Paleoturismo: algunos destinos para amantes de los dinosaurios en España
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28.09.2021
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Todo el grupo fingía caer fulminado de sueño cuando Ross –uno de los protagonistas de la mítica serie Friends doctorado en paleontología– intentaba explicar alguna de las cosas que había hecho en su trabajo. O detalles de la historia de la vida en la Tierra que deberían considerarse apasionantes. Pero (no hay que olvidar que se trata de una comedia de ficción) para el resto de compañeros no había nada más aburrido. ¿Dinosaurios? ¿A quién le importan esos bichos que murieron hace siglos? El tedio que les producía les llevaba al sopor pese a que tomaban café constantemente.
Hay pocos paleontólogos en la ficción. El más famoso en pantalla grande –porque sin duda en televisión es Ross Geller– puede ser Alan Grant, uno de los personajes principales de Parque Jurásico. Quien esté a punto de apuntar a Indiana Jones en la lista que se retracte: puede resultar confuso pero el aventurero del sombrero y el látigo es arqueólogo y no paleontólogo.
El paleontólogo Francisco Giró explica con claridad la diferencia en un artículo publicado en Hablemos de ciencia. Según desarrolla, en su rama: “Nos dedicamos a estudiar fósiles. No momias, ni ruinas, ni monedas romanas, ni las pirámides de Egipto” mientras que los arqueólogos: “Se dedican a estudiar los vestigios de la historia del hombre. Por lo tanto, cuando excavan lo hacen buscando restos de civilización. Tumbas, palacios, murallas, asentamientos, cuevas habitadas, cerámica, joyas, arte…”.
El caso es que en España los paleontólogos han tenido trabajo. En diferentes puntos del país se han encontrado restos óseos y pisadas de dinosaurios, fósiles de trilobites o recuerdos de la flora que dio vida a este planeta antes de que el ser humano fuese siquiera un proyecto. Muchos de esos yacimientos se pueden visitar e incluso alguno de ellos ofrece actividades especialmente dirigidas a niños, porque si hay un colectivo que disfrute con todo lo relacionado con los dinosaurios es el infantil. Marcar una ruta con la intención de conocer más sobre estos descubrimientos paleontológicos tiene un nombre: paleoturismo y cada vez tiene más adeptos.
Coll de Nargó (Lleida)
Por ejemplo, en el conjunto paleontológico de Coll de Nargó se puede ver la colección de huevos de dinosaurio más importante del continente europeo. Además, también se pueden observar otros restos de flora y fauna de lo que fue la vida en la zona antes de la extinción (hace unos 66 millones de años). Se hacen visitas guiadas, hay juegos interactivos y otra serie de atractivos para quienes quieran conocer la historia de la estancia de aquellos seres en el Pirineo catalán.
Murero (Zaragoza)
El yacimiento Paleontológico de Murero, en concreto la Rambla de Valdemiedes, cobija una de las series estratigráficas del periodo Cámbrico más completa del mundo, es decir, que se puede ‘visualizar’ cómo era el fondo del mar que ocupaba esa zona hace más de 500 años. Los restos de trilobites son los más numerosos, ya que se han encontrado más de 70 especies diferentes. De hecho, hay quien lo denomina ‘La capilla Sixtina de los trilobites” y es Bien de Interés Cultural. Se puede recorrer siguiendo tres itinerarios distintos que están señalizados y cuentan con paneles explicativos.
Colunga (Asturias)
Uno de los centros educativos y de diversión más conocidos del país es el Museo Jurásico de Asturias, en el concejo de Colunga. El edificio, que tiene forma de huella tridáctila de dinosaurio, recoge información de los tres periodos de la conocida como Era de los Dinosaurios: Triásico, Jurásico y Cretácico (cada una se sitúa en un dedo del recinto). Los y las visitantes pueden asombrarse con los esqueletos de Camarasaurus o de Tyrannosaurus Rex, divertirse en la zona de juegos del exterior o incluso participar en algún taller. Además, en la zona también es posible caminar por la ruta de La Costa de los Dinosaurios que transcurre por el litoral asturiano entre las poblaciones de Lastres y Gijón.
Tierras Altas de Soria
Soria también tiene su propio camino ‘dinosauril’, que concretamente se llama Ruta de las Icnitas de las Tierras Altas de Soria. Para quienes no estén demasiado versados en el mundo de la paleontología, una icnita es una huella, que es lo que abunda en los tres recorridos que se pueden seguir en esta zona (los yacimientos del este, del oeste y otros más alejados de las Tierras Altas). Por allí pasaron y dejaron su impronta pterosaurios, ornitópodos, saurópodos, terópodos, estegosáuridos, aves mesozoicas, cocodrilos y tortugas. Los itinerarios permiten conocer también poblaciones de la zona como Matasejún, donde está el yacimiento de Las Adoberas; Bretún, cercano al yacimiento de La Matecasa o Almarza.
Atapuerca (Burgos)
El yacimiento con más relumbrón del país es, sin ninguna duda, el de Atapuerca, situado en Burgos. En 1992, se encontró la Sima de los Huesos y en 1994, restos humanos de hace más de 900.000 años. Gracias a este hallazgo, se definió una nueva especie llamada Homo antecessor. En el año 2000 el yacimiento fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Acudiendo allí se puede entrar en la Trinchera del Ferrocarril, recorrer la exposición permanente de arqueología experimental en el Centro de Arqueología Experimental (CAREX) o participar en un paseo guiado por el sendero botánico cercano a los yacimientos y por los alrededores de la sierra de Atapuerca, entre otras cosas. Es recomendable consultar los horarios y los días de apertura del centro porque no está disponible para visitas ni todo el año ni toda la semana.
Enciso (La Rioja)
Y para rematar, un paso por los Yacimientos de icnitas de Enciso, en el sur de La Rioja. En ellos se encontraron unas 1.400 huellas de dinosaurios (patas, cola e incluso arañazos realizados al nadar) y ahora se pueden transitar partiendo del Centro Paleontológico situado en la localidad. El trayecto llega hasta Navalsaz y los interesados pasan por siete yacimientos (Virgen del campo, La senoba, Valdecillo, Icnitas 3, Villar-Poyales, Navalsaz y Cuesta de Andorra). Aunque hay visitas guiadas, se puede acceder libremente ya que están a cielo abierto, aunque protegidos con vallas y algunas cubiertas.
Carmen López