8 piscinas naturales en Madrid donde darse un chapuzón
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02.08.2022
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Cuando llega el verano y el calor comienza a apretar es el momento de buscar refugios donde poder soportar las altas temperaturas. Que la Comunidad de Madrid carezca de litoral no significa que hallar estos refugios sea una misión imposible. Al contrario, diferentes pozas, presas, pantanos y arroyos se convierten en estupendos espacios naturales donde pasar más de un buen rato durante la estación estival, lejos del cloro de las piscinas artificiales o de los rigores de playas masificadas.
La Comunidad de Madrid tiene varias zonas de baño muy próximas a la capital, en las que, además, se controla la calidad del agua periódicamente a lo largo de la temporada estival. Estas piscinas naturales en Madrid son perfectas para huir del calor sofocante de la capital.
1. Pantano de San Juan
A la playa de Madrid por excelencia se llega por la carretera de los pantanos (M-501), tras algo más de una hora de viaje, dejando atrás La ardilla roja, el famoso camping que inmortalizó Julio Médem en su película homónima, protagonizada por Emma Suárez y Nancho Novo. Aunque el pantano también comprende los límites de Pelayos de la Presa, ocupa un mayor espacio en San Martín de Valdeiglesias. Fue construido en 1955 al represar las aguas del río Alberche, afluente del Tajo y cada verano se convierte en un clásico para los que se quedan en la capital sin vacaciones.
Sus orillas de arena y el agua dulce son ideales para refrescarse cuando el termómetro se pone más tremendo. Junto a sus más de 100 hm3 de agua, calificadas de “excelentes” por las autoridades sanitarias durante los últimos cinco años, se disfruta de pinares y demás instalaciones para pasar un día perfecto en remojo.
En el pantano de San Juan destacan las áreas de El Muro y La Virgen de la Nueva. La segunda consiguió en 2018 ser la primera playa de la Comunidad de Madrid reconocida oficialmente con una bandera azul, renovando en 2019. Este año vuelve a ondear la insignia que reconoce tanto la calidad de sus aguas como de sus infraestructuras, convirtiéndose en una excelente opción de baño.
2. Las Presillas
Las Presillas de Rascafría están ubicadas a lo largo del cauce del río Lozoya, a su paso por Rascafría, en el valle de El Paular. La razón del nombre con el que se conoce la zona resulta obvio cuando se llega al lugar: el lugar está formado por diversas presas que van reteniendo las frescas aguas del río Lozoya de forma escalonada, dando lugar a tres piscinas naturales de aguas limpias y consecutivas. La última de ellas incluye una pequeña isla en el medio que da mucho juego. Las cascadas que se crean en el trasvase de una a otra se usan como masaje acuático para los más aventureros.
Tal vez las aguas del río resulten algo frías sobre todo para los bañistas acostumbrados al Mediterráneo. Pero una vez se acostumbra el cuerpo es de lo más refrescante y se disfruta de igual modo junto a las amplias praderas de césped donde dejar la toalla, el chiringuito, los merenderos para el picnic familiar y los aseos, además de las impresionantes vistas del pico Peñalara. Además, el valle de El Paular cuenta con múltiples actividades para después de remojarse, con el monasterio de El Paular como plan destacado.
3. Los Villares en Estremera
A sólo 75 kilómetros de la capital y a medio camino entre La Alcarria y La Mancha, sale al paso Estremera, una localidad de interés turístico con sus casas señoriales, la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, la cueva de Pedro Fernández con su entramado de galerías subterráneas de ocho kilómetros o el río Tajo, que en verano adquiere papel de protagonista al alimentar el área recreativa también conocida popularmente como la playa de Estremera.
Este es el único punto donde los madrileños pueden bañarse en el río Tajo. Es una de las cuatro zonas de baño censadas oficialmente por la comunidad que calificó el año pasado la calidad de sus aguas como “excelente”, por lo que se trata de un buen lugar para disfrutar de la naturaleza rodeados de un bosque de pinos. Cuenta con quiosco, merenderos con mesas y bancos y zona infantil y los dueños de perros pueden ir con sus mascotas, siempre y cuando no las dejen libres.
4. Playa del Alberche
Muy cerca de Madrid, en la confluencia de los ríos Alberche, Perales y Berciana, justo en el término municipal de Aldea del Fresno, se encuentra otra de las zonas de baño controlada. Se la llama playa por contar con arena muy fina en la ribera, pero más allá de eso se trata de un parque fluvial salpicado de encinas, chopos y pinos, por lo que el paisaje está lejos de ser marinero.
