El Monasterio de Piedra, entre grutas y cascadas
Escrito por
26.01.2022
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Los ingleses hablaron por primera vez en prensa del Monasterio de Piedra en 1871: era la Fraser’s Magazina y dijeron que el complejo religioso era una de las curiosidades más extraordinarias de Europa. Razones no le faltaban.
El Monasterio de Piedra, situado en Nuévalos (Zaragoza), fue construido en el siglo XIII por doce monjes de la Orden Cisterciense del monasterio de Poblet (Tarragona). Fue levantado junto al río Piedra, en un parque natural y sobre las ruinas de un castillo, por lo que su recorrido -que dura unas tres horas- nos permite pasear entre bosques, cascadas y cavernas.
El Monasterio
El Monasterio de Piedra está protegido por una muralla medieval en la que aún se conserva su imponente torre del Homenaje. Los restos, que hoy se integran en el complejo, en sus orígenes pertenecían a una antigua fortaleza. En el siglo XII, el rey Alfonso II de Aragón y su esposa, Sancha de Castilla, la donaron a los monjes de Poblet, quienes se trasladaron hasta allí para construir su particular monasterio.
Los términos de la donación están escritos en un antiguo pergamino que se conserva en el Archivo Histórico Nacional, en Madrid. Al parecer, en una de sus cláusulas se recoge la obligación de los monjes a organizar una misa anual por el alma del monarca y sus familiares.
La construcción del complejo se produjo durante la transición del románico al gótico, de ahí la mezcla de estilos arquitectónicos que le aportaban un carácter sobrio y austero. Hablamos en pasado porque hoy el complejo alberga un lujoso hotel. Tras haber sido abandonado y saqueado durante la guerra de la Independencia y la Desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX el empresario catalán Pau Muntadas i Campeny (uno de los creadores de la España Industrial) lo compró por 1.250.000 reales. Aunque fue su hijo quien le otorgó todo su esplendor.
Pernoctar en el Monasterio de Piedra es como realizar un viaje en el tiempo. Dormir donde antiguamente lo hicieron los monjes cistercienses, recorrer los pasillos abovedados, subir las escalinatas renacentistas y disfrutar de la piscina, el spa y su delicioso restaurante.
En sus exteriores, además, nos espera un jardín que se extiende hasta el bosque donde podemos ver cómo el agua cae en forma de cascadas. Un espacio único donde disfrutar de una escapada rural en un entorno lleno de magia.
El parque natural del Monasterio de Piedra
En un paseo de dos horas y media el viajero es testigo de la fuerza y la importancia del agua. Grutas, acantilados, saltos y rumores. El agua en el parque natural del Monasterio de Piedra es origen y final de toda forma de vida.
En sus orígenes, no era más que una huerta junto al río, pero Juan Federico Montadas, hijo del anterior propietario, lo convirtió en un jardín paisajista e hizo que las dependencias conventuales gozasen de una instalación hidroterápica. Asimismo, en 1867 creó en ellos una piscifactoría, pionera en España, que aún puede visitarse.
Los imprescindibles del paseo son:
- La cascada Cola de caballo
- La gruta Iris
- El lago del Espejo
- La cascada Iris
- El lago de Los patos
- La gruta del Artista
El itinerario de ida está marcado con flechas rojas. El de vuelta con flechas azules. No hay pérdida posible, a no ser que sea metafórica. Durante el recorrido, además, podremos disfrutar de más de 20 especies de aves que han hecho de este rincón su hogar.
El jardín del Monasterio de Piedra está declarado Conjunto de Interés Cultural. Asimismo el complejo es Monumento Nacional y fue galardonado en el 2011 con la Medalla al Mérito Turístico por el Gobierno de Aragón.
Redacción ER
Lo visité ayer y me pareció un lugar encantador e impresionante y muy recomendable.