Vistas desde el comedor de La Era de los Nogales, en Sardas (Huesca). Por La Era de los Nogales.
Índice
- Cinco pequeños pueblos de Cataluña con estrella Michelín
- Cerca de las estrellas en el Pirineo de Huesca
- Un sector clave para el desarrollo turístico oscense
- Estrellas (Michelín) que señalan el norte
- El caso paradigmático de Axpe y el asador Etxebarri
- Estrellas Michelín castellanas que atraen turismo rural

En los últimos años, los restaurantes con estrella Michelín se han convertido en un fuerte reclamo turístico para numerosas poblaciones del entorno rural. La última Gala Michelín España celebrada en Murcia, en la que se otorgaron las distinciones más ansiadas por los chefs españoles para 2025, ha reforzado el fenómeno. Cada vez hay más pueblos pequeños con estrella Michelín.
Nada menos que veintiséis localidades españoles de menos de 1.000 habitantes cuentan con restaurantes con estrellas Michelín. Es decir, casi la décima parte del total de 291 establecimientos españoles que figuran en el listado más exclusivo de la restauración mundial.

En EscapadaRural hemos querido profundizar en el fenómeno de los pueblos pequeños con estrella Michelín. Podemos definirlo como un turismo gastronómico rural de calidad. Una experiencia culinaria cada vez más demandada por los paladares más finos, a quienes no les importa recorrer grandes distancias o adentrarse en la España profunda para descubrir las propuestas más atrevidas y sorprendentes.
Programas televisivos de éxito como Masterchef también han contribuido a la promoción turística de pequeños pueblos a través de su gastronomía. Te acompañamos a estos preciosos rincones en los que, además de satisfacer su apetito, los comensales pueden descubrir las maravillas del turismo rural.
Cinco pequeños pueblos de Cataluña con estrella Michelín

Comenzamos nuestro recorrido por la comunidad catalana, que puede presumir nada menos que de cinco pequeñas poblaciones rurales con restaurantes de la máxima calidad. En Cornudella de Montsant (Tarragona) encontramos el restaurante Quatre Molins; a las afueras de Gimenells (Lleida) se ubica el Malena; y Girona aporta dos restaurantes: la Fonda Xesc, en Gombrèn; y el Voramar, en Portbou, novedad este año en el listado.
Por último, en el pequeño pueblo barcelonés de Sagàs (153 habitantes) cuentan con el restaurante Els Casals. Su chef, Oriol Rovira, ofrece en Michelin Guide la clave de su éxito: “Somos productores de ganado, verduras, aves de corral y embutidos caseros, y nos apoyamos en las pequeñas explotaciones cercanas; nuestra cocina busca cerrar el círculo de la producción, la gestión y la venta”.
La declaración nos adelanta un factor común en los restaurantes de pueblos pequeños con estrella Michelín: la cocina de proximidad y el cuidado del producto local. “Hay restaurantes con productos que, sencillamente, no se pueden probar en otro lado porque no tienen una red de distribución”, explica Miguel Ayuso, crítico gastronómico y director del exitoso blog culinario Directo al Paladar.
Cerca de las estrellas en el Pirineo de Huesca

El propio Ayuso nos apunta otras claves que hacen del entorno rural un ámbito propicio para este tipo de establecimientos. “Hay una generación de jóvenes cocineros que han entendido que pueden crecer profesionalmente cocinando en sus pueblos, donde tienen más facilidades para establecerse”, señala.
Se refiere, obviamente, al aspecto económico. “Muchos de estos restaurantes son negocios familiares, con local propio, lo que resta el alquiler a los gastos fijos”, explica. Así, suelen tener “un ticket medio mucho más asequible que en las ciudades y, por tanto, una relación calidad-precio mayor”. Se abren de esta manera a un público más numeroso y, por otro lado, “suelen ser locales con mucho más encanto”.
Es lo que sucede en el Pirineo de Huesca, que en los últimos años ha desarrollado un turismo gastronómico rural de primera calidad. No obstante, la provincia obtuvo en la última Gala Michelín tres nuevas estrellas: Ansils, en Anciles; Casa Arcas, en Villanova; y La Era de los Nogales, en Sardas. Entre las tres poblaciones no llegan a 400 habitantes, y la última de ellas solo tiene 40 personas censadas.
Un sector clave para el desarrollo turístico oscense

Presumen de ello en toda la provincia y lo consideran “uno de los segmentos clave para nuestro desarrollo turístico”, según reconoce Sergio Serra, diputado-delegado de Turismo y Proyección Exterior de la Diputación Provincial de Huesca. “Somos la provincia española con más estrellas Michelín per cápita (una por cada 33.000 habitantes), y la llegada de tres nuevas estrellas refuerza el potencial gastronómico que tiene el Alto Aragón”, añade.
El listado de pequeños pueblos aragoneses (recordamos que estamos hablando de municipios de menos de 1.000 habitantes) con estrella Michelín lo completan Canfranc Estación (Huesca) y Tramacastilla (Teruel). En el primero, en el complejo de la recién remodelada estación internacional de Canfranc, se ubica el restaurante Canfranc Express, que da servicio solo para ocho comensales en un antiguo vagón restaurado. El segundo, la Hospedería El Batán, está situado en una vieja fábrica de lanas en plena sierra de Albarracín.
Estrellas (Michelín) que señalan el norte

