La Silla de Felipe II del Escorial, ¿un altar vetón para hacer sacrificios?

26.01.2024

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7min. de lectura

Silla de Felipe II del Escorial
Silla de Felipe II del Escorial. Por Askanioff

Hay un lugar en Madrid donde se dice que Felipe II se sentaba a ver las obras de El Escorial. Por eso se conoce al lugar como la Silla de Felipe II, pero lo que apuntan las investigaciones es que su origen es mucho más antiguo, y que en realidad fue un altar usado por los vetones, un pueblo prerromano, para hacer allí rituales y sacrificios a sus dioses.

En 1561 Felipe II decidió levantar un monasterio en un lugar casi perdido de la sierra madrileña, que en aquel tiempo pertenecía al juzgado de Segovia. Estaba más o menos a la misma distancia de Madrid, de Segovia y de Ávila, lo que en realidad quería decir que no estaba cerca de ninguna de ellas. El rey conocía el paraje por haber pasado por allí camino de su retiro de Semana Santa en Ávila, y le gustaba.

Silla de Felipe II del Escorial
Silla de Felipe II del Escorial. Por Askanioff

Una silla contemplativa

Las obras del monasterio de El Escorial tardaron casi 15 años en completarse y se dice que Felipe II se sentaba desde la lejanía a ver cómo avanzaban

Se menciona también en algunas fuentes de la época que hubo una comisión que aconsejó y asesoró al rey a la hora de seleccionar el enclave. Una comisión heterogénea formada por arquitectos, filósofos, canteros, médicos y algún que otro hombre de confianza del rey. Pero no hay dato cierto sobre quiénes eran y sobre el peso de sus opiniones en la decisión final. Esta incertidumbre ha dado lugar a que se hayan escrito teorías y leyendas sobre que el lugar se escogió por ser mágico, por su poder telúrico y por ser una entrada al infierno.

Lo cierto es que el rey pagó algunas decenas de miles de ducados por varios terrenos, y a finales de 1562 comenzaron las obras del Monasterio de El Escorial. El proyecto era titánico, como demuestra que hasta 1572 no estuviera más o menos acabado el convento. Y tan sólo en ese año se comenzó la casa del rey, dos años más tarde la basílica, que se daría por finalizada en 1586. Durante todos estos años, el rey Felipe II siguió de cerca la construcción, y por eso no es extraño que naciera la leyenda de la Silla de Felipe II.

Bosque de la Herrería, en Madrid
Bosque de la Herrería, en Madrid. Por ihervas

La Silla de Felipe II es una roca enorme de granito, situada en el bosque de la Herrería. En esa zona había, en tiempos de Felipe II, dos pequeñas localidades que el rey compró por 40.000 ducados, junto con los terrenos que las rodeaban. Hecho esto, las despobló. La roca, por supuesto, ya estaba allí. La forma que tiene esta, que nos lleva a pensar en un asiento, con apoyabrazos incluidos, ha dado pie a que se diga que durante los años que duraron las obras del monasterio, el rey se sentaba allí a vigilarlas.

Un altar vetón

Con toda probabilidad la conocida como Silla de Felipe II es en realidad un altar vetón destinado a hacer rituales a los dioses.

Pero, como decía, esto de la silla parece una leyenda. En primer lugar, porque no hay referencias de la época de Felipe II al hecho o al lugar. En segundo lugar, porque seguramente el rey habría encontrado sitios mejor posicionados para ver las obras y seguirlas, aunque fuera con cierta distancia.

Lo más interesante es que probablemente, según los estudiosos, la roca tenga un origen mucho anterior y que esté más bien cimentado en el uso de la roca como altar de sacrificios vetón. Esto situaría la Silla de Felipe II quizás hasta unos 20 siglos antes del tiempo del propio Felipe II.

Los vetones fueron un pueblo prerromano de la cultura celta, que habitaron una parte importante del oeste central de la península Ibérica. Principalmente en la zona de las actuales Salamanca, Ávila y Cáceres, pero no se limitaron a estos territorios. La zona de El Escorial, por cierto, era frontera entre los vetones y los carpetanos. De estos dos pueblos viene la maravillosa palabra carpetovetónico, que indica que algo es característico de la España profunda, frente a todo influjo foráneo.

Silla de Felipe II del Escorial
Silla de Felipe II del Escorial. Por Askanioff

Volviendo al altar vetón que se relaciona con Felipe II, las formas encajan con otros altares similares, y tienen sentido para las ceremonias de sacrificio, donde se manipulaban las vísceras de las víctimas y su sangre. Probablemente, el receptor de los sacrificios, es decir, el dios al que iban dirigidos, sería la divinidad relacionada con la guerra.

Que la zona del altar esté rodeada de robles también es importante, ya que estos árboles tenían un componente sagrado para los celtas, como indica en distintas publicaciones la arqueóloga Alicia Cantó, una de las investigadoras que más ha trabajado sobre este lugar. Además, no lejos de allí hay otros dos altares, que abundan en la teoría del origen vetón del conjunto.

La doble escalera que acompaña al lugar es otro de los elementos que pesan en la balanza, del lado del ritual prerromano. Es una estructura similar a la de otros lugares destinados a los rituales, tanto de vetones como de carpetanos. Hay varios detalles más de este tipo que han llevado a los investigadores a dar por hecho que la Silla de Felipe II fue en realidad un lugar ritual vetón.

A pesar de todo, quién sabe si un día, durante un paseo, Felipe II se sentó en el altar a descansar un poco.

Por otra parte, en 2015 se descubrió en la roca una cabeza con su cabellera, como movida por el viento, y que lleva a pensar en la mitología grecorromana. No piensen en una figura perfectamente definida, sino más bien en una forma en la roca en la que se intuye esa cabeza y ese rostro. Por lo tanto, tampoco es un hecho concluyente, pero es otro elemento más a tener en cuenta.

¿Podría ser que a pesar de tener ese origen prerromano el lugar lo usara Felipe II para sentarse habitualmente? Es poco probable, por lo que comentábamos de la falta de fuentes que así lo afirmen. ¿Podría ser que Felipe II, en un día de caza o paseo se parase allí un ratito a descansar? Quién sabe. Lo que sí tiene su punto es que el monasterio de El Escorial esté relacionado con San Lorenzo, por haberse ganado en el día de San Lorenzo la batalla de San Quintín, y no lejos de allí, pero muchos siglos antes, ya se hicieran construcciones pensando en los dioses.

Todo esto hace que se disfrute aún más del lugar, que ya de por sí es una auténtica maravilla, rodeado de naturaleza, con unas vistas maravillosas y, como vemos, con una historia magnífica para contar. Los alrededores de El Escorial le gustaban a Felipe II, porque ahí podía pasear, disfrutar de la naturaleza y cazar.

Sin ir más lejos, en 1582 dejó escrito lo siguiente, que hoy está en una placa en la zona de la Silla: “Una cosa deseo ver acabada y es lo que toca a la conservación de los montes […] Temo que los que vienen después de nosotros han de tener mucha queja de que se los dejemos consumidos”. Felipe II, que tenía bajo su corona un imperio enorme, gozaba de la naturaleza como de pocas cosas, y le preocupaba su conservación.

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Manuel Jesús Prieto

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