Las Majadas es un pequeño municipio de la provincia de Cuenca, una tranquila localidad con parte de su territorio en el Parque Natural de la Serranía de Cuenca y el Parque Cinegético Experimental de El Hosquillo. Con semejante entorno, las opciones de senderismo son muy numerosas. Y una de estas opciones es la ruta por los Callejones de Las Majadas.
Esta ruta se inicia en un parking que hay habilitado a escasos tres kilómetros del municipio. Es un trayecto circular muy sencillo, perfectamente balizado y apto para toda la familia. De hecho, a los peques les encanta jugar a adivinar a qué se parecen las formas cársticas tan peculiares que han formado las rocas que hay repartidas por todo el recorrido. Ventanales, grandes setas, patas de elefante… Solo hay que dejar volar la imaginación.
En cuanto a la duración , la ruta por los Callejones de Las Majadas se completa en poco más de una hora yendo con bastante tranquilidad.
El nombre tan peculiar le viene dado porque conforme se avanza las diferentes rocas cársticas forman una especie de callejones o pasadizos de diferentes tamaños. Y es que esta ruta es de lo más especial. Además de tener disponibles varios paneles informativos para conocer información interesante sobre la zona, es una opción perfecta para ver cómo evoluciona un relieve de naturaleza cárstica pues se aprecia con detalle qué superficie ha sido azotada por la lluvia o cuál ha sufrido la erosión de la arena.
¿Y cómo se formaron estos callejones?
El proceso se produjo en tres fases bien diferenciadas. En primer lugar, el agua que circula por las rocas, conformadas principalmente por carbonato de calcio y magnesio -su nombre técnico es dolomía-, consigue agrandar las fracturas y formar surcos. Es entonces cuando comienza la segunda fase en la cual, los surcos se ensanchan más aún, disolviéndose gran parte de los minerales de las dolomías, lo que da como resultado los peculiares callejones. Ya en la fase final, entraría en juego la formación laberíntica pues a causa del fuerte proceso de erosión, las rocas llegan a desaparecer y tan solo permanecen unos monolitos aislados.
Un paisaje dinámico que se transforma día a día y que te sorprende a cada paso pues, cuando piensas que tu retina ya ha visto la formación más asombrosa, avanzas unos metros y te quedas aún más boquiabierto por la espectacularidad. Este dinamismo y el factor sorpresa le confieren un toque muy especial a este rincón conquense que lo hacen inolvidable.
Hay quien se atreve a decir que es una Ciudad Encantada en pequeñito. Y, en cierto modo, lo es. Eso sí, mucho menos concurrida pues tiene menos turismo.
En algunas de las zonas, la vegetación viste por completo estas formaciones tan peculiares aumentando la fotogenia aún más si cabe y aportando un toque mágico.
Como esta ruta es bastante corta, una posibilidad más para alargar el día en familia en plena naturaleza es visitar el Parque Cinegético El Hosquillo donde poder disfrutar de especies animales en libertad como osos, ciervos o, con un poco de suerte, lobos.
Elísabet García