El puente de León en el que para cruzar había que pelear

28.04.2022

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Puente de Órbigo, León
Puente de Órbigo, León. Por Canduela

Hay un lugar en León en el que se llevó a cabo un paso de armas relacionado con el amor, que parece sacado de los sueños de locura de Alonso Quijano. Este, convertido en don Quijote en su cabeza, retó y combatió por amor, como el personaje del que vamos a hablar. Ese lugar de León es Hospital de Órbigo, y el caballero real que en el siglo XV allí rompió decenas de lanzas luchando en justas medievales fue don Suero de Quiñones. Es más, Cervantes menciona en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha a don Suero y su hazaña en el Puente de Órbigo.

El puente de Órbigo era perfecto para que hubiera público

Hospital de Órbigo está tocado por el Camino de Santiago, en concreto por el conocido como Camino francés. Y eso hacía que fuera un lugar importante de paso de todo tipo de peregrinos. Como sigue ocurriendo hoy, por otra parte. El impresionante puente de la localidad fue el que le dio origen y nombre: Puente de Órbigo. Más tarde se ampliaría la importancia de la zona cuando los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén crearon allí un hospital para los peregrinos a Santiago. De ahí se creó otra localidad y viene el nombre que agrupa a los dos lugares: Hospital de Órbigo.

Puente de Órbigo
Puente de Órbigo. Por Canduela

Por cierto, los caballeros de San Juan de Jerusalén protegían a los peregrinos en Tierra Santa, de ahí su nombre, y tomaron parte importante en las Cruzadas. Los hospitales por estos lugares es una muestra de la relevancia histórica del peregrinaje a Santiago en esta parte leonesa. Y por esa importancia como punto de paso pudo el caballero don Suero de Quiñones llevar a cabo su reto en Puente de Órbigo. Un reto lanzado por amor y que se conoce como el Passo Honroso.

Al parecer don Suero, allá por 1434, cuando tenía cerca de 25 años, estaba enamorado de doña Leonor de Tovar y había prometido que, todos los jueves, llevaría una argolla al cuello y haría ayuno. Ese voto caballeresco era su forma de mostrar que era preso del amor de ella.

Para librarse de aquella promesa, decidió hacer un paso de armas en torno al puente sobre el Órbigo, que duraría hasta que él y sus compañeros rompieran 300 lanzas. Junto a don Suero había otros 9 caballeros, que esperarían a sus contendientes junto al puente.

Si un hombre quería luchar y no tenía caballo o armas, Suero de Quiñones se las proporcionaba

Puente de Órbigo
Puente de Órbigo. Por Canduela

El memorial con el que don Suero determinaba las condiciones y explicaba su reto, su paso de armas, tenía 22 capítulos. Gracias a textos como el del escribano del rey Juan II de Castilla, tenemos constancia de los detalles. Don Suero estableció que no pasaría ningún caballero por el lugar sin que él, o uno de los suyos, se enfrentara al otro en justa y en ella uno de los dos rompiera tres lanzas. Si una lanza hacía sangre se contaba igualmente como lanza rota para el objetivo de alcanzar las 300. Si la que quería pasar era una dama, esta debía entregar su guante derecho, que perdería salvo que un caballero de entre sus acompañantes combatiera a cambio.

Se comprometía también a dotar de armas y caballos a todos los caballeros y gentiles hombres que asistieran al lugar y quisieran combatir. Y además ni las armas ni los caballos proporcionados serían peores que los que él mismo usaría. Por último, les ofrecía su hospitalidad y alojamiento. La familia de don Suero era muy importante, y por eso se podía permitir este tipo de ofrecimientos y preparar el palenque y todo lo relacionado con el paso de armas.

Puente de Órbigo, Paso honroso
Paso Honroso en el Puente de Órbigo. Por María Teresa García Montes

Esta llamada a justar se extendió y fue atendida por un buen número de caballeros castellanos, aragoneses, portugueses… y hasta algún que otro hombre venido de reinos extranjeros más lejanos. Lógicamente, el estar Hospital de Órbigo en el Camino de Santiago hacía que el mensaje se moviera rápido en todas direcciones.

Las justas son ese combate que tenemos asociados a los torneos medievales en los que dos caballeros, lanza en ristre, cabalgan uno contra el otro para intentar derribarse mutuamente del caballo golpeando con la lanza en el pecho o en el escudo del contrario. Por cierto, el ristre era una pieza de hierro que tenían las armaduras en la parte derecha del peto, que servía para apoyar con seguridad en extremo de la lanza que el caballero llevaba pegado al pecho. Así no sólo se podía sujetar mejor en posición horizontal al cabalgar, sino que se golpeaba con más fuerza.

El Paso honroso se recrea en una Fiesta de Interés Turístico Regional

Aunque no era una lucha a muerte, ni mucho menos, las justas de Puente de Órbigo no eran tampoco un baile previamente coreografiado, por lo que hubo algunas desgracias. Varios hombres resultaron heridos y uno de ellos perdió la vida cuando se enfrentaba a un primo de Suero de Quiñones, que formaba parte del grupo de este. Tuvo la mala suerte de que la lanza se desviara y entrara por el ojo, lo que fue fatal.

Al final el reto duró menos de lo esperado, y no porque se llegara a las 300 lanzas rotas pronto. Había comenzado el 11 de julio y el 10 de agosto el propio don Suero de Quiñones fue herido. Esto obligó a detener el paso de armas de Puente de Órbigo, a lo que también ayudó que los peregrinos y vecinos estaban un poco cansados de los problemas derivados de él. Aún así, se dio por cumplido el objetivo y se libró a don Suero de su promesa de llevar la argolla al cuello. Habían participado casi 80 caballeros hasta entonces y las lanzas rotas fueron más de 177. Al final de cada jornada, eso sí, se celebraba un banquete al que todos estaban invitados.

Acabado el Passo Honroso y recuperado don Suero de Quiñones de sus heridas, él y los 9 caballeros que habían formado parte de su grupo durante aquellas semanas de 1434, acudieron en peregrinación a Santiago de Compostela, cerrando así el episodio. En ese viaje el caballero entregó la argolla que había llevado al cuello y de la que se había librado gracias a las lanzas rotas en el puente. Esa argolla se guarda aún hoy en la catedral de Santiago.

Quizás se pregunten por el final de la historia de amor que en última instancia causó todo esto. Bien, pues parece que doña Leonor de Tovar acabó casándose con don Suero de Quiñones poco después de todo aquello del Passo Honroso.

Hoy, casi 6 siglos después de los hechos se siguen recordando puntualmente año tras año en una fiesta multitudinaria. Se recrea todo aquello, incluidos los banquetes, y se vuelve a llenar Hospital de Órbigo de caballeros y de espadas. Es una fiesta de Interés Turístico Regional y se celebra a primeros de junio, llenando el puente de visitantes.

Manuel Jesús Prieto

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