Los seres fantásticos de la Navidad española
Escrito por
11.12.2020
|
6min. de lectura
Varios seres de fantasía recorrerán nuestras casas en los próximos días para dejarnos regalos, comida y un toque mágico navideño. En España hay más tradiciones y personajes fantásticos de los que crees. Te mostramos algunos de ellos
¿De dónde viene la tradición navideña?
Lo que se conoce de la Navidad proviene, mayoritariamente, de la tradición cristiana, aunque los orígenes son muy dispares. Diferentes culturas de todo el mundo coincidieron en marcar la transición al invierno con una vuelta del orden social: las fiestas.
La Navidad de la que hoy participamos deriva en gran parte de dos antiguas celebraciones. Por un lado, la tradición del Norte de Europa. Por el otro, la tradición romana de Occidente y la llegada de la Iglesia y el cristianismo en los primeros siglos del primer milenio.
Los carnavales eran (y tal vez son) celebraciones necesarias que revierten el orden social, eliminando la presión que las clases, los ritmos y las jerarquías de poder establecían durante el año.
En la Saturnalia romana, los poderosos ofrecían regalos a los más desfavorecidos y los esclavos perdían su condición durante unas horas en las que dominaban, se vestían como señores y daban rienda suelta a sus deseos, negados durante el resto del tiempos.
En el siglo IV, asentada ya la Iglesia Cristiana de Occidente en la sociedad y adquirido su estatus de poder en el tejido de la Europa naciente, se declara el día 25 de diciembre el Día del Nacimiento de Cristo.
Lo arraigado de la celebración romana de las Saturnalias impide su abolición, pero no la reconversión que hará la Iglesia para eliminar todos los elementos censurables, como el libertinaje de y las pasiones.
Cinco siglos más tarde, el «Festival de Invierno» da paso a la palabra Navidad: la Natividad de Cristo y de la cristiandad medieval. Hacia las mismas fechas, a mediados del siglo XI, los nórdicos toman la actual Inglaterra e introducen su propia celebración. Aparece el «maestro de ceremonias», el Señor del Desorden o el Abate de la Sinrazón, figuras representativas de estas fechas.
Las imposiciones y los nuevos órdenes establecidos a cuya cabeza cabalgaba la Iglesia terminaron por configurar la Navidad que hoy conocemos.
La historia ha dado en nuestro país diferentes personajes que aparecen por Navidad. Estos son algunos de ellos:
El Olentzero
Los niños y niñas euskaldunes reciben sus regalos del Olentzero.
Se trata de un carbonero ya mitológico del universo fantástico de las tierras de Euskadi y Navarra. Sus señas de identidad son el gusto por la comida, por el buen vino del norte y las manchas de carbón típicas.
Su aspecto bondadoso y su caracterización se ajusta a la simbología de Euskadi, a la realidad social de la minería, de los productos tradicionales y del carácter de sus gentes, sintetizado todo en una figura fantástica que viene cada 24 de diciembre a repartir regalos.
Hay quien también ha querido ver una simbología de la renovación del Sol en los solsticios, representada en su aspecto viejo y desarrapado.
De la misma manera que otros personajes como Santa Claus, el Olentzero nace como una extensión de la celebración del solsticio de invierno.
El Tió
La escatología catalana no pasa nunca desapercibida, porque es realmente singular. ¿Quién no conoce la figura del caganer de lo belenes catalanes? ¿Y qué decir de los culés?
Durante la noche del 24 de diciembre en Cataluña también se reparten regalos, pero en esta ocasión los ofrece el tronco sonriente de un árbol.
Los niños catalanes habrán recogido un tronco, lo habrán personalizado con barretina y rostro, y lo habrán alimentado y cuidado durante días para que se convierta en un ser mágico que, a cambio, ofrezca, deponga o evacúe los regalos.
En la actualidad, la tradición es menos detallista en cuanto al cuidado. Se compra, como los árboles de Navidad, pero sigue siendo el encargado de «expulsar» los regalos. Por detrás.
El humor, la simbología y la tradición en Cataluña quedan representadas en la canción que se le canta al Tió.
Papá Noel
De la figura de Papá Noel se ha escrito mucho y casi todo cabe en un personaje de ficción. Es imposible rastrear su verdadero origen, pero sí seguir las pistas de aquellos lugares en los que existieron personajes muy parecidos, probablemente el poso común del que ha derivado el actual.
Las opiniones mayoritarias defienden una evolución de San Nicolás, Obispo de Myra (en Turquía), aunque el popular Santa Claus nace en Estados Unidos durante el siglo XIX. Su inspiración, eso sí, viene de antiguo.
En rigor, el nombre es una derivación del Sinter Klaas holandés y la caracterización se corresponde a un duende de la mitología nórdica: barba blanca y gorra roja.
También traía regalos que marcaban el solsticio de invierno, de la misma manera que Odin (dios vikingo) y Gargan (dios celta) descendían a la tierra para ofrecer presentes a los niños escandinavos.
¿Y el árbol de Navidad?
La simbología del árbol de Navidad es increíblemente rica. Los orígenes se suelen establecer en el universo celta de la Europa Central, donde la naturaleza era parte fundamental de los ritos y la vida cotidiana de los habitantes del lugar.
De nuevo el solsticio de invierno señalaba una nueva época de renovación en que los druidas adornaban un árbol eterno, el Árbol del Universo (Yggdrasil). En lo alto el hogar de los dioses (Asgard) y el palacio de Odín (Valhalla); abajo el infierno, donde habitan los muertos (el Helheim).
El cristianismo evangelizó las zonas pero asimiló las celebraciones de sus habitantes. Así, el árbol perenne simboliza el «amor eterno de Dios», las manzanas adornadas el pecado original (la tentación presente) y las velas y luces iluminan el camino de Jesús en el Mundo.
Y tú, ¿conoces más tradiciones?
Redacción ER