Neules, los barquillos centenarios del Mediterráneo
Escrito por
05.01.2022
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Habrá quien las llame barquillos, pero lo cierto es que su nombre catalán refleja mucho mejor su consistencia. ‘Neula’ viene de ‘nebula’ que en latín significa ‘niebla’, una palabra que hace referencia a su consistencia ligera, como si no se tratase de un alimento terrenal. Son propias de Cataluña, aunque también se pueden encontrar en más puntos del Mediterráneo, donde también se reivindican como producto tradicional.
Su origen se fecha sobre el siglo IX, cuando se estima que se elaboraban en los monasterios (su preparación iba acompañada por una oración). A la documentación histórica se añade la referencia a las neules que se encuentra en el libro Fèlix o Llibre de meravelles (Fèlix o Libro de maravillas, en catalán), firmado por el filósofo y escritor mallorquín Ramón Llull en el año 1289.
Asimismo, hay documentos que atestiguan que el rey Jaume I convidó a los asistentes a su evento de Navidad en 1268 con neules y frutos secos. Por aquel entonces, no tenían la forma cilíndrica y alargada que tienen hoy en día, sino que eran planas (más parecidas a una oblea, un detalle lógico debido a su origen religioso).
Este hecho dio pie a otra tradición: en el Monasterio de Sant Pere de Rodes, en Port de la selva, regalaban a sus habitantes trece neules con una jarra de vino a modo de celebración del evento del rey. En tiempos medievales, las neules no estaban ligadas al dulce necesariamente, sino que se comían con sal y pimienta.
Es cierto que su consumo se asocia con la época navideña, pero no tiene por qué reducirse solo a esos días que no todo el mundo festeja. Actualmente pueden encontrarse a la venta en cualquier mes del año, aunque la producción de las artesanas quizá esté un poco más atado al calendario, pero no necesariamente. Además, también es tradición empezar a consumirlas el 8 de diciembre, el día Inmaculada Concepción, hasta el 2 de febrero, día de La Candelaria.
Lo que está más claro de todo es que las neules son un alimento destinado básicamente al disfrute. Suelen comerse mojándolas en chocolate, café o incluso cava (de hecho, se dice que en los tiempos de Jaume I se solían tomar con licor y no hace falta recordar la jarra de vino de los monjes de Sant Pere de Rodes).
¿De qué y cómo están hechas las neules?
Fue en el siglo XVII cuando se les empezó a dar la forma cilíndrica y alargada que tienen ahora. Se convirtieron en un producto de panadería y más tarde apareció la figura del neuler (o barquillero en otros lugares fuera de Cataluña), asociando el oficio a la artesanía. Por supuesto, ya se ha abierto otra vía de elaboración: la industrial. Pero aunque su aspecto y sabor se asemejen más o menos a las artesanas, hay formas de diferenciarlas.
Según un artículo de El País: “las neules artesanales sobresalen unas de las otras porque es imposible que queden de la misma medida. El diámetro irregular indica también la forma artesana. Mirando el interior del canutillo se puede comprobar si es artesanal porque la forma la da el palo de enrollar, que es cilíndrico, mientras que el industrial es hexagonal, porque de otro modo la masa resbalaría”.
La masa de las neules se elabora con azúcar, harina de trigo, huevo, mantequilla, ralladura de limón y esencia de vainilla (los ingredientes pueden variar ligeramente según quien las cocina: a veces se utiliza solo la yema del huevo y a veces la clara, por ejemplo). De la mezcla de los ingredientes se obtiene una masa bastante líquida y se le da forma en una plancha semejante a una sartén a la que se le da vuelta.
Una vez cocida la masa (tarda unos 5 minutos aproximadamente), se le da forma enrollándola con una herramienta cilíndrica (como un palito). Este movimiento hay que hacerlo rápidamente para que la masa no se seque y se quiebre al hacerla rodar. Con el tiempo y las innovaciones gastronómicas, las neules han evolucionado y ahora es posible bañadas en chocolate o rellenas con otros alimentos como el turrón.
Decorativas
Las neulas también servían para decorar, aunque de entrada parezca extraño. Cuando aún eran planas, en muchas iglesias de Mallorca se utilizaban para adornar sus naves cuando empezaba la cuaresma. Tenían diferentes tamaños, de modo que las pequeñas marcaban los días que faltaban para los días de ayuno y las grandes, las semanas.
Con el tiempo, llegaron a hacerse dibujos troquelados para que luciesen aún más llamativas. Esta tradición aún se mantiene en algunos puntos de Mallorca como en Porreres, que en 2017 un grupo de voluntarios engalanaron la iglesia parroquial con tiras de neules unidas a una gran estrella que se colocó en el presbiterio. Diferentes modos de disfrutar de un alimento que une lo etéreo con lo terrenal.
Carmen López