Lugares de España que le encantarían a Eduardo Manostijeras

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17.09.2020

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6min. de lectura

iluminación navideña en Vigo con el dinoseto en primer plano, arte topiario, jardinería
Dinoseto. Por M.Madriñán

La ciudad de Vigo tiene muchos atractivos: el barrio de la piedra con sus ostras frescas, la escultura de Julio Verne, la cercana playa de Samil, su casco antiguo. Pero en 2015 un personaje se convirtió en la estrella de la ciudad pese a que en un principio los vigueses no daban crédito. Se trata de Dinoseto, un seto con forma de dinosaurio (su nombre no es muy rebuscado), con el que todos los visitantes de la ciudad quieren hacerse una foto. Hasta Pedro Sánchez publicó una foto en su perfil de su Twitter con el texto: “Dinoseto, todo un icono de esta bellísima ciudad”. Si eso no es ser famoso, qué lo es.

Pero al ahora reconocido como símbolo de identidad le costó ganarse el cariño de los vecinos, porque su entrada en la urbe fue un tanto atropellada. En un principio, ese arbusto gigante iba a vivir en una rotonda de la calle Rosalía de Castro, pero los ciudadanos de la zona pusieron el grito en el cielo al ver al bicho de hojas. Como las elecciones estaban cerca y no era el momento de jugarse los votos, el Alcalde declaró que aquello había sido un error y decidió moverlo a las afueras de la ciudad gallega.

Con todo el lío, el dinosaurio había ido ganando fama. Los vigueses y viguesas que no veían aberración estética sino puro arte pop fueron alimentando la admiración por el inocente seto, que llegó a ser un fenómeno de Internet. Sin olvidar las elecciones, el Alcalde dio un giro a su estrategia y plantificó al “muñeco” en el centro de Vigo.

Un año después nació Dinosetiño, otro arbusto ornamental más pequeño que es en el imaginario popular el hijo del primer saurio. Está situado al lado de su progenitor (o progenitora, el género no está definido), haciendo su labor de celebridad local. Lo han pasado mal en alguna ocasión por culpa de los actos vandálicos que han sufrido, pero siempre se han recuperado.

Eduardo Manostijeras
Eduardo Manostijeras

Si Eduardo Manostijeras, el personaje creado por Tim Burton en 1990, diese un paseo por la ciudad gallega estaría muy orgulloso del artista que creó a la familia Dinoseta. De hecho, en una de las escenas de la película, el protagonista poda un arbusto con forma de dinosaurio muy parecido al vigués. Larga vida a Dioseto (e hijo).

Arte topiario y jardinería

La técnica de crear formas partiendo de un arbusto tiene un nombre poco conocido, por lo menos para los profanos en jardinería: arte topiario. Y, para sorpresa de muchos, se practica desde la época romana. Desde entonces, se han creado auténticas maravillas visuales: laberintos, bosques de fantasía o figuras como la mencionada de Vigo que se consiguen moldeando un conjunto de ramas y hojas. No lo hace cualquiera.

Hay algunos pueblos en España que también tienen su propia muestra de arte topiario. Uno de ellos es Losar de la Vera, situado en la comarca de La Vera (Cáceres). Lo más curioso es que las esculturas no están agrupadas en un parque o un recinto, sino que están repartidas por las calles, representando diferentes figuras.

Sculpture of hedge Losar de la Vera Extremadura, Spain
Arte topiario en Losar de la Vera. Por Felix Herencias

Un elefante pequeñito, un pato, una flor o incluso personas haciendo cosas: un ciclista, un señor cogiendo agua con un caldero, un jugador de baloncesto, una tetera o figuras decorativas. Incluso el nombre del pueblo está recortado en un seto, para dejar claro que la localidad está totalmente comprometida con dicha disciplina artística. 

Esta tradición empezó en 1975, con el objetivo de dar publicidad a las plantas ornamentales de la empresa Viveros Nuboga, que le había alquilado unos terrenos al ayuntamiento del pueblo para instalarse y desarrollar la actividad. El éxito de la compañía convenía a ambas partes, así que se puso en marcha esta estrategia publicitaria.

El primer encargado del diseño y mantenimiento de las obras topiarias fue el vecino Vicente M. Domínguez Pérez. Le sucedió su aprendiz José Antonio Díaz Correas, que cuenta con la ayuda de Rafael Berrocoso Martín. Los setos recortados están tan integrados en la personalidad del pueblo que aún se mantienen aunque la empresa de plantas hace tiempo que abandonó la localidad. 

Si Dinoseto se parece al saurio de Eduardo Manostijeras, el Bosque Encantado de San Martín de Valdeiglesias parece un sueño de Tim Burton hecho realidad. Es un gran parque botánico –se puede tardar dos horas o más en recorrerlo entero– que alberga alrededor de 350 esculturas hechas a partir de setos. Las esculturas están agrupadas por temáticas y según el camino que se escoja, se entra en un mundo concreto.

topiario, jardinería, bosque encantado
Bosque encantado

Algunos son el camino de los inventos, el de los seres del agua, el de las artes o el de los cuentos infantiles, con figuras vegetales de Pinocho o Blancanieves y los enanitos. Una de las esculturas más admiradas del recinto es la del monstruo del lago Ness (Nessie para los amigos) y también la del dragón con alas que parece a punto de echar a volar. Son solo algunos de los ejemplos, porque también hay dinosaurios, bailarinas, animales y hasta un grupo de música.

Además de las siluetas, también es posible perderse en un laberinto, admirar la variedad de cactus (más de cien) que crecen en un rincón del parque o relajarse con el sonido del agua de la cascada natural que también está dentro del recinto. Es un sitio perfecto para ir con niños pero también para que los adultos se pierdan caminando tranquilamente entre esculturas naturales. 

Bosque encantado

El laberinto es otro ejemplo de las virguerías que se pueden hacer con una máquina de podar, destreza e imaginación. Aunque no todos tengan figuras vegetales, la vista cenital de su trazado suele ser digna de observar. El Laberinto de Horta, en Barcelona, sí alberga muestras de arte topiario, pero también fuentes, estanques y un canal. Domenico Bagutti fue el arquitecto que se encargó del proyecto, que se inició a finales del siglo XVIII y terminó en 1808, aunque después todavía experimentó una ampliación.

View of the tourists in the Horta's Labyrinth
Laberinto de Horta. Por stbaus7

El parque fue propiedad de la familia Desvalls hasta los años 70, cuando el ayuntamiento de Barcelona se hizo con la propiedad y lo abrió al público en 1971. El estilo del jardín, obra del jardinero galo Delvalet, tiene parte de romanticismo y parte de neoclásico. Esta mezcla se debe a las diferentes épocas en las que se construyó el parque.

El lugar es bucólico e invita al hedonismo, pero ojo al entrar en el laberinto: no es tan fácil encontrar la salida y, aunque el camino no es tan trepidante como el de Alicia en el País de las Maravillas, puede provocar nerviosismo. Que se sepa, nadie se ha perdido para siempre en sus pasillos, aunque mejor no tentar a la suerte.

Carmen López

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