino, ahora mesón.
Podrás llegar hasta aquí con la Ruta del Lago (6 kilómetros, 2 horas), con inicio y fin en la oficina de turismo. Te guiará junto a campos de cerezos (un espectáculo en primavera, sobre todo en el valle del Jerte) y hermosas vistas a la sierra de Tormantos y a pueblos que te llamarán desde la distancia: Cuacos, Garganta la Olla, Jarandilla...
El mirador del parque de los Bolos, punto de partida de rutas de senderismo, será otro bonito lugar para tomar un respiro. Y subirte a lomos de un caballo, otra manera (con cambio de perspectiva) para descubrir el entorno.
“A tu vera, a tu vera, siempre a la verita tuya…”
Si das una vuelta por la comarca de la Vera, emprende la Ruta del Emperador (10 kilómetros, ida), que va de Jarandilla de la Vera al monasterio de Yuste (a 2 kilómetros de Cuacos de Yuste). Una vez aquí, visita el museo histórico del monasterio y paséate por las dependencias donde habitó y murió el emperador Carlos V. En febrero, todo adquiere una mayor dimensión con una fiesta en su nombre.
Y, volviendo a Jarandilla de la Vera, el 7 de diciembre te espera una mágica tradición: una noche en llamas con Los Escobazos de brezo encendido para rendir homenaje a la Inmaculada Concepción.
“Bailaores” con cintas y el mejor tabaco
Una buena fiesta puede condicionar el viaje de cualquiera. ¿Cuál es la tuya?
- Febrero lleva consigo mucho color, mucho baile y desfiles de carrozas, comparsas y disfraces. Son los Carnavales. Todo acaba un miércoles entre muchos lloros pero también con una buena merienda a base de sardinas.
- La procesión del Silencio (Miércoles Santo) es una de las joyas de su Semana Santa. En ella salen a relucir bellas imágenes como el Cristo de la Humildad y el Cristo del Perdón.
- Todo pueblo tiene una patrona, y la de Jaraíz es la Virgen del Salobrar. Se la venera, sobre todo, el segundo domingo de Pascua. Las calles se engalanan a su paso.
- Fiestas del Tabaco y el Pimiento (10-15 de agosto). Entre sus actos, los agricultores jaraiceños concurren al concurso al mejor tabaco y el mejor pimiento.
- Si eres un cazador de bailes tradicionales, una vez en Jaraíz tu fiesta es la de San Antonio (13 de junio). Verás cómo se mueven “los bailaores” enrollando sus cintas a una estaca.
- San Cristóbal (julio) ve multitud de coches y carrozas que esperan ser bendecidos. Pero también actuaciones, verbenas y charangas que llevan la gente de cañeo.
- Y con San Andrés (diciembre) llega un mercado medieval y una ocasión para apreciar su artesanía (como bordados, cestería, cerámica…) y las migas extremeñas.
“El oro rojo”
Hay algunos productos que todo jaraiceño de bien no dejará que falten nunca en su cocina: embutido (con el jamón como rey), aceite de la tierra y el aclamado pimentón, que te llevará más allá de un viaje sensorial si te gana la curiosidad de conocer su historia y te zambulles en la Ruta del Pimentón por la Vera.
Te descubrirá otros rincones extremeños: como el monasterio de Guadalupe (cuna de la mejor cocina conventual española), donde Cristóbal Colón ofreció el pimiento a los Reyes Católicos. De aquí se distribuyó a otros conventos, y el de Yuste fue el primero en desecarlo y usarlo como conservante.
Se le calificó de “oro rojo” por su importante papel en el tratamiento de la chacina. Pero son muchas las recetas de la Vera que gozan de su aportación: la caldereta verata, el cordero sansero, el frite al modo de la Vera… Siguiendo la ruta, otros muchos platos estarán diciendo “cómeme”: las habas peludas con arroz de Jaraíz de la Vera, las patatas aborregás de Madrigal, los revueltos de setas de Jarandilla, el bacalao al estilo del monasterio de Cuacos de Yuste…