Situado entre montañas, no muy lejos del Mediterráneo, está Morella. Un pequeño enclave medieval perteneciente a la asociación de Los pueblos más bonitos de España donde el tiempo parece haberse congelado. Sus murallas aún conservan la majestuosidad de antaño, cuando por aquella fortaleza pasaron íberos, romanos, cristianos y árabes.
El acceso al corazón de Morella lo haremos por una de sus siete puertas más emblemáticas: la custodiada por las torres de Sant Miquel. Dos enormes pilares octogonales del siglo XV desde donde se puede subir hasta la parte superior y recorrer la muralla por el conocido como paseo de Ronda.
El casco antiguo, donde está el barrio de la judería, las casas solariegas y los palacios, se ha ido creando a los pies del imponente castillo, visible desde cualquier parte de Morella. Esta enorme fortaleza está considerada como una de las más importantes del Mediterráneo. Para acceder a ella podemos cruzar el convento de Sant Francesc y continuar la subida hasta el punto más alto: la plaza de Armas.
Otras joyas medievales de Morella son el acueducto del siglo XIV; la basílica, de estilo gótico y donde se encuentra un órgano con más de 3.000 tubos que está considerado como uno de los más valiosos de España; Blasco de Alagón, una de sus calles principales donde se concentran un gran número de bares y restaurantes, y donde aún se conservan parte de los soportales medievales; y la Casa de la Vila, del Consell, Cort de Justícia i Presó (actual ayuntamiento), donde estaban las cortes, la lonja y la antigua prisión.
La historia de Morella, no obstante, se remonta a mucho antes: a la Prehistoria. En las inmediaciones del pueblo están las Pinturas Rupestres de Morella la Vella, declaradas Patrimonio de la Humanidad; y cerca del castillo se puede visitar el museo Temps de Dinosaures, donde están los restos encontrados de estos animales Jurásicos.
Los alrededores de Morella son igual de asombrosos. Fuera de las murallas se extienden espesos bosques y montes, como el de Pereroles, que se puede recorrer a pie a través de las rutas de senderismo o con bicicleta de montaña. Después de tanto deporte, nada mejor que recuperar fuerzas con una sopa morellana, un poco de embutidos del lugar, un flaó o degustar la típica trufa negra de Morella.
No te pierdas una visita a Morella, ya que ha sido seleccionado como uno de los mejores pueblos para hacer turismo rural.