Esta es la estación perfecta para descubrir su esencia más pura, lejos del bullicio de las grandes ciudades, en un viaje que mezcla historia, naturaleza y hospitalidad.
Castilla-La Mancha es una tierra salpicada de pequeños pueblos que parecen detenidos en el tiempo. En primavera, sus calles adoquinadas y casas encaladas se visten de luz, con balcones y patios llenos de flores. Almagro, con su impresionante Plaza Mayor y su corral de comedias, es una parada obligatoria para los amantes del teatro y la historia. Sigüenza, con su imponente castillo y su catedral gótica, ofrece una atmósfera medieval perfecta para un paseo al atardecer.
No se puede hablar de encanto sin mencionar Consuegra, donde los molinos de viento parecen cobrar vida entre los campos verdes y el cielo azul. O Belmonte, con su majestuoso castillo y sus casas señoriales. Y para los que buscan una experiencia más pintoresca, Alcalá del Júcar sorprende con sus casas excavadas en la roca y su espectacular paisaje fluvial.
Sus parques naturales se llenan de vida, ofreciendo rutas de senderismo y experiencias al aire libre inolvidables. El Parque Natural de las Lagunas de Ruidera es un destino mágico, con sus cascadas y aguas cristalinas rodeadas de vegetación en su máximo esplendor. Aquí, el viajero puede recorrer senderos, hacer piragüismo o simplemente disfrutar de la tranquilidad del entorno.
En el Parque Nacional de Cabañeros la primavera trae consigo la floración de sus extensas dehesas y el avistamiento de fauna salvaje. Ciervos, águilas imperiales y buitres leonados pueden verse en su hábitat natural, mientras los campos se cubren de un manto de flores silvestres.
Para los más aventureros, el Nacimiento del Río Mundo, en la Sierra de Alcaraz, es un espectáculo sin igual. En primavera, el famoso «reventón» del río crea impresionantes cascadas y un ambiente mágico entre las montañas.
El turismo rural en Castilla-La Mancha también pasa por su gastronomía. En primavera, los platos se llenan de productos de temporada, como espárragos silvestres, setas y guisos ligeros que conservan la esencia de la cocina manchega. No faltan el queso manchego, el pisto o las migas, acompañados de los vinos de la tierra que, en esta estación, son perfectos para degustar en alguna bodega tradicional.
Los pueblos vitivinícolas como Valdepeñas o La Mancha ofrecen experiencias enoturísticas donde el viajero puede recorrer viñedos en plena floración y conocer el proceso de elaboración de algunos de los mejores vinos de España.
Ya sea caminando por senderos rodeados de naturaleza, descubriendo la magia de sus patios floridos o degustando la mejor gastronomía tradicional, Castilla-La Mancha en primavera es un destino que deja huella en el alma.