Al estar a menos de una hora en coche, se trata de una buena alternativa para quienes no puedan alejarse demasiado de la capital. Además, es un plan muy familiar para ir con niños pequeños al tratarse de aguas muy poco profundas. Hay zona de barbacoa, así como aparcamiento y restaurante, por lo que es un espacio muy cómodo en el que entran en juego también los atractivos del casco histórico de Aldea del Fresno donde se encuentra el puente de la Pedrera. En definitiva, sol, agua, naturaleza y una escapada rural perfecta para alejarse de los rigores calurosos de la urbe.
5. Riosequillo
Nada menos que 4.500 metros cuadrados tiene la piscina natural más grande de Madrid: Riosequillo. La espectacular zona de baño bebe las aguas del embalse homónimo, que pertenece a Buitrago de Lozoya (78 kilómetros de la capital) y abre de martes a domingo, hasta el 2 de septiembre, desde las 11 am hasta las 8 pm.
Dadas sus impresionantes dimensiones y sus excelentes instalaciones –zona de juegos, sombras, vestuario, aparcamiento gratuito de 700 plazas y restaurantes-, esta refrescante parada es una de las preferidas de los madrileños para aliviar las sofocantes temperaturas veraniegas.
La entrada general es de 9€ los sábados y domingos y de 7€ entre semana, si bien hay descuentos para menores, jubilados, personas con discapacidad, parados o en régimen de familia numerosa. Además, los empadronados en la localidad –se necesita carnet acreditativo- pueden acceder de manera gratuita de martes a viernes y abonar solo 2€ los fines de semana.
6. La Tejera
El río Madarquillos, o de la Puebla, es el origen de las pozas naturales en el madrileño pueblo de Horcajo de la Sierra, perteneciente a la frondosa y exuberante sierra del Rincón y a apenas 90 kilómetros de la capital.
La zona de baño forma parte del Área Recreativa de la Alberca y la Tejera, la cual cuenta con mesas y bancos, zona de barbacoa, aparcamiento propio y área de juegos infantiles para los peques de la casa.
Un delicioso entorno en el que pasar un gran día manteniendo a raya las temperaturas corporales.
7. Las dehesas de Cercedilla
Durante todo el año, Cercedilla, en plena sierra de Guadarrama, es uno de los pueblos de referencia para hacer senderismo de la comunidad madrileña. Pero además, en verano, es el lugar elegido por muchos madrileños para escaparse de las tórridas temperaturas de la ciudad.
El motivo lo encontramos en la zona recreativa de Las Dehesas, también conocida como Las Berceas. Una privilegiada área de baño -con aseos, merendero y bar- de 30 hectáreas abrazada por una importante masa forestal que alberga una gran diversidad de árboles.
En total son dos piscinas naturales alimentadas por el Río Ventas, así como varios arroyos que descienden directamente de la sierra, en el corazón del valle de la Fuenfría. Una excelente alternativa de la que disfrutar de 10:00 a 20:00 horas por un precio general de 5€ los días de entre semana y 7€ los sábados y domingos.
Dada la gran afluencia y la más que posible aglomeración de su parking, el ayuntamiento de Cercedilla habilita autobuses gratuitos que conectan el núcleo de la localidad con Las Dehesas los fines de semana y festivos.
8. Presilla de Canencia
El pueblo de Canencia es uno de los muchos pueblos con encanto de Madrid. Se encuentra a unos 86 kilómetros de la urbe y alberga la Presilla de Canencia, una discreta -pero bonita- zona de baño natural a la que da forma el arroyo de la localidad. Su espectacular entorno así como el hecho de que no esté muy masificada, la convierten en una de las mejores piscinas naturales de Madrid.
Además de este refrescante rincón, el pinar de Canencia o la cercana chorrera de Rovellanos -con sus 9 metros de altura-, son otros dos tesoros con los que completar el relajante baño de naturaleza madrileña.
Redacción ER
¡Qué pasada! la verdad es que he conocido recientemente el paraje de Las Presillas y me pareció una maravilla. Además, tuve la suerte de pillarlo bastante vacío un día de calor a principios de verano. Me apunto la presilla de Canencia porque tiene una pinta también estupenda 😉