Ruta de los colores del Valle Oscuru (Asturias)
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02.09.2021
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En la localidad asturiana de Llanes, los apasionados del senderismo tenemos la opción de disfrutar de una de las rutas más auténticas y de mayor desconexión de la zona: la Ruta de los colores del Valle Oscuru; un baño de naturaleza y tradición llanisca que tiene al nacimiento del río Cabra como uno de sus elementos esenciales.
Por cierto, a modo de curiosidad, el nombre del valle, Valle Oscuru, parece provenir de aquellos tiempos en los que la vegetación era tan tupida que impedía que los rayos del sol la atravesaran. O puede que, como dicen los ancianos del lugar, del hecho de que el bosque lo cubría todo.
Sea cual fuere el origen de la denominación del valle, para comenzar esta sencilla ruta circular, de aproximadamente 12.3 kilómetros de longitud y 3.5 horas de duración, nos dirigiremos a la localidad de Tresgrandas: el punto de inicio y final. Sin embargo, no será el único núcleo de población que conoceremos pues la ruta también atraviesa el corazón de los pueblos de La Borbolla, Santa Eulalia, Pie de la Sierra, el Cereceu y Boquerizu.
Además de adentrarnos en las diferentes poblaciones que salpican el Valle Oscuru, a lo largo del recorrido de la ruta de los colores, encontraremos siete paneles de interpretación ilustrados con creaciones artísticas de Julio Rey. En ellos hay información relevante de los recursos naturales, valores etnográficos e historia de los habitantes de esta mancha boscosa de Asturias, así como una serie de paradas de interés que nos permitirán completar la experiencia.
Entre los paneles descriptivos, el dedicado a los indianos es uno de los que más llama la atención pues nos permite acercarnos y conocer más en profundidad a los asturianos que, por diversas razones, emigraron a países como México, Cuba o Venezuela durante los siglos XIX y XX. A su vuelta, y si habían prosperado, construyeron viviendas bajo la conocida hoy día como arquitectura indiana.
Entre las diferentes paradas que ofrece la ruta de los Colores del Valle Oscuru, destacan los palacios de La Braña Vieja, un tipo de vivienda representativa de las familias más pudientes de la primera mitad del siglo XX; el punto estratégico desde el que se contempla una espectacular vista panorámica de la sierra del Cuera; el molino del Redondal como ejemplo de los muchos molinos que aprovechaban las aguas del río Cabra para moler el maíz que antaño utilizaban como base alimenticia durante todo el año; o la sierra plana de La Borbolla, donde nos esperan varias estructuras geomorfológicas utilizadas para los más diversos usos por los diferentes pobladores de la comarca ya desde la antigua Edad de Bronce.
Un amplísimo desfile de elementos que se suma a la vasta flora del considerado uno de los mejores bosques de ribera de la zona oriental de Asturias así como a su fauna, con la nutria y el alimoche como dos de las especies más representativas y vulnerables del entorno. No en vano, ambas están incluidas en el Catálogo de Especies Protegidas de la Fauna Vertebrada del Principado de Asturias.
En definitiva, una ruta para desconectar y reencontrarse con los valores humanos y naturales más auténticos.
Elísabet García