Si nos desplazamos al norte, el fenómeno de los pueblos pequeños con estrella Michelín cobra, si cabe, más sentido todavía. Ya sabemos que se trata de una zona donde predomina el entorno rural y el aislamiento, lo que no ha sido un obstáculo para que triunfen las propuestas gastronómicas más atrevidas.
Es el caso, por ejemplo, de Villaverde de Pontones, donde encontramos el único restaurante con tres estrellas Michelín en una población menor de 1.000 habitantes. El Cenador de Amós lleva más de 30 años conquistando a los paladares más exigentes. Y además, mantiene una clara apuesta por la ecología y la sostenibilidad, lo que le ha valido obtener también la distinción de la estrella verde.

“Respetamos la estacionalidad de los productos ecológicos que cultivamos en nuestro huerto y trabajamos con productores locales, pues apoyamos el concepto de economía circular; también hemos creado una comunidad solar, así que compartimos energía con nuestros vecinos”, afirma orgulloso su chef, Jesús Sánchez.
En un recorrido por la franja norte de España, tendríamos paradas en Daroca de Rioja, donde se ubica Venta Moncalvillo; y El Molino de Urdániz, en Urdániz (Navarra). Ambos cuentan con dos estrellas Michelín. También visitaríamos Santa Cruz de Campezo (Álava), donde está el restaurante ARREA!; Prendes y Ortiguera (Asturias), que cuentan con Casa Gerardo y Ferpel Gastronómico, respectivamente; y Barizo (A Coruña), donde encontramos el restaurante As Garzas. Es decir, cada comunidad norteña tiene al menos un pueblo de menos de 1.000 habitantes con un restaurante con estrella Michelín.
El caso paradigmático de Axpe y el asador Etxebarri

Mención aparte merece el caso de Axpe, un pueblo vizcaíno de apenas 230 habitantes con una oferta culinaria de primerísima calidad. Esta surgió al abrigo del asador Etxebarri, que tiene estrella Michelín desde 2010. Posteriormente, también obtuvo su preciado galardón el Txispa, donde el chef japonés Tetsuro Maeda propone una fusión de cocina japonesa y asador vasco.
Axpe es la prueba de que “un restaurante con estrella Michelín puede cambiar por completo la vida en un pueblo y, además, animar a otros emprendedores a currárselo”, según explica el responsable de Directo al Paladar. “Axpe es un caso paradigmático”, añade.
Situado a los pies del mítico Anboto, en el Parque Natural de Urkiola, Axpe ofrece otros recursos turísticos que aprovechan el reclamo de sus restaurantes para atraer visitantes. “Para los amantes de la gastronomía, el destino se suele decidir por el sitio en el que vas a comer, pero siempre se hacen otras cosas: se visita la zona y, en muchos casos, se pernocta, claro”, argumenta Miguel Ayuso.
Estrellas Michelín castellanas que atraen turismo rural

Aprovechar el tirón que supone tener un restaurante con estrella Michelín en el pueblo es precisamente el reto al que se enfrentan estas localidades. “Son pueblos que se han convertido en destino gastronómico, en ocasiones incluso por encima del turístico”, señala Miguel Ayuso.
El fenómeno se hace patente en la España vaciada, con especial énfasis en las tierras castellanas. “Es obvio en pueblos como Castroverde de Campos (Zamora), donde está el restaurante Lera”, apunta el experto gastronómico. En este restaurante, como en muchos otros de este tipo, se puede pernoctar porque también cuentan con habitaciones de hotel.
Los establecimientos, por su parte, también apuestan por ‘hacer territorio’. “Hemos adquirido una finca de regadío para hacer un huerto propio y formamos parte de una cooperativa dedicada a la crianza y comercialización del pichón de Tierra de Campos, exclusivo de esta comarca”, presume Luis Alberto Lera, su chef.

Podemos encontrar otros ejemplos en Navaleno (Soria), con su restaurante La Lobita; Torre de Juan Abad (Ciudad Real) y su Coto de Quevedo Evolución; o Quintanilla de Onésimo y Sardón de Duero (Valladolid), donde se sitúan el Taller Arzuaga y el Refectorio, respectivamente. Este último se ubica en un emplazamiento espectacular: el comedor de un monasterio del siglo XII.
En cualquier caso, expertos como Miguel Ayuso coinciden en que los pequeños restaurantes de pueblo “tienen un encanto especial”, al margen de que cuenten con galardones o reconocimientos. “Muchas veces ni quieren ni necesitan una estrella Michelin, entre otras cosas, porque su público objetivo es local y necesitan precios más bajos -explica-, pero igualmente son buenísimos, con unos vínculos muy cercanos con los productores y una cocina más pegada a la tierra”.
Miguel Perez
Me encanta el fútbol, leer, viajar, descubrir nuevos destinos y contártelos
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