Monroyo, de poco más de 300 habitantes, enamora sobretodo por la belleza de sus casitas. Sin embargo, está también lleno de rincones por explorar y obras de valor arquitectónico que admirar.
Y es que cuando uno vive en esta villa se siente como en otra época: pareciera que el tiempo no hubiera pasado por Monroyo y esperara, inmóvil, la llegada de nuevos visitantes. El mismísimo Cid se alojó en el Castillo de la Muela, cuyas defensas mandó a reforzar el rey Jaume I de Aragón (1208-1276).
Cabe destacar, dentro de esta cápsula del tiempo, la iglesia gótica, así como la Torre del Reloj y la Casa Consistorial.
Respecto a la naturaleza que envuelve este pueblo, los lugares más destacados son La Punta de la Camiseta, la Fuente de la Manzana y la Cueva de Antolino.