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La ciudad de Barcelona ha conseguido desde la celebración de los Juegos Olímpicos adquirir un aura especial. Tras el evento celebrado en 1992 la urbe ha evolucionado hasta convertirse en todo un referente turístico mundial de primer nivel compitiendo cara a cara con otras ciudades como París o Roma.
Cada año millones de visitantes pasean por las emblemáticas calles de la Ciudad Condal donde pueden disfrutar de sus múltiples maravillas como la Sagrada Familia o el mercado de La Boquería, entre otros muchos. Así, la urbe se encuentra en la lista de las ciudades Europeas más visitadas.
Pero la belleza de Barcelona no está solo en su capital, sino que su misma provincia cuenta con infinidad de rincones de interés que nos harán transportarnos a otra época. En estos seis pueblos medievales en Barcelona podremos visitar castillos, visitar iglesias románicas y callejear por pedregosas callejuelas que antiguamente atravesaban los mercaderes de la Edad Media.
Cardona
Cardona cuenta con alrededor de cinco mil habitantes y uno de los conjuntos medievales en mejor conservación de toda Cataluña. Está a poco más de una hora y media de la Ciudad Condal en coche y coronando la villa nos encontramos con un castillo cuya fecha de creación se remonta al año 886. La construcción fue ordenada por el conde de Barcelona Guifré el Pilós en su expansión hacia el centro del territorio, donde empezó la repoblación para otorgar a Cataluña una mayor población.
Además, el municipio cuenta con otras construcciones de gran valor como la iglesia colindante a la fortificación o el claustro gótico del siglo XIV. Por último, cabe destacar del municipio las famosas minas de sal de Cardona, todo un atractivo contemporáneo gracias a sus peculiares formaciones geológicas.
Rajadell
Rajadell es otro de los pueblos medievales en Barcelona que están muy cerca de su capital. Con poco más de 500 habitantes este pequeño pueblo es todo un referente dentro de las formaciones medievales de la provincia. Sus pequeñas casas con un castillo gótico en lo alto del municipio lo convierten en una de las mejores opciones para disfrutar de este tipo de turismo. El pueblo conserva la iglesia de Sant Iscle y Santa Victòria, que hacen las delicias de los amantes de lo medieval.
Mura
A una hora de Barcelona capital en coche está Mura, una localidad con calles de piedra con autenticas maravillas arquitectónicas. Entre las más destacadas se encuentra la iglesia de Sant Martí del siglo XII o los restos del castillo del pueblo de 1023.
Además, en las cercanías del municipio se encuentran una serie de construcciones medievales como el molino harinero o la magia Puig de la Balma cuyos orígenes también se remontan al siglo XII y consiguen fascinar a aquellos que las visitan.
Rupit i Pruit
Rupit i Pruit es otro de los emplazamientos obligatorios cerca de Barcelona. Hasta el año 1977, ambas localidades eran independientes, pero decidieron unirse en matrimonio como muchos otros pueblos de nuestro país. La belleza de su casco antiguo le han valido para ser declarado Conjunto Histórico-Artístico debido al gran nivel de conservación de sus monumentos más importantes de los siglos XVI y XVII.
La iglesia de Sant Jon de Fàbregues que es originaria del siglo X con modificaciones que la adaptaron al estilo románico un siglo después se ha convertido en todo un referente. Esta se encuentra rodeada de un conjunto de pequeñas casas antiguas y calles empedradas que convierten la población en todo un referente del turismo medieval.
Bagà
Un poco más alejada de Barcelona que el resto encontramos Bagà. Esta localidad cercana a los Pirineos es uno de los pueblos medievales más auténticos de Cataluña gracias a sus construcciones como los puentes empedrados o el conocido palacio de Pinós. Además, su perfecta localización en las montañas permiten un turismo entre la naturaleza al alcance de pocos emplazamientos de la zona.
Talamanca
Muy cerca de Mura, también en la comarca de Bages, está Talamanca. Una villa medieval situada en el interior del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i L´Obac, por lo que el viaje en coche hasta ella discurre entre la naturaleza.
La edificación más antigua de Talamanca es su castillo, del que hay constancia desde el año 967. No hay que perderse una visita a la plaza de la Cruz, que cuando hay sol está muy animada; ni a la iglesia de Santa María de Talamanca, de estilo románico. En los alrededores podemos acercarnos hasta los Ojos del Llobregat, tres saltos de agua situados en un enclave natural de gran belleza.
Albert Martinez
Imprescindible ver Barcelona y su provincia