Virxe do Porto, la ermita situada en un peñón en el mar
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30.01.2024
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A quienes han crecido cerca de los lugares donde ocurre puede parecerles muy extraño que haya gente que desconoce que las mareas pueden tener un recorrido muy amplio. En mares como el Cantábrico, la pleamar y la bajamar se encuentran a muchos metros de distancia, tanta que la arena de algunas playas prácticamente desaparece cuando el agua alcanza su meta de subida. Muchos lugareños se divierten cada verano al ver cómo los turistas recogen rápidamente –pero generalmente no en silencio– sus enseres al llevarse la sorpresa de que la orilla ahora está situada en su toalla y no a lo lejos como cuando se sentaron. Más de una chancla o un bocadillo han aprendido a hacer surf por ese motivo.
Este fenómeno es el que explica que la capilla de Nosa Señora do Porto, Nosa Señora do Mar o Virxe do Porto, situada en la parroquia de Meirás (A Coruña), solo reciba visitas a pie cuando hay marea baja. A modo de portero de discoteca o de guardia de un palacio real, el océano Atlántico abre el camino a la peña en la que se erigió esta ermita de color blanco que surgió de una leyenda (algo bastante habitual en este tipo de templos).
Por lo que se cuenta, unos marineros encontraron una imagen de la virgen en el agua y decidieron llevarla a tierra para que no se perdiese. Pero, al día siguiente, la mencionada imagen volvía a estar de nuevo en el mar, así que los marinos tomaron una determinación: levantar una capilla en la roca para proteger a la Virxe do Porto.
Cada 11 de julio se celebra una romería en su honor que reúne a mucha gente que incluso se desplaza de todos los puntos de la comarca de Valdoviño y desde fuera de Galicia.
Más allá de la devoción que se profese a la virgen, lo cierto es que la capilla está situada en un lugar que merece la pena visitar. Desde allí se puede observar el faro de Punta Frouxeira y cerca de ella se encuentra, por ejemplo, una de las playas gallegas más conocidas: A Frouxeira. Es famosa, además de por su belleza, por los supuestos poderes curativos de sus aguas y cada día, cuando la meteorología lo permite, se puede ver a personas paseando por su orilla de tres kilómetros. Los caminantes comparten espacio con los surfistas que también disfrutan de las olas aunque quizá no tanto de la temperatura marina.
Un secreto de lo más natural
La Virxe do Porto reside al lado del Espacio Natural Laguna y Arenal de Valdoviño, también conocido como la laguna de la Frouxeira. Este humedal de 1.700 metros de largo y 500 de ancho se encuentra al lado, pero separada por una gran duna, de la playa a la que también da nombre y obtuvo el título de Espacio Natural Protegido en 2003.
En la laguna confluyen las aguas fluviales de los arroyos del Vilar y Castro y desemboca en el mar: esta peculiaridad hace que la flora y la fauna que habitan en ella sean de gran interés medioambiental. Su profundidad no supera el metro y medio salvo en algunos puntos concretos como el Pozo do Cura.
Según la información del concello de Valdoviño, su origen puede remontarse a épocas anteriores en las que el clima era seco y árido como “los períodos interglaciares, en las que la formación de una barra de arena habría separado del mar la superficie actual de la laguna. La protección del sistema dunar y la transición a climas más templados habrían favorecido la colonización progresiva de la laguna y de las propias dunas por la vegetación”.
Los aficionados a la ornitología tienen en este espacio natural un paraíso, ya que es un punto habitual de reunión de aves, tanto permanentes como migratorias. Las segundas hacen su parada allí en su viaje hacia el calor cuando tienen el viento en contra y se han llegado a contabilizar hasta 5.000 ejemplares a la vez. Entre otras especies se pueden ver gaviotas reidoras, ánades reales, garzas imperiales, cercetas comunes o cuervos marinos y muchas más.
Asimismo, también hay reptiles como culebras, lagartijas, lagartos o víboras de Seoane; anfibios como sapos, salamandras o ranas de San Antonio y peces como rodaballos o anguilas. Con un poco de suerte se puede avistar alguna nutria chapoteando felizmente e incluso a algún jabalí que haya bajado de su monte para acercar el hocico a las aguas y sus habitantes potencialmente comestibles.
En cuanto a la flora, como dicen desde el concello: “el intercambio de aguas saladas y dulces limita la diversidad vegetal. Paradójicamente, a pesar de la alta humedad ambiental las plantas se ven sometidas a la fuerte acción deshidratante del mar, que combaten con adaptaciones como hojas carnosas, escasos tamaños, etc.”. Sobre todo se pueden observar musgos, líquenes y juncos espigados, entre otros.
La acción humana –incluidas desgracias ambientales como la del Prestige– han puesto y pone en peligro la biodiversidad de esta zona, por lo que es muy importante mostrarle respeto. Como lo haría cualquier creyente a la Virxe do Porto en un día de marea baja.
Carmen López