Siguiendo el cauce del río se cruzan barricas, castillos, monasterios, bodegas, viñedos y pueblos pintorescos. Es el paisaje de Castilla y León en el que se elaboran los vinos de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Para llegar a él bastará seguir la carretera N-122 que, como el mismo vino, cambia en matices según avanzamos. La cultura vinícola y la gastronomía son las que marcarán el viaje.
¿Qué ver en la Ribera del Duero?
Desde el inicio del recorrido en Quintanilla de Onésimo, hasta su final en San Esteban de Gornaz, apenas hay 100 kilómetros. No obstante, hay tanto que ver y probar en los pequeños municipios del camino que marca la Ribera del Duero, que la ruta puede parecer infinita.
Por nuestra ventanilla corre paralelo a nosotros un paisaje de vides de tempranillo, cabernet, merlot o garnacha, principalmente. Es el milagro de la multiplicación de los peces: de poco más de una hora de viaje a todo un fin de semana, o más.
1. Monasterio de Valbuena de Duero (Valladolid)
Sede de la Fundación de las Edades del Hombre, este monasterio cisterciense es uno de los que están mejor conservados de Europa. Estamos en pleno corazón de la Ribera del Duero. Sus suelos pardo-calizos son perfectos para los viñedos históricos como el de Vega Sicilia. También hay que pasar por la bodega Matarromera, con sus naves semienterradas en la ladera norte del valle del Duero.
2. Castillo de Peñafiel (Valladolid)
Muy cerca del monasterio de Valbuena, en Peñafiel, encontramos varado entre viñas como si fuera un pecio su castillo, que hoy en día acoge el Museo del Vino. El castillo de Peñafiel constituye una de las imágenes míticas de Ribera de Duero. Bajo las raíces del castillo, en su enorme vientre de tierra, hay dos kilómetros de galerías y túneles donde los vinos envejecen a temperatura y humedad constante. A sus pies, las bodegas Protos, diseñadas por Richard Rogers, son de obligada parada al ser las primeras en obtener la D.O. Hay que conocer igualmente otro sabor clave: el queso puro de oveja, que suele acompañar como aperitivo a los vinos de la región.
3. El punto más alto de Valladolid
El cerro rocoso donde se ubica Curiel de Duero corresponde al enclave más alto de la provincia. De ahí que se escogiera como asentamiento del castillo. Hoy en día, tiene otro rol mucho más placentero como posada real de lujo.
Destacan las vistas que desde allí se obtienen: en el horizonte, una bella panorámica del Valle del Duero con las bodegas salpicando los campos labrados. A sus pies, el pueblo. De la antigua muralla sobrevive la puerta de la Magdalena, por donde entraremos para conocer el Curiel medieval con su plaza y el palacio fortificado de los Zuñiga, entre otros de sus importantes monumentos.
4. Las bodegas subterráneas de Aranda del Duero (Burgos)
Hay calles de Aranda del Duero por las que apenas pasa un coche. En ellas se siente el paso del tiempo mucho más lento y la pervivencia de antiguas tradiciones como la de sus bodegas subterráneas. Las bodegas subterráneas de Aranda de Duero son un laberinto de unos 7 kilómetros de largo que corren por debajo el casco histórico. Muchas son visitables.
Otra tradición es el asado en horno de leña de cordero y lechón. Aranda del Duero acoge cada año las Jornadas del Lechazo. Lo mejor es pasar por el Mesón de la Villa, toda una institución gastronómica que tiene, además, una espectacular bodega.
5. San Esteban de Gormaz (Soria)
El primer municipio que cruza el Duero en Soria presenta una bella imagen románica. La localidad no sólo participa de la D. O sino que también está en el Camino del Cid. Y es que en el Cantar de mio Cid, San Esteban aparece reiteradamente. Precisamente, la silueta de su castillo parece transportarnos a esos tiempos medievales. En la iglesia de San Miguel, con su bella galería porticada de arenisca, encontramos el monumento más icónico del pueblo. Según una inscripción en el mismo, la iglesia data de 1050 y 1081, los años de la repoblación cristiana tras la Reconquista. También hay que visitar la iglesia de Nuestra Señora de Rivero.
Sin duda, hay que visitar su puente medieval de 16 ojos antes de acabar esta ruta. Por debajo de él sigue corriendo el río Duero, alimento de las viñas y de las tradiciones de esta región vinícola.
José Alejandro Adamuz
Me gustaría mucho hacer este recorrido.
La última imagen no es de San Esteban de Gormaz, es el castillo de la localidad de Gormaz, que dista unos kilómetros de la anterior
Gracias José Ángel, ya la hemos cambiado 🙂
Muy buen articulo como siempre, aunque yo añadiría Berlanga de Duero (Soria) un pueblo con mucho encanto y un castillo muy peculiar
La foto que esta puesta en San esteban de Gomaz, no la conozco, pero me gustaria saber de donde es, para ir a verla.
Hola Ant. Román, la imagen es del pueblo de San Esteban de Gomaz
¿Cuántas veces habéis visto escrito en una fuente oficial Aranda «del» Duero?
Antes de publicar un artículo deberíais comprobar que los nombres de los pueblos imprescindibles sabéis escribirlos bien.
Por aquí les sienta muy mal, paleto o inculto, oir Aranda DEL Duero. Igual os comen. Es Aranda DE Duero. Buen artículo por lo demás. Claro que faltan pueblos míticos, pero habría que elegir.
Sería una lástima pasar por ahí sin parar en Haza, Peñaranda de Duero o La Vid.