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Dicen que en el tarro pequeño está la buena confitura. Y eso también se aplica en los viajes. Digamos que Asturias es uno de los tarros pequeños: es la décima en extensión entre las comunidades españolas; pero tiene tal concentración de lugares interesantes que más que territorio parece un parque temático. Desde paisajes marinos con faros a dinosaurios, playas secretas, museos y una espectacular gastronomía. Todo ello a pocos kilómetros de distancia, casi como si saltáramos de casilla en casilla en un divertido tablero de juego. Así puede ser tu particular viaje en familia por Asturias.
Gulpiyuri, una playa muy especial
Comenzamos en Colombres, en el concejo de Ribadedeva. La parroquia es un perfecto punto de partida; como Bien de Interés Cultural y como Pueblo Ejemplar de Asturias, es una inmersión directa en la esencia asturiana. Y a poca distancia, siguiendo la Autovía del Cantábrico, llegaremos a una de las playas de Asturia más espectaculares.
La de Gulpiyuri es una playa; pero desde ella no se ve el mar en el horizonte. Aunque parezca un acertijo, no lo es. Se trata de una playa interior que deja estupefactos a pequeños y grandes. Para llegar hasta ella, hay que dejar el vehículo y recorrer unos escasos 200 metros planos de camino. De pronto, ahí abajo, entre el verde del prado, arena blanca y agua turquesa. ¿El secreto? El Cantábrico se agita a tan solo unos metros de distancia, tras los acantilados que parecen un telón para un baño teatral. Es tan espectacular que no pudieron dejar de catalogarla como Monumento Natural.
Un museo del Jurásico
Siguiente parada, a menos de media hora de coche. Y será muy fácil arrancar a los más pequeños de sus juegos en la arena: nos aguardan los dinosaurios. Para ello hay que ir hasta el concejo de Colunga. El Museo del Jurásico ocupa un entorno privilegiado con el mar de fondo y vistas a Lastres, por él, campan varias reproducciones sorprendentes de dinosaurios. El edificio del museo tiene una arquitectura singular en forma de una gran huella tridáctila de dinosaurio que es más evidente visto desde arriba. En su interior, podremos conocer la evolución de la vida en la Tierra desde los inicios hasta la aparición de la Humanidad.
Una escuela como la de antes
Decir que Lastres es un enclave marinero de gran belleza es quedarse muy corto. En realidad Lastres ostenta el título oficial de Pueblo más Bonito de España. Tras despedirnos de su bello puerto pesquero, tomaremos la AS-255 en ruta hacia el sur, hasta Viñón, Cabranes, al encuentro del mundo rural asturiano.
El Museo de la Escuela Rural nos queda a la izquierda. Se trata de un coqueto edificio pintado de azul cielo y blanco. Traspasar a su interior nos transportará a otra época. Para los mayores, será casi un reencuentro; para los más pequeños, una sorpresa: no siempre hubo tablets y ordenadores en las aulas. Es más, como podemos leer en uno de los testimonios del museo, no había ni calefacción: “Al llegar a la escuela saludábamos al maestro, no había estufa, éramos grandes aliados del frío. Nos sentábamos en mesas de dos, la clase se componía de tres secciones: pequeños, medianos y mayores”. Hay dos espacios que recrean aulas del pasado: la republicana de 1931 y la franquista de 1939 y 1975; además, podremos conocer vivienda del maestro y la maestra.
Una interesante parada en Oviedo
De lo más rural a la capital de Asturias. Allí nos esperan sus estatuas para jugar al escondite. ¡Hasta está Mafalda! Y también, están los dulces de sus confiterías, sus pequeños comercios de toda la vida, las plazas y calles para recorrer pausadamente. No es por nada que Woody Allen dijera de ella que es una ciudad deliciosa, exótica, bella y peatonalizada. En Oviedo hay algunos museos más que interesantes. En concreto, en el centro, el Museo Arqueológico de Asturias tendrá entretenidos a los más pequeños por un largo tiempo. Las reproducciones y maquetas son súper realistas y hay multitud de elementos interactivos con los que aprender jugando.
A todo tren
En Gijón, de nuevo en ruta hacia el encuentro con la costa, no espera otro de los museos que captará la atención de los más pequeños: el Museo del Ferrocarril. El ferrocarril está muy relacionado con la actividad minera de Asturias. Hay que ir hasta la Playa de Poniente. Frente de la arena, cruzando la Av. de Juan Carlos I, encontramos el edificio del museo, ocupando parte de la antigua Estación del Norte de Gijón. Lo interesante está dentro. Y hay mucho, tanto que es considerado uno de los más importantes en Europa. Recorrerlo es conocer la historia del mundo del Ferrocarril: la llegada del vapor, el carbón, los lenguajes y códigos, los objetos, los preciosos diseños de las locomotoras y de los vagones de pasajeros.
Un faro como final de viaje
De los vapores de las antiguas locomotoras de Gijón a un faro del siglo XIX, el faro de Luarca, la villa blanca de la costa verde. Esta bella parroquia del concejo de Valdés tiene uno de esos cascos históricos en los que es un placer pasear sin rumbo fijo. Sin duda, un lugar perfecto para probar algunos excelentes platos de la cocina asturiana. Hay que subir a la zona alta, a la Atalaya y al faro para tener las vistas más espectaculares del lugar. En la la plaza de la Constitución, encontraremos el lugar de nacimiento del Nobel de Medicina Severo Ochoa. Aunque, tal el lugar más determinante en su vida antes de emigrar a Málaga, fuera la cerca Playa de Portizuelo, donde comenzó su interés por la biología. Sin duda, un estupendo lugar donde acabar este viaje, ¡y una historia fascinante más que contar a los más pequeños!
José Alejandro Adamuz