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Cuando pensamos en Huesca se nos viene a la cabeza su naturaleza salvaje, sus escarpadas montañas y las cascadas que discurren por sus parques naturales. Y es que, por su situación junto a los Pirineos, esta provincia aragonesa ofrece algunos de los paisajes más verdes y vírgenes del norte de España. Pero hay mucho más: Huesca también es historia y patrimonio.
Todo el territorio está salpicado de pequeños pueblos medievales con siglos de historia en donde aún se conservan sus torres de vigía y sus imponentes castillos en los que antaño se libraron importantes batallas contra la dominación islámica y donde se iría consolidando el reino de Aragón. Estos son algunos de los pueblos medievales en Huesca que merecen una visita.
Alquézar
Situado a más de 600 metros de altitud, Alquézar es un pequeño pueblo medieval situado sobre un acantilado rocoso dominado por el río Vero. El municipio se encuentra en la comarca del Somontano de Barbastro y cuenta con una historia que se remonta al siglo IX. No obstante, la mayor parte de lo que se conserva actualmente en el pueblo es obra de la intervención realizada en el siglo XVI.
El río que rodea el municipio ofrece unas rutas de senderismo que todo amante de la naturaleza debería de descubrir. En cambio, si lo que deseamos es visitar sus edificaciones no pueden faltar la iglesia de San Miguel, la plaza Mayor o la calle Mayor, donde ha tenido lugar la mayor parte de su historia.
Montañana
Con apenas 30 habitantes, en Montañana nos envuelve el silencio y la calma. Este municipio oscense parece haberse quedado congelado en el tiempo, con sus pedregosas calles, su puente… No es de extrañar que su centro histórico esté declarado Bien de Interés Cultural gracias a su trazado medieval.
Entre las joyas arquitectónicas de Montañana encontramos restos de dos castillos y tres iglesias románicas. Además, el puente medieval de doble arcada, todo un emblema, permite disfrutar del lugar como si estuviéramos en el pasado. En la iglesia de Nuestra Señora de Baldós, el campanario fue levantado sobre una antigua torre de vigilancia. No hay que perderse una visita a la antigua torre de la cárcel.
Graus
En la misma región encontramos otro de los municipios medievales más bonitos y mejor conservados de Huesca: Graus. Declarado Conjunto Histórico en 1975, en él aún se pueden apreciar las grandes casas solariegas levantadas durante el siglo XVI para algunas familias adineradas como los Solano, los Torquemada o los Mur.
Mientras paseamos por sus calles podemos disfrutar de distintos lugares que recuerdan al medievo como los arcos de la Casa Consistorial o la plaza Mayor del municipio. Aquí es donde se encuentra el ayuntamiento, un edificio con arquería mudéjar. Y si buscamos naturaleza, Graus es una excelente puerta de entrada a los Pirineos. Desde él se puede acceder a los valles del Ésera e Isábena, así como a los parques naturales de Posets-Maladeta y Guara y el nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Aínsa
Aínsa es uno de los pueblos medievales en Huesca imprescindibles. Con casi 100 años siendo Conjunto Histórico-Artístico (obtuvo el título en 1931), es uno de los pueblos medievales mejor conservados y con más historia. Su casco antiguo está presidido por su castillo, que corona todo el conjunto y parece transportarnos a otra época. Su plaza Mayor porticada y sus pedregosas calles nos llevarán hasta la arquitectura románica de la época, como la iglesia de Santa María de Aínsa.
Además, el municipio ofrece todo tipo de visitas guiadas por el casco antiguo mientras degustamos la gastronomía local. Incluso, durante las fiestas patronales podemos disfrutar de todo tipo de ferias o representaciones culturales como la famosa Morisma.
El Pueyo de Araguás
El Pueyo de Araguás se encuentra en los altos de un cerro en el barranco de El Soto, que envuelve la localidad del verdor de la naturaleza. Entre todas las edificaciones con aroma del pasado encontramos el que, según algunas investigaciones, es el monasterio más antiguo del país: San Victorián. Construido en el siglo VI, el templo se caracteriza por albergar distintos estilos.
El municipio, además, se considera una de las cunas de la Corona de Aragón. Entre sus encantos podemos descubrir la Ruta de la Poesía, en la que encontrarás una selección de poemas repartidos por las diferentes calles; así como senderos para recorrer y adentrarnos en sus alrededores.
Roda de Isábena
Con más de once siglos de historia, Roda de Isábena llegó a ser sede episcopal y capital del condado de la Ribagorza. De hecho, se dice que es el municipio con la catedral más pequeña del país. Se trata de la ex catedral de San Vicente, el templo del siglo XI del que se dice que también es el más antiguo de Aragón.
Otras visitas que conviene visitar son el palacio del Prior, del siglo XVI; el puente del municipio; o el molino de aceite de la localidad, del siglo XVIII. Roda de Isábena se trata de un municipio tranquilo donde uno de los más grandes placeres es callejear y dejarse llevar.
Ansó
Por último, en la zona del Pirineo, en la comarca de Jacetania, encontramos Ansó. Uno de los pocos lugares donde aún se habla ansotano, una mezcla entre el aragonés y el euskera. Su casco urbano está perfectamente conservado, con sus edificaciones de piedra, madera y teja que nos ofrecen un viaje a la Edad Media. No es de extrañar que fuera declarado Conjunto Histórico-Artístico.
En Ansó no hay que perderse una visita a la torre medieval del siglo XIV; la iglesia de San Pedro, que sirvió como defensa en el siglo XVI; y el Museo Etnológico, que es un ejemplo de la arquitectura tradicional del Pirineo.
Albert Martinez