Hay tres cosas que no podemos desconocer de Menorca, la isla más septentrional de las Baleares: sus paradisíacas playas, las albarcas y el queso de Maó.
Lo que vende de esta zona urbanísticamente indemne es la tranquilidad y la paz en un entorno de aguas cristalinas. Exceptuando el período de las fiestas de Sant Joan, famosas por los típicos festejos con caballos, y que cada año se llenan más de extranjeros. Poco queda por ver después en la isla, donde no hay montañas, ni demasiados bares, ni cines... A parte, claro está, del bellísimo puerto natural de Maó, el segundo más grande de Europa.
Aunque la lengua castellana es oficial en la isla, la lengua propia de Menorca es el menorquín, variedad dialectal del catalán.