A 100 kilómetros de la ciudad de Cádiz y del intenso azul del mar Mediterráneo. Enmarcada en el verde del Parque Natural de la Sierra de Grazalema y a los pies de la sierra del Pinar, emerge Benamahoma (“hijos de Mahoma” en árabe), una pedanía del municipio de Grazalema que hace honor a los pueblos blancos.
Un lienzo verde y blanco
Antes que nada, para ponerte en contexto: los benamahometanos se mueven entre dos grandes marcos cromáticos, el verde lluvia de la sierra de Grazalema y el blanco encalado de los pueblos blancos. Aquí tienes unas cuantas pinceladas en verde y blanco para que te montes tu lienzo, o un primer borrador.
Parque Natural de la Sierra de Grazalema
Esta es una Reserva de la Biosfera para respirar a pleno pulmón. Tráete un chubasquero, por si acaso, pues se trata del punto más lluvioso de toda España. Es lo que tiene estar expuesto a las borrascas del Atlántico: que hay que aguantar multitud de chubascos.
¿Qué gratas sorpresas te vas a encontrar?
- Aves como el alimoche sobrevolando sus peñascos.
- Multitud de cañones. La garganta Verde será la que más te fascinará.
- Innumerables grutas, por donde aletean colonias de murciélagos.
- Miradores de ver para creer: Cintillo y Aguas Nuevas, Puerto de los Acebuches, Puerto de las Palomas.
- La sierra del Pinar.
- El Jardín Botánico El Castillejo (en el Bosque), con plantas endémicas de la sierra de Grazalema y representación de la flora andaluza.
Ruta de los Pueblos blancos
Benamahoma es uno de esos apacibles pueblos blancos andaluces donde su arquitectura popular bañada en cal atrapa toda la luz del sur y la mantiene presente en lo alto de cerros o deslizándose por laderas. Las sombras juegan por un recorrido de calles empinadas, estrechas y sinuosas.
Los encontrarás trazando un arco entre las provincias de Cádiz y Málaga con la sierra de Cádiz y la Serranía de Ronda, uniendo el Atlántico con el Mediterráneo.
Una localidad donde todo fluye
Y ahora sí, vamos a encajar aquí dentro Benamahoma, una pedanía que derrocha agua por los cuatro costados. Desde la que emerge del manantial del Nacimiento hasta la que se derrama en la fuente del Algarrobo, un antiguo aljibe árabe.
Lanza un dardo en el blanco de uno de sus atractivos turísticos: el molino del Nacimiento, muy bien situado a la vera del río Majaceite. Sede del Ecomuseo del Agua, en él podrás conocer la unión de este tesoro líquido con el entorno.
Y ahí va un dato para todo cazador de singularidades: en su antiguo batán reconvertido en piscifactoría podrás hacerte con unas afamadas truchas.
Turismo activo
La localidad de Grazalema y toda su sierra, con Benamahoma en el pack, es un buen punto de partida para lanzarse a los deportes de aventura. A ello contribuyen activamente sus gargantas, cuevas y grutas. ¿Cuál es la actividad que iría más contigo? Senderismo, escalada, parapente, puenting, bicicleta, rutas a caballo, kayak...
Pongamos que te decides por la primera. ¿Te apuntas a recorrer uno de estos senderos?
Benamahoma-el Bosque siguiendo el cauce del río Majaceite (unos 5 kilómetros). Es una de las rutas estrella de la serranía gaditana, apta para todas las edades y todo el año. Algunas truchas te acompañarán a nado durante tu recorrido y también podrás ver antiguos molinos en la orilla. Para dar la bienvenida al Bosque, te cruzarás con su jardín botánico.
Benamahoma-Grazalema. Te llevará a conocer uno de los pueblos blancos más hermosos (según votación popular). Doblemente blanco en invierno por la nieve, debido a su microclima, te alegrará saber que cuenta con una larga tradición en la elaboración de mantas.
El Pinsapar-Grazalema (unos 11 kilómetros). Benamahoma es la puerta de entrada a este frondoso y atractivo bosque de pinsapos, arraigado en el corazón de las sierras de Grazalema y de Cádiz. Pero ¡ojo!, es una zona protegida y de paso restringido, por lo que tendrás que hacer tu reserva con antelación. Por el camino se te ensanchará el embalse del Fresnillo.
Tierra de frontera
Los benamahometanos viven sus tradiciones y querrán contagiarte su entusiasmo. Podrás echar un vistazo a su pasado árabe durante la Fiesta de Moros y Cristianos (primera semana de agosto). Verás la pedanía vestida de gala y a sus habitantes entrar en acción con luchas cuerpo a cuerpo. La batalla forma parte de las fiestas en honor al patrón de la localidad, San Antonio de Padua, y entre nubes de pólvora adivinarás el premio para el ejército vencedor: la imagen del santo.
¡Como un queso (payoyo)!
Podrás degustar platos como las tagarninas (citadas en El Quijote) revueltas y con otros con la carne de caza como protagonista, como el venado en salsa. Lo riegan todo con aceite de oliva de la sierra de Cádiz, que trae a la mesa sus aromas silvestres, junto con un toque algo amargo y picante.
Por aquí a nadie le amarga un dulce, aunque se llamen amarguillos. Además, siguiendo el rastro de los pueblos blancos hallarás otras delicias caseras como las empanadillas de cidra, el gañote y los huevos nevados.
¿Aún te queda hueco? ¿Por qué no te apuntas a una cata de quesos payoyos en Grazalema?