La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Aroche es un interesante templo parroquial con un dilatado proceso constructivo que va desde avanzado el siglo XIV hasta el siglo XVII, y recoge por tanto elementos de los distintos estilos arquitectónicos de estas épocas, como son el gótico, el mudéjar y el renacimiento.
La zona más antigua del templo se encuentra formando parte del muro de los pies, a juzgar por la portada gótico-mudéjar conocida com la Puerta de las Limosnas, y la ventana que aparece sobre ésta, que podría remontarse al siglo XIV.
A finales del siglo XV debieron comenzar las obras de un uevo templo, realizado únicamente en ladrillo, que incluye el muro perimetral, el presbiterio y la torre. A principio del siglo XVI se continuaría con los pilares del primer tramo y sus bóvedas correspondientes, siguiendo la tipología del gótico final usada en la Catedral de Sevilla. En torno a 1530 interviene en la obra su Maestro Mayor, Diego de Riaño, quien realiza la Sacristía, de planta rectangular y cubierta con bóveda vaída encasetonada.
A partir del segundo tramo comienza una nueva fase constructiva en la que se sustituye el aparejo de ladrilo por otro de tipo mixto, y en el interior se cambia el diseño de de los pilares, que modifica su estructura gótica por otra pseudocolumnaria. Relacionada con esta segunda fase está la labor del prestigioso arquitecto renacentista Hernán Ruiz II, datada en la década de 1560, y a quien se deben las dos portadas laterales, la Puerta del Sol al sur, y la Puerta de las Flores, al norte.
La sucesión de estilos se aprecia también al exterior, y acaba esta segunda fase en los primeros años del siglo XVII como lo atestigua la fecha de 1609 que aparece en el reloj de sol del último contrafuerte del muro de la epístola
El último tramo nunca llegó a cubrirse ni se derribó el antiguo muro de cerramiento de los pies. En época posterior se construye sobre la nave central una tribuna-coro, reservando los tramos laterales para dependencias auxiliares; y exteriormente se colocó sobre ella en el siglo XVII una pequeña espadaña realizada en ladrillo.
En 1835, con motivo de la construcción de un nuevo retablo se adosó al presbiterio un camarín de estructura neoclásica, y ya modernamente, se han realizado obras de restauración que le han dado la prestancia con la que hoy se muestra en su totalidad.
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