Según parece, el alpinista francés Lionel Terray dijo una vez: «¿Por qué subir montañas? Porque están ahí». Nadie le puede negar que es una buena respuesta (no rigurosa en un plano científico, claro), que puede servir para insuflar ánimos a quien se esté planteando una jornada por el monte. Si es así, una buena opción es la ruta de Gargantilla al puerto de Honduras, en Cáceres. No supone una sesión de escalada extrema, pero sí se alcanza una altura considerable.
Una ruta de montaña de dificultad moderada
Longitud: 18 km.
Dificultad: moderada
Tipo de ruta: circular
La ruta es circular y tiene 18 kilómetros y medio de longitud, aproximadamente. Se completa en seis horas y su nivel de dificultad es moderado, así que es aconsejable estar en buena forma, aunque sea mínimamente (hay quien usa bastones para ganar seguridad). Se llega a una altura máxima de 1.508 metros y el desnivel, tanto positivo como negativo, es de 1.182 metros. Aquí se puede consultar el mapa.
El camino parte del centro de Gargantilla, un pueblo perteneciente al extremeño valle del Ambroz. Para llegar hasta él, hay que tomar la salida de Aldeanueva del Camino en la autovía de La Plata (A-66). Desde ahí, se toma la calle Jerte, que dirige a la piscina natural más cercana a la localidad.
Este tipo de pozas de agua son muy características de esta zona de la península ibérica (Extremadura es un destino acuático perfecto para refrescarse en verano, aunque no tenga costa marítima). El sendero sigue en dirección al puerto, que está bien trazado por lo que no hay mucho peligro de perderse. A este tramo también se lo conoce como ‘el camino del carbonero’, porque el transporte de dicho mineral se hacía por ahí en la antigüedad.
Durante la subida se topa a veces con otros accidentes geográficos acuáticos como la garganta de la Buitrera, muy bonita, sobre todo, cuando el deshielo de la sierra la alimenta en cantidad. Paso a paso se puede apreciar la vista cada vez más elevada de Gargantilla y toda la naturaleza que compone el valle, plagado de castaños.
Un primer cartel indica que la cima del puerto queda a unos 200 metros, cuyo recorrido requiere un poco de esfuerzo. Finalmente, se llega a la señal que indica la victoria: los 1.440 metros de altitud. Cerca de dicho punto hay un refugio para montañistas, donde es recomendable aprovechar para recuperar fuerzas antes de iniciar el descenso.
Para volver a Gargantilla se puede tomar el sendero local Collado de Enmedio, paralelo al camino de subida o, si no, bajar por la carretera CC-102. Esta segunda opción es más sencilla, pero tiene el inconveniente del tráfico. En principio, al tratarse de una carretera de alta montaña, no tendría que haber mucha afluencia de vehículos, pero no significa que no pasen coches. Por esa vía se llega a un aparcamiento desde donde se coge el camino que lleva al pueblo por una zona campestre.
Otros atractivos de Gargantilla
La ruta al puerto de Honduras solo es una de las cosas que se pueden hacer en Gargantilla y sus alrededores. Por ejemplo, si se quiere disfrutar de la naturaleza sin necesidad de ascender demasiado en la montaña, una buena idea es tomar el sendero Bosques del Ambroz en dirección a Hervás. En ese camino se pueden observar terrazas de cerezos y el castañar del Duque. Las cerezas son uno de los productos más conocidos de la localidad por su calidad, así como las ciruelas de la variedad Reina Claudia. En otoño, por supuesto, también abundan las castañas.
Un paseo por las calles de Gargantilla también es agradable. En el barrio Perché se concentran muchos edificios con arquitectura clásica serrana, cuya característica más llamativa es la de las galerías y balcones elaborados con madera. Muchos vecinos les dan vivacidad con macetas de flores coloridas, como geranios.
Desde el último fin de semana de octubre hasta el primero de diciembre se celebra en el valle del Ambroz, del que forma parte Gargantilla, una festividad llamada Otoño Mágico en la que se ofrecen actividades como: “senderismo, rutas BTT, carreras por montaña, raid de aventura, gastronomía, micología, astronomía, fotografía, música o teatro, entre otras”, explican en la web de la organización. En total, son más de 70 propuestas en las que participan numerosas asociaciones y colectivos del valle, que quieren enseñar a sus visitantes las maravillas que ofrece la zona.
Para llenar el buche en Gargantilla
Extremadura es una región con una riqueza gastronómica no siempre apreciada en su justa medida. Y en el valle del Ambroz se pueden degustar los platos tradicionales de la comunidad además de algunos propios.
Las migas son, por supuesto, unas de las estrellas de las cartas, así como las patatas escabechadas. Antes se elaboraban con motivo de alguna festividad, pero ahora son prácticamente atemporales. Lo mismo ocurre con el dulce típico conocido como perronillas así como con los mantecados.
Unos clásicos de Semana Santa son los hornazos, bollos de pan rellenos de chorizo (también existe la versión ‘vegetariana’ para quienes respeten el mandamiento católico de no comer carne en ciertos días). En la misma época también es costumbre comer bollos de leche, que son exactamente lo que su propio nombre indica.
Por carnaval se elaboran los coquillos, que son unos dulces de masa frita y después bañada en azúcar, y también las clásicas rosquillas (casi cada pueblo de España tiene las propias). Y para brindar, nada mejor que un chupito de aguardiente o licor de cerezas casero. ¡Salud!
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