Quien prueba, repite. Nos referimos a lo de viajar sin acompañantes. La primera vez da miedo, pensamos que nos puede ocurrir algo o que, sencillamente, nos vamos a aburrir. Pero nada más lejos de la realidad, quienes prefieren viajar solos destacan la sensación pura de libertad que sienten y el poder conectar, curiosamente, con más gente que viajando acompañados.
Vale que hay países más fáciles o más complicados. Pero esto es algo que va por niveles, así que mejor comenzar por lugares que no tengan excesiva dificultad. Por eso, si es tu primera vez, Portugal es ideal para viajar solo. Hay de todo, es fácil y te vas a divertir un mundo.
1. Tomar el sol a tus anchas
Llegas a la playa, extiendes tu toalla, te tumbas, puedes escoger tu lista favorita en Spotify o dejar que el sonido de las olas te adormezca. ¿A qué suena bien? Y es que ir a la playa, es mejor hacerlo solo, sin nadie que te pida que le pongas crema solar a cada rato o que quiera jugar a palas o que te llene la toalla de arena.
La zona playera que se ha puesto más de moda en Portugal es la del Algarve, el finisterre portugués. Y es que no es para menos, sus largas playas de arena dorada y acantilados sobrecogedores, como los que te encuentras en la playa de Benagil, son como para detener el mundo unos días y desconectar.
Tienes que llegar a Ponta da Piedade, un conjunto de rocas a muy poca distancia de la ciudad de Lagos. Allí, el viento y el mar se han dedicado desde siglos a modelar con formas prodigiosas las rocas. El dorado de la piedra contrasta con los tonos esmeraldas del mar. Hay sendas costeras por los vertiginosos acantilados, pero si quieres algo más relajado, tienes los ferrys que hacen excursiones para conocer las formaciones rocosas más pintorescas y las cuevas marinas.
Como base de operaciones, no lo dudes, búscate algo por Carvoeiro, uno de los más bellos pueblos del Algarve. La vista a las casitas encaladas desde su pequeña playa con las barcas varadas en la arena son una auténtica delicia.
2. Contar estrellas
Lo de mirar a las estrellas es algo muy típico de vacaciones. Normalmente, ni nos acordamos, o si queremos observalas, resulta que la contaminación lumínica de la ciudad no nos deja. Y sin embargo, nada más delicioso que un intenso cielo estrellado. Para admirar este espectáculo no hace falta compañía. Al contrario, porque de alguna forma, mirar tan lejos nos acerca a nuestro interior. Mejor que nadie nos moleste.
Uno de los cielos nocturnos que podrás encontrar en Portugal más impresionantes es el de Alqueva, que es un área de una superficie de unos 3.000 kilómetros cuadrados, protegida internacionalmente y certificada como reserva Dark Sky o “Starlight Tourism Destination”. De hecho, fue el primer destino que recibió este reconocimiento, en 2011.
¡Todo un sello de garantía! Aquí, el límite de estrellas está sólo en las constelaciones que sepas identificar en el cielo. Por suerte, en la zona hay multitud de excursiones donde te guiarán para que puedas disfrutar del cielo nocturno. Cualquiera de los pueblecitos que se ubica alrededor del Gran Lago del Alqueva -prácticamente, un mar interior- te valdrán para disfrutar del manto estrellado de la región. Pero, puestos a recomendar, qué mejor que Monsaraz, el pueblo más bello de Alentejo.
3. Perderse en una isla
¿Qué mejor lugar para viajar solos que a una isla remota? Las islas Berlengas son un paraíso portugués prácticamente desconocido, por lo que vas a dar envidia a muchos de tus amigos cuando te dediques a subir fotos y mas fotos a tu Instagram. Se trata de un archipiélago agreste rodeado de aguas transparentes turquesas que se encuentra enclavado a unas 8 millas mar adentro, frente a Peniche.
De ellas, sólo Berlenga Grande se puede visitar. En el siglo XVI, esta isla albergó un monasterio, pero el la actualidad, sus habitantes más famosos son las miles de aves marinas que anidan aquí, lo que le ha valido convertirse en Reserva Natural de la Biosfera. La isla se puede recorrer siguiendo dos rutas bien marcadas de las que está prohibido salirse.
A este paraíso se llega tras un viaje en barco de unos 45 minutos aproximadamente. Y lo extraño es que viendo lo escénico del fuerte de São João Baptista, del siglo XVII, unido a la isla por una estrecha pasarela de piedra, ningún técnico de localizaciones de Juegos de Tronos lo haya escogido como escenario para una temporada de la serie. El mismo fuerte es un albergue con pequeñas habitaciones individuales en la muralla. Son ideales para dormirse escuchando el sonido del mar.
4. Caminante no hay camino…
Ya se sabe que para caminar no hace falta mucha compañía. En Portugal, lo podrás comprobar. Hay más de 3.700 kilómetros de rutas oficiales por las que aventurarse, ya sea pasito a pasito o dándole a los pedales. Sin duda, una forma fenomenal de conocer el país, su riqueza de paisajes y su patrimonio cultural, además de mantenerte en forma.
Entre tantos kilómetros, una de las propuestas más interesantes es la del Camino Portugués. Se trata de la versión lusa del Camino de Santiago, pero con menos embotellamiento de peregrinos. Históricamente, tuvo distintas rutas alternativas, pero tal vez la del interior, que empieza en Oporto, junto al río Douro, sea la más conocida.
En general, no hay etapas tan duras y exigentes como algunas de las que encuentras en el Camino Francés. La excepción es entre Ponte Lima y Rubiaes, donde está el mayor rompepiernas de todo el Camino Portugués en el Alto da Portela. Si quieres caminar más, puedes comenzar en Lisboa.
Desde Oporto a Santiago de Compostela son once etapas y unos 230 kilómetros. Vas a pasar por iglesias, monasterios tan bellos como el de São Simão da Junqueira, zonas de bosques frondosos, vas a conocer pequeñas aldeas de piedra donde descansar y leyendas como la del Gallo de Barcelos, signo de identidad de toda la nación portuguesa. Y para reponer fuerzas, no olvides probar los enchidos de porco con una copita de vinho verde, o un buen caldo para entrar en calor.
5. Escuchar música
Vale que puede parecer que un festival es el último de los lugares a donde ir solo o sola; pero bueno, eso dependerá también del tipo de festival, ¿no crees? En Portugal, hay montones de eventos musicales, pero unos de los más recomendables para disfrutar sin compañía es el Terras Sem Sombra.
No es un festival cualquiera, sino que es itinerante, por lo que te permitirá conocer zonas del Alentejo por las que ni se te habría ocurrido pasar. No porque no tengan interés, sino por puro desconocimiento. Desde sus orígenes, allá por el año 2003, Terras Sem Sombra busca que cada nueva edición sumar música clásica con historia y patrimonio cultural. Además, no te gastarás nada en entradas, porque la programación siempre es de libre acceso.
Durante cada fin de semana, desde febrero y hasta finales de junio, pueblos como Vila de Frades, Serpa, Sines o Beja, abren espacios singulares, algunos tan destacables como el Convento de Nuestra Señora de las Reliquias, el primer lugar donde fue enterrado Vasco De Gama en Portugal, antes de acabar en los Jerónimos, en Lisboa.
José Alejandro Adamuz