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La Selva de Irati, Quinto Real o Sorogain. El valle de Belagua, los karsts de Larra o los montes de Areta. Con una extensión de más de 2.000 kilómetros, el Pirineo navarro es un enclave fascinante con una gran riqueza natural, cultural y etnográfica. Pasear por sus senderos y montes nos hace viajar, a través de sus paisajes, bordas y ganado, a una época no muy lejana de oficios ancestrales que hoy, todavía, forman parte de la identidad de sus habitantes.
Ahora podemos descubrir de primera mano cómo se vivía en alta montaña hasta hace unas décadas gracias a fiestas especiales como Orhipean en Ochagavía, rutas por el importante papel que tuvieron las mujeres en los trabajos artesanales o caminatas por paisajes de ensueño con mucha presencia de agua, ideal para refrescarse en los días más calurosos del año, tal y como han hecho desde el principio de los tiempos los pobladores de la zona. Acompáñanos con estas propuestas de lo más interesantes para el verano.
Oriphean, la fiesta de los oficios y tradiciones ancestrales
En el Pirineo navarro, hoy podemos alojarnos en hoteles, apartamentos, casas rurales y albergues con todas las comodidades y, por supuesto, con agua corriente y electricidad. ¡Pero no siempre ha sido así! De hecho, hasta no hace muchas décadas, muchos de estos servicios que ahora asumimos como “normales” no existían en estos enclaves de alta montaña. Y claro, en esas condiciones la gente no podía “teletrabajar”, así que tenían que buscarse la vida de otra manera y dedicarse a oficios tradicionales que hoy nos llenan de curiosidad.
¿Quieres saber qué hacían las hilanderas y las lavanderas, qué importancia tenían en los pueblos? ¿Cómo trabajaban los barberos? ¿A qué jugaban los niños y las niñas en medio de la naturaleza, en sencillos núcleos urbanos y sin videoconsolas ni smartphones? El pequeño pueblo pirenaico de Ochagavía nos invita a volver por un día a este pasado reciente y conocer cómo vivían sus gentes hace 100 años con la fiesta Orhipean.
Esta celebración tiene lugar cada año a finales de agosto y está declarada de Interés Turístico de Navarra. Y todo el mundo se pone manos a la obra: son los propios vecinos del pueblo quienes organizan la fiesta y rescatan los oficios de la zona que hoy se han perdido y quienes se visten con atuendos y peinados de la época. Cada uno adquiere un papel y no falta la figura del médico, la maestra rural o las unaiak (pastoras de vacas). Las calles también se engalanan evocando el ambiente de hace un siglo, de manera que la experiencia de autóctonos y visitantes es totalmente inmersiva.
Ruta por la historia de las mujeres de Ochagavía
Seguimos en el pequeño pueblo de Ochagavía, cerca de la Selva de Irati, para hacer un tour por historias apasionantes protagonizadas por mujeres. Como lamentablemente ha pasado en tantos sitios, aquí también hay muchos relatos en femenino que han sido silenciados o han permanecido ocultos durante demasiado tiempo. La ruta guiada la podemos hacer en cualquier momento del año gracias a una app móvil que nos llevará a diferentes épocas a través de narrativas contadas por sus propias protagonistas.
Una actividad para los amantes de la historia y para quienes creen de justicia recuperar el protagonismo de las mujeres en un formato de lo más divertido y que involucra también a peques: está diseñada como un “juego de escape” en vivo en la calle, en el que tendremos que poner de nuestra parte para completar con éxito el recorrido. Es muy fácil, basta con tener un
teléfono móvil (no hay que descargar nada).
En los dispositivos aparecen escenas teatralizadas, tomas de dron, vídeo animaciones, imágenes de 360 grados, locuciones, fotos antiguas, ilustraciones o espacios 3D que nos guiarán por las calles y la historia en femenino de Ochagavía. Por supuesto, hay que estar físicamente allí para vivir la experiencia. Comienza en la Oficina de Turismo del pueblo y, desde
ahí, tendremos que usar el ingenio para ir avanzando por un recorrido sorpresa que es totalmente peatonal.
Explora la belleza de la Selva de Irati
Además de conocer los saberes ancestrales de la zona, en nuestra visita al Pirineo navarro no podemos dejar de ponernos las botas o las zapatillas para explorar sus infinitos senderos por la naturaleza más frondosa de la Selva de Irati.
Un auténtico baño de naturaleza en el que disfrutar de un silencio que, afortunadamente, tampoco es tal gracias al sonido de las ramas y las hojas meciéndose al compás de la brisa fresca y a las diferentes expresiones de la fauna que tiene aquí su hábitat: pájaros carpinteros, pitos negros, picos dorsiblancos, el impresionante quebrantahuesos, el halcón peregrino, el
águila real, ciervos, corzos, jabalíes y mucho más.
Los accesos principales para descubrir la Selva de Irati son Ochagavía, en el Valle de Salazar, Orbaizeta, en el Valle de Aezkoa y el Centro de Montaña Irati-Abodi. Aquí os dejamos un par de propuestas senderistas sin mucha exigencia en un destino de naturaleza agradable también en verano por sus espacios verdes, frondosos y frescos:
Ruta de Gartxot
Un recorrido circular de 12 kilómetros que comienza Izalzu. Para extasiarse con las preciosas panorámicas de las cumbres pirenaicas y del Valle de Salazar entre densos bosques de hayas y robles, pastos y bordas ganaderas, además de sombreadas cascadas. Su nombre hace referencia a la leyenda local de origen medieval del bardo Gartxot, que se refugió en la cueva de Elkorreta –que queda cerca de un desvío de la ruta- después de asesinar a su hijo porque no quería que se lo llevaran los monjes de Orreaga (Roncesvalles).
Errekaidorra
En Casas de Irati arranca esta ruta de menos de 10 kilómetros por lo que podemos considerar un auténtico museo al aire libre a través de los puntos didácticos en los que se recrean los usos forestales de la zona, como la extracción de madera para producir mástiles, remos, muebles o carbón vegetal. A eso le añadimos el impresionante atractivo natural y refrescante de la Cascada del Cubo y la gran presencia de agua, ya nos acompañará el río durante buena parte del trayecto.
El Pirineo navarro nos aguarda con relatos y rincones por explorar que nos harán viajar no solo por su bello territorio, sino también a través del tiempo.
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Raquel Andrés