Son muchas las iglesias en las que la montaña tiene un significado sagrado. En la Sagrada Escritura son frecuentes las alusiones a una montaña como lugar de encuentro con Dios; Hored en el Sinaí donde Moisés se encuentra con Dios y establece la alianza con el Pueblo elegido, el Monte de Tabor en el que Jesús se transfigura y muestra su divinidad a sus discípulos y el Gólgota, lugar de Redención en la cruz, son hitos importantes en la Historia de la Salvación.
En la falda del Alto Castillejo, la montaña más emblemática de Castrillo del Val se encuentra emplazada la iglesia de San Juan, el Precursor, que invita a los fieles a caminar al encuentro de Dios, todo un símbolo de ayuda a subir hasta llegar a la cima de la perfección cristiana.
El color grisáceo de su piedra se adapta perfectamente al paisaje de sus tierras parduscas, el verde del valle y el azul del cielo, creando un cromatismo equilibrado y de gran belleza.
Se trata de una construcción en sillares de piedra, de muros robustos y grandes estribos, que contribuyen a dar gran solidez a un edificio que, gracias a estas características, ha podido mantenerse en pie durante ese periodo de tiempo en el que su tejado y bóvedas llegaron a hundirse. El esfuerzo e ilusión de los vecinos del pueblo han conseguido una restauración de bóvedas y cubiertas. Desaparecido ya el peligro de hundimiento, sigue esperando una restauración interior que haga posible su utilización y vuelta al culto religioso para el que fue construido.
Fue construido, muy entrado ya el siglo XVI, en estilo renacentista. Su planta es una cruz latina. La nave longitudinal está formada por cuatro cuerpos: el ábside, crucero, cuerpo intermedio y coro, y la nave transversal con dos cuerpos laterales forma esa cruz latina que en planta es símbolo de la Redención.
Las bóvedas son de la misma altura y muy variadas. Encontramos bóvedas sexpartitas, estrelladas y de terceletes, con claves ornamentadas con escudos y rosetas. Sólo en el crucero se sostienen sobre columnas y pilastras, en el resto los nervios arrancan de ménsulas ancladas en los muros de las naves.
El ábside es rectangular en el interior y pentagonal en el exterior. En el muro del fondo dos pechinas y como prolongación de las mismas vieiras.
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