El Carnaval de La Bañeza es una fiesta declarada de Interés Turístico Nacional que comienza a tomar importancia y fama a principios del siglo XX, en la represión franquista, debido a la prohibición expresa de ocultar el rostro y disfrazarse.
La característica principal del carnaval bañezano es la ausencia de un concurso de disfraces con premios o compensaciones económicas por participar, como puede ocurrir en los carnavales de otros lugares.
La mayor parte de la ciudad se vuelca con esta fiesta, transmitiendo el interés por ellas generacionalmente. En muchos casos, los integrantes preparan con un año de antelación, la búsqueda de complementos, telas, máscaras y actuaciones que realizarán, motivados por un «sentimiento carnavalero», que se vive durante esos días.
Ante esto, el carnaval desorganizado está captando cada vez más adeptos, disfrazándose fuera de los horarios de desfile, días sin actos, en el lugar de trabajo, etc. buscando la sorpresa y el asombro de conciudadanos y visitantes.
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