“La gimnasia rítmica me permitía expresar todo lo que llevaba dentro”, entrevista a Lourdes Mohedano
Escrito por
30.07.2024
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Medallistas olímpicos rurales (5/5): Lourdes Mohedano
Quinta y última entrega del serial de entrevistas Medallistas olímpicos rurales en EscapadaRural. Los Juegos Olímpicos de París 2024 nos sirven como excusa para descubrir las raíces rurales de cinco deportistas que han logrado subir a un podio olímpico. En la última entrega, charlamos con la gimnasta cordobesa Lourdes Mohedano, medalla de plata en Río 2016, que a los trece años, con el apoyo incondicional de su familia, abandonó el calor del hogar para cumplir un sueño.
Lourdes Mohedano Sánchez de Mora (Córdoba, 1995) nació deportista y, de hecho, asegura entre risas que aprendió a correr antes de saber andar. Tras probar varias disciplinas, su lado expresivo le hizo decantarse por la gimnasia rítmica, donde pudo dar rienda suelta a su pasión por la interpretación. Marchó de casa muy joven para integrarse en el equipo nacional y, tras muchos años de esfuerzos, sacrificios y también éxitos, alcanzó la gloria olímpica con la medalla de plata en los Juegos de Río 2016.
Después de la cita brasileña, con apenas 21 años, decidió junto al resto del ‘equipaso’ olímpico poner fin a su trayectoria en el deporte de élite. Tocaba buscar nuevos retos vitales pasó a desarrollar su entusiasmo interpretativo como actriz, conferenciante, comunicadora y entrenadora. Afirma sin miedo que todavía le quedan muchas cosas por probar.
- Antes de empezar, una aclaración. Las fuentes biográficas que hemos podido consultar no se ponen de acuerdo: ¿usted dónde nació?
Nadie sabe muy bien si soy de Córdoba o de Peñarroya-Pueblonuevo. Siempre hay dudas, porque como digo que soy de los dos sitios… La verdad es que nací en Córdoba, pero me siento muy arraigada a mi pueblo. Toda mi familia nació allí. Allí es donde nos juntamos en las fechas señaladas, y es un lugar donde siempre me he encontrado tranquila, que me ha dado esa calma y ese respiro. Para mí, es como si hubiera nacido en Peñarroya-Pueblonuevo.
- ¿Cómo es Peñarroya-Pueblonuevo?
Es un pueblo minero, de personas muy trabajadoras, que han luchado mucho. Un pueblo encantador, que da vida cuando paseas por sus calles, por la ruta del peñón o por la vía verde La Maquinilla, que es preciosa. Cuando pienso en mi pueblo, es pensar en casa, en hogar, en mi sitio, en mis raíces. Lo definiría como el mejor pueblo del mundo, ¿qué le voy a decir yo?
- Deducimos que, por la dedicación que exige su deporte, no habrá podido pasar mucho tiempo allí.
Por la vida que he llevado y por mis entrenamientos, no me he podido escapar todo lo que me hubiese gustado al pueblo. Desde los trece años estoy fuera de Córdoba. Pero en cuanto puedo, vuelvo a casa y paso por Peñarroya-Pueblonuevo para estar con la familia. Me encanta pasear por esas calles y por esa naturaleza que no tiene la ciudad. Es un respiro, un oasis que me da motivación para seguir con mi día a día que, sobre todo cuando competía, era tan exigente.
- ¿Tuvo claro desde pequeñita que quería ser gimnasta?
Claro, claro, tampoco. Simplemente iba fluyendo y disfrutando. Sí que nací deportista, eso lo tengo muy claro desde el primer momento, y me di cuenta de que el deporte iba a ser algo importante en mi vida. Yo corrí antes de andar (ríe). Lo primero que probé fue el ballet, pero en seguida vi que me aburría un poco, por el estilo de música y por los movimientos. Digamos que yo necesitaba expresarme de otra forma.
- Y decidió probar la gimnasia rítmica.
Comencé a practicarla como actividad extraescolar. A la vez, también estaba en un club de natación, hacía atletismo y jugaba al fútbol, que me encanta. Pero había algo en la gimnasia rítmica que me apasionaba y que no me daba otro deporte.
- ¿Qué es eso que le enganchó tanto?
No te sé decir exactamente qué. Quizás esa manera de poder comunicarme a través del movimiento. La parte de la expresión corporal y facial era la que más me gustaba, interpretar una música a través del movimiento, contar una historia. Todo ese componente de interpretación me llamaba la atención. Me permitía expresar lo que llevaba dentro. Y creo que además era mi fuerte.
- ¿Cuándo da el paso definitivo hacia el profesionalismo?
No pensé nunca en ser deportista profesional, simplemente iba disfrutando de cada etapa. Es un