A veces, para encontrar un entorno natural espectacular no hay que subir a altas cimas ni acercarnos a rincones recónditos. A menudo, están más cerca de lo que pensamos y quizás hasta hayamos pasado por ellos sin haberles prestado la atención que se merecen. Los campos de cultivo que hay a nuestro alrededor no solo nos alimentan; también configuran un mosaico cambiante a lo largo del año que nos deja fotografías sorprendentes en las siembras, florecimientos, siegas, cosechas…
Hoy nos acercamos a un paisaje agrario sorprendente por su belleza, como son los arrozales, con un aspecto que llega a cambiar mucho: desde los terrenos secos para prepararlo para la siembra, hasta las inundaciones posteriores con las que se convierten en una suerte de lagos agrícolas. Estos son algunos de los arrozales más bonitos que podemos visitar en España.
L’Albufera de València
València es la tierra del arroz por excelencia. Aquí surgió la producción de arroz a nivel estatal y es donde podemos degustar una verdadera paella valenciana (¡nada de “arroz con cosas”!). Se cultiva en pleno Parque Natural de l’Albufera, junto a la costa y a la Devesa del Saler, un lugar paradisíaco y a tiro de piedra de la ciudad donde el cereal ocupa en torno al 75% de su superficie. Antiguamente este espacio también albergaba una interesante actividad pesquera tradicional, aunque se está perdiendo.
Aquí podremos descubrir los “tancats” (que significa “cerrado” en valenciano), tierras ganadas a l’Albufera con su propio sistema de riesgo. Vale la pena hacer una visita guiada para conocer todas las fases del cultivo, las variedades que hay y ver in situ los arrozales.
Aunque todo el año es un buen momento para ir, noviembre y diciembre nos deja la estampa más espectacular gracias a sus campos anegados. Podremos circular por carreteras comarcales en coche como si estuviéramos surcando el lago.
No puedes perderte un paseo en barca tradicional por el lago, desde donde contemplar las barracas (construcciones típicas de labor, hecha con adobes y tejado de cañas a dos aguas) y la rica fauna del parque natural. Es el paisaje que inspiró la mítica novela Cañas y Barro de Vicente Blasco Ibáñez. La guinda final debe ser, cómo no, una auténtica paella valenciana en El Palmar.
La paella valenciana: un viaje del campo a la mesa
Un recorrido por los campos de arroz y la Huerta de Valencia para entender de dónde viene y cómo se elabora la auténtica paella valenciana.
Calasparra (Murcia)
El primer arroz en conseguir la Denominación de Origen en el mundo fue el de Calasparra, en la Región de Murcia. Fue en 1986. Hoy podemos descubrir sus campos de cultivo gracias a las “rutas del arroz”, senderos turísticos dentro del espacio natural de la Vega Arrocera y del cauce del río Segura.
El formidable paisaje agrario está acompañado de vegetación de ribera y otros puntos de interés como el conjunto rupestre de los Abrigos del Pozo y el yacimiento arqueológico de Villa Vieja. Los paseos por arrozales se pueden hacer a pie, en bici o a caballo. Una de las rutas más populares es la de los Espejos, que se hace con luna llena y con las terrazas fluviales inundadas de agua, lo que genera el precioso reflejo.
La panorámica cambiará según el momento en el que se encuentre el cultivo: la siembra es en primavera, hacia mayo, y se hace manualmente; mientras que la cosecha se realiza en otoño, a partir de septiembre. No dejes de visitar el Museo del Arroz de Calasparra para conocer todos los detalles sobre este preciado cereal.
Delta del Ebro (Tarragona)
El río Ebro se abraza con el mar Mediterráneo a través de un delta de más de 32.000 hectáreas en los que se alternan diferentes espacios naturales y antropizados, como sus conocidos arrozales. Puedes comenzar con una visita al Molí de Rafelet, en el que aprenderás la historia, la cultura y la tradición artesana de la elaboración de arroz en Tarragona.
Te podrás acercar a los arrozales en la zona de la Desembocadura del Ebro, en el famoso Delta, donde el paisaje se vuelve singular: aquí es donde el río más largo y caudaloso de España desemboca entre abundantes campos de arroz. Hay varios espacios naturales protegidos, como El Garxal, la isla de San Antonio y la isla de Buda. Esta última alberga 350 de las 600 aves censadas en toda Europa y, actualmente, el cultivo del arroz bomba es lo que permite su conservación y defensa frente al avance continuo del mar.
Las Bardenas (Navarra)
No son los arrozales más conocidos de la península, pero los de Bardenas Reales bien merecen una visita por el entorno en el que se ubican. El cultivo suma unas 500 hectáreas; lo importó precisamente un catalán con experiencia en el Delta del Ebro hace unos 30 años. Ahora, el municipio de Arguedas y alrededores, en la Ribera de Navarra, ha pasado de ser un auténtico secarral a ser un oasis que ha atraído una interesante biodiversidad.
Una buena excusa para conocer el Parque Natural de Bardenas Reales, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO, un desierto a los pies de Navarra con un paisaje de lo más sobrecogedor, con una fauna y flora más propia de África que de un lugar ubicado a solo 70 kilómetros de los Pirineos. Es un destino predilecto de fotógrafos de paisajes y cuenta con tres zonas bien diferenciadas: El Plano, una gran meseta horizontal dedicada a los cultivos, al norte y oeste; La Negra, con relieves horizontales y bosques de pino y matorral al sur; y La Blanca, la zona más erosionada y espectacular.
Preservar el paisaje comiendo arroz local
Para terminar, un consejo. Si os gusta perderos por paisajes cultivados tan bonitos como los que dejan los arrozales, ¿no creéis que vale la pena consumirlos y así ayudar a los agricultores que preservan ese entorno?
En España existen tres arroces con Denominación de Origen Protegida (DOP), un sello que garantiza que viene de estos territorios: arroz de Calasparra, arroz del Delta del Ebro y arroz de València. Hay otras marcas como Reyno Gourmet de Navarra que acreditan que este cereal es de las Bardenas.
Si miramos el origen y apostamos por estos productos contribuiremos a mantener el paisaje, la economía local y reduciremos la huella de carbono de lo que consumimos. Y, por supuesto, ayudaremos a poder seguir paseando por la belleza que lucen los arrozales, especialmente cuando están anegados.
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Así trabaja un arrocero en el delta del Ebro, antes de que se hunda
Dani Forcadell se descalza, se remanga los pantalones y entra en el arrozal. Los pies se le hunden en un fango suave, verdoso, nutritivo, de olor dulzón muy penetrante. El agua tibia le cubre los tobillos. Con los pies en el barro y la cabeza en el cielo mediterráneo, abarca toda la vertical del delta del Ebro. Forcadell mide 1,75 metros: entre los pies y la cabeza le cabe el mundo, un mundo, su mundo.