En la zona más septentrional y oriental del archipiélago canario, una gran actividad volcánica a principios del siglo XVIII moldeó los perfiles de Lanzarote, conocida actualmente como la isla de los volcanes. Una pionera política medioambiental y un clima benigno han garantizado la conservación privilegiada de monumentos naturales únicos, así como de una fauna y flora ricas. En 1993 y como recompensa por esta conciencia, la isla fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
El volcán Timanfaya y su gran actividad dibujaron paisajes únicos que actualmente se pueden visitar sin problemas a través de una cuidada red de senderos que nos permiten descubrir todos los rincones de la isla a pie. Los espacios ocupados por vid, donde se cultiva la uva malvasía con que se producen los vinos de Lanzarote, romperán los oscuros tonos del terreno volcánico y, sin duda, ofrecerán una experiencia sensorial única.
Un ascenso a Timanfaya, donde podremos observar su géiser, un rico maridage de vinos de la zona y su cocina tradicional, un baño en sus magníficas playas o una visita a su patrimonio cultural nos demostrarán que Lanzarote ofrece sus encantos sin límites a todos aquellos que los quieran descubrir.