Moguer y otros 7 pueblos de escritores inolvidables
Escrito por
19.04.2023
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La imagen de un escritor sentado en un escritorio en la buhardilla de una casa de campo no es difícil de visualizar. Relacionar la creación literaria con la tranquilidad es habitual: quién querría dejarse llevar por la creatividad con los cláxones de los coches de fondo pudiendo hacerlo con el canto limpio de los pájaros.
Es una figuración romantizada del oficio de literato, porque no todos tienen la posibilidad de recluirse en un lugar de paz, pero algunos afortunados sí que pudieron gracias a sus orígenes rurales. Y quizá esa circunstancia ayudó a que pasaran a la historia por la calidad de sus libros.
El Boalo (Madrid)
Por ejemplo, Carmen Martín Gaite tenía su refugio en la casa familiar de Boalo, un pueblo situado en la Sierra de Guadarrama. Aunque era natural de Salamanca, en esa finca familiar construida en el campo madrileño descansan sus restos, los de su hermana Ana y los de su hija Marta.
Ese domicilio familiar es ahora la sede de la Fundación Centro de Estudios de los años 50 y se puede visitar. Allí se puede ver su archivo, su biblioteca, objetos personales y los muebles de la vivienda, entre otras cosas.
Moguer (Huelva)
Otro que pasó parte de su vida en Madrid mientras intentaba ganarse la vida como escritor –Martín Gaite también lo hizo allí– fue Juan Ramón Jiménez. Había nacido en 1881 en un pueblo de Huelva llamado Moguer, del que se fue en cuanto pudo.
Sin embargo, su estancia en Madrid no fue tan larga como él deseaba porque cuando su padre falleció tuvo que volver a su aldea natal para hacerse cargo de su familia. La vida le acabó llevando a otros destinos, pero curiosamente en Moguer fue donde más títulos de su bibliografía completó.
Malgrat de Mar (Barcelona)
Gran parte de los viajes posteriores que Juan Ramón Jiménez hizo a su vuelta a Moguer –propiciados sobre todo por la Guerra Civil que le llevó al exilio– los hizo junto a su mujer Zenobia Camprubí. Intelectual cosmopolita, referente del feminismo español y primera traductora de Rabindranath Tagore al castellano, también estaba ligada emocionalmente a su pueblo natal Malgrat de Mar, en Barcelona.
Allí vio la luz por primera vez en 1887 y era donde la familia pasaba los veranos a la orilla del Mediterráneo. Aquellos veraneos terminaron en 1890 por el trabajo de su padre, pero ella llevaba a la localidad en su corazón e incluso llegó a escribir un texto autobiográfico titulado Malgrat.
Orihuela (Alicante)
Si hay un vínculo de un poeta con su pueblo que sea llamativo es el de Miguel Hernández con Orihuela. El escritor alicantino nació allí en 1910 y fue donde creció mientras se convertía en escritor autodidacta. Aunque realizó diversos viajes a Madrid por su trabajo, siempre volvió a su lugar de origen.
También allí se casó en 1937, en plena Guerra Civil, con Josefina Manresa. El hogar de la familia es ahora una Casa Museo por la que cada año pasan cientos de admiradores para ver las habitaciones o la higuera que tanto inspiró al autor.
Fuente Vaqueros (Granada)
El vecino más ilustre de Fuente Vaqueros, en Granada, es el malogrado Federico García Lorca. Aunque nació allí, su familia pronto se mudó a la capital y además, poseían una finca en Órgiva donde pasaban mucho tiempo. Pero él nunca se olvidó de su localidad natal –la casa en la que nació es ahora un museo de su figura– pese a esos cambios y a su estancia en Madrid y sus viajes por España y por el mundo.
De hecho, fue el encargado de dar el discurso inaugural de la biblioteca de la localidad en 1931: “Que esta biblioteca sirva de paz, inquietud espiritual y alegría en este precioso pueblo donde tengo la honra de haber nacido, y no olvidéis este precioso refrán que escribió un crítico francés del siglo XXI: ‘Dime qué lees y te diré quién eres’”, dijo como colofón de su alocución.
Molledo (Cantabria)
La tercera novela del famoso autor Miguel Delibes se titula El camino y está ambientada en Molledo, un pueblo de Cantabria. Su arraigo con la localidad le venía de familia: su padre nació y murió allí, y muchos veranos de su vida transcurrieron en el escenario verde del valle de Iguña.
Su obra y su propia persona han dejado una huella tan profunda en el lugar que en 2009 consiguió el título de Hijo Adoptivo de ese pueblo, en el que ahora se organizan rutas literarias relacionadas con su figura. Él ganó el premio Nadal con su libro y el pueblo un gran gancho turístico.
Pals (Girona)
Aunque nació en Palafrugell, Josep Pla fue el embajador más ilustre de Pals, un pueblo medieval situado en la misma comarca. Llevaba de visita a todo el que fuese a visitarle y no le dejaba ir sin que se asomase al mirador que ahora lleva su nombre.
También existe una ruta por la localidad organizada, precisamente, por la Fundación Josep Pla, que dejó para la posteridad unas palabras dedicadas a su apreciado municipio: “Pals no merece una visita, sino cien visitas, porque su ubicación ofrece la posibilidad de ver uno de los paisajes más bellos e inolvidables del país”.
Padrón (A Coruña)
Vivió en varios sitios de España –Vigo, Madrid, Mallorca– y viajó por el país con asiduidad (algunos de sus títulos son guías de esos periplos) pero sus últimas palabras fueron “¡Viva Iria Flavia”, porque Camilo José Cela fue uno de los gallegos de pro más famosos fuera de su tierra. Nació en 1916 en aquel pueblo de Padrón que nombró en el momento de su muerte y lo llevó en el corazón durante toda su existencia.
No todos los pueblos tienen el privilegio de decir que allí nació un Premio Nobel de Literatura aunque, como se ha visto, los amantes de la lectura pueden trazar un buen recorrido por la Península en busca de las raíces rurales de algunos de los mejores escritores de la historia.
Carmen López