Parque Natural del Garraf: Senderismo, románticas puestas de sol y un templo budista
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15.05.2020
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A escasos kilómetros de la cosmopolita Barcelona encontramos varios espacios naturales en los que desconectar, pasear tranquilos y respirar a pulmón abierto.
Uno de ellos es el Parque Natural del Garraf, un espacio protegido tan bello por dentro, con su gran macizo, sus canales subterráneos y sus simas; como por fuera, con su tramo de carretera C-31 conectando las turísticas Castelldefels y Sitges por la costa. Un delicioso recorrido paisajístico para realizar con calma, tan plagado de curvas como agradecido para los sentidos por sus inmejorables vistas al Mediterráneo y sus puestas de sol.
El Parque Natural del Garraf no es muy extenso –12.820 hectáreas– extendiéndose por las comarcas del Garraf, el Alt Penedès y el Baix Llobregat. Aún así, es una de las reservas biológicas más importantes de Cataluña. Si bien la propia localidad costera de Garraf es la niña bonita del parque en cuanto a su estratégica situación, existen otras poblaciones que lo circunscriben, como las anteriormente mencionadas –en el lado costero– o los núcleos de población de Olivella, Canyelles y Sant Pere de Ribes –en el interior– desde los que se puede acceder fácilmente.
Precisamente en el término municipal de Castelldefels se puede visitar el Centro de Actividades Ambientales Cal Ganxo donde, además de organizar actividades de sensibilización y educación del entorno natural, se realizan observaciones astronómicas aprovechando la excelente condición de los cielos de esta zona.
Como no podía ser de otra forma, la red de senderos que dibuja este oasis de contrastes es amplia y está muy bien señalizada. Existe, incluso, un itinerario sensorial acondicionado con plafones en braille para las personas invidentes, el conocido como Can Grau.
Algunas de las sendas están especialmente diseñadas para completar un itinerario guiado siguiendo las indicaciones de un tríptico explicativo que se facilita en los puntos de información. Una de las más populares de este tipo es la que asciende a la Morella, una ruta circular de 12 kilómetros, desnivel de 455 metros, dificultad media y algo más de cuatro horas de duración que, partiendo de la llanura de la Clota, recorre la geología blanca de dolinas y pedregales que más caracteriza al macizo. Desde la cima se otean unas visuales de la costa catalana y del Delta del Llobregat de postal.
Otras, en cambio, son idóneas para ir por libre, como es el caso del Camino de las Costas, el Camino Medieval y Sierra de Can Peres y la circular de las Masías del Garraf o PR 37 que brinda un reconfortante viaje a aquellos años en los que la ganadería y la agricultura eran las actividades básicas en la región. Ésta última es más que recomendable realizarla en bicicleta de montaña por su longitud, 25 kilómetros.
Y para terminar, una sorpresa. El Parque Natural del Garraf esconde el Monasterio Budista Sakya Tashi Ling, un templo cuyo nombre significa «La isla de los buenos augurios» que pertenece a una de las cuatro escuelas budistas del Tíbet, la tradicional Sakyapa. El precio de la entrada son 6€.
Elísabet García