O Chardinet d'a Formiga

Maravilloso

Deborah Pascua

Un lugar maravilloso. Mireia y Ferran encantadores. Nos han hecho sentir como en casa. Volveremos seguro. Un acierto cenar con ellos Ferran es un gran cocinero. Sus consejos sobre las rutas y los lugares para visitar buenísimos. No podemos poner ninguna pega. Ha sido todo perfecto, la atención, el trato, los desayunos, las cenas, la habitación, el lugar...¡¡Todo!!

Lugar encantador y trato inmejorable

Mayte Cambronero

El hotel es muy acogedor, situado en un paraje precioso, Mireia y Ferrán son encantadores, hacen que te sientas como si estuvieras en tu casa.

Volveremos

Irene

Ha sido una experiencia muy positiva, en este sitio encontramos tranquilidad absoluta, unos anfitriones de diez y comida muy rica, tanto en la cena como en el desayuno. La casa es espectacular, y sus vistas merecen mucho la pena. Seguro que volvemos a pasar más días.

Inmejorable

Javier Ruiz Gonzalo

Un 10 para esta sensacional casa rural en el Pirineo. La casa es una casona del siglo 17 restaurada con un gusto exquisito, con todo lujo de detalles. Zonas comunes súper acogedoras, con su biblioteca, sillones, revistas, ajedrez, juegos de mesa... Ideales para degustar esa exquisita cerveza artesana o café ecológico tras llegar de una dura caminata por Ordesa. La habitación, amplia y súper limpia. El baño grande y confortable. El colchón, de diez. Dormimos como los ángeles. Los propietarios, Mireia y Ferran, nos dieron un trato estupendo desde el primer momento. Muy atentos, pero sin resultar agobiantes. Los desayunos, que nos entraban en el precio, exquisitos, abundantes y caseros (su propio pan, sus propias magdalenas, mermeladas...) . Y las cenas, que se pagan a parte (16,50 €), muy ricas. Muy recomendables. Ferran es un gran cocinero, que trabaja el concepto slow food, y eso se nota... Junto con los ingredientes: todo de primerísima calidad, producto de temporada, ecológico y de cercanía... A veces tan cercano como su huerto ecológico junto a la casa o el corral de sus gallinas. Disfrutamos de unas estupendas veladas con ellos y el resto de huéspedes, regadas con buen vino de D. O. somontano. Estancia inolvidable.