Año de 1810. Las tropas francesas asolaban el suelo patrio e iban sembrando el dolor y la muerte pisoteando el honor de los serranos.
Un grupo de benalizos, al mando de Isidoro José de Sierra y Cote, esperaron el paso de las tropas francesas agazapados entre las sombras de los tajos de la sierra. Cuando llegaron bajo ellos dispararon sus escopetas sembrando la muerte y el desconcierto. El general que los mandaba fue herido de muerte y evacuado a Ronda donde murió.
En represalia a este hecho los soldados franceses se dirigieron al pueblo para vengar tamaña afrenta. Les acompañaba el propósito de matar, quemar y destrozar todo lo que pudieran del pueblo. El odio y los malos instintos alumbraban sus ojos y hacían galopar sus corazones impulsándolos al mal y a lo más bajo.
El pueblo fue arrasado. La iglesia, el ayuntamiento destrozados y quemados sus valiosos archivos. La ermita del Cristo de la Puente destrozada. La mayoría de las casas derruidas y robadas siendo sus moradores muertos. Al cielo subía el humo de las candelas donde se quemaban los cadáveres de las personas asesinadas.
Tras estos destrozos los soldados franceses se esparcieron por los distintos caminos en busca de los huidos. Los que tomaron rumbo al Genal, al llegar al Castellar de las Erillas o las Erillas, oyeron entre los zarzales el ladrar de un perro. Pensaron enseguida que junto al perro estaban algunas personas.
Allá, en el fondo de un enorme zarzal, estaba un anciano canoso y con el rostro surcado por mil arrugas que acunaba a un niño en sus brazos, niño que era enfermizo y deficiente físico.
Los sacaron a las Erillas y sin piedad alguna le dispararon recreándose en sus muertes. En este mismo camino vertieron la sangre de otras personas ancianas.
Los habitantes de Benadalid sintieron en sus corazones inmensa tristeza y dolor. En recuerdo de tanto crimen y de su propia tristeza erigieron un monolito terminado en una cruz. Esta cruz aún persiste en Las Erillas.
[Malagapedia]