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Con la llegada de esta estación, los campos se visten de verde intenso, los ríos cobran vida y los pueblos con encanto se convierten en escenarios de ensueño, ideales para disfrutar del turismo rural en su máxima expresión.

Uno de los mayores atractivos de Castilla y León en primavera son sus paisajes naturales. La comunidad cuenta con espacios protegidos de una belleza indescriptible, como el Parque Natural de las Hoces del Río Duratón, en Segovia, donde los buitres leonados sobrevuelan majestuosos los cañones de piedra caliza.

También el Parque Nacional de los Picos de Europa, en la provincia de León, ofrece rutas de senderismo espectaculares, con cumbres nevadas aún en primavera y praderas cubiertas de flores silvestres. Otra joya natural es la Sierra de Francia, en Salamanca, donde la primavera llena de color sus bosques de robles y castaños.

Los pueblos de Castilla y León tienen un encanto especial cuando la primavera llega a sus calles. Lugares como Pedraza, en Segovia, muestran sus casas de piedra adornadas con geranios y claveles, mientras que La Alberca, en Salamanca, parece sacada de un cuento con sus balcones de madera cubiertos de flores.

En la provincia de Zamora, Puebla de Sanabria brilla con su casco histórico empedrado y su castillo medieval, reflejado en las aguas del río Tera. Más al norte, en la provincia de Burgos, Frías sorprende con sus casas colgadas sobre el acantilado y su impresionante castillo dominando el horizonte.

Uno de los mayores placeres de viajar por Castilla y León en primavera es recorrer sus patios floridos. En localidades como Medina del Campo, en Valladolid, o Peñaranda de Duero, en Burgos, los patios de las casas señoriales se llenan de macetas coloridas, ofreciendo un espectáculo visual digno de admirar.

En Ávila, la tradición de decorar los patios en primavera se mantiene viva en muchos rincones de la ciudad amurallada, proporcionando pequeños oasis de frescura y belleza en cada rincón.

El turismo rural en esta región es una experiencia inigualable, pues combina historia, naturaleza y gastronomía en un mismo viaje. En primavera, los campos de viñedos en la Ribera del Duero despiertan con sus primeras hojas verdes, ofreciendo catas de vino en bodegas subterráneas con siglos de historia.

Los alojamientos rurales en antiguas casas de labranza o monasterios restaurados permiten sumergirse en la tranquilidad del campo castellano y leonés, donde la única banda sonora es el canto de los pájaros y el murmullo del viento entre los árboles.

Las festividades primaverales también son un aliciente para visitar la región en esta época. En Soria, las Fiestas de la Primavera llenan la ciudad de alegría con pasacalles, danzas y mercados medievales. En León, la Semana Santa es una de las más impresionantes de España, con procesiones solemnes que recorren sus calles históricas. En Burgos, el Curpillos, una fiesta tradicional con raíces medievales, se celebra con degustaciones de morcilla y otros manjares típicos, acompañados de música y bailes.

La gastronomía de Castilla y León también se adapta a la primavera con platos más ligeros pero igual de sabrosos. Las ensaladas de productos frescos de la huerta, los asados de cordero o cochinillo al horno de leña, y las truchas de los ríos de la región son algunas de las delicias que se pueden degustar en los restaurantes rurales. Además, la primavera es el momento perfecto para probar los quesos artesanales de oveja o cabra, maridados con un buen vino de la zona.

Recorrer Castilla y León en primavera es una experiencia que despierta los sentidos y reconforta el alma. Es perderse por senderos floridos, descubrir pueblos detenidos en el tiempo, saborear la gastronomía más auténtica y disfrutar de la hospitalidad de sus gentes.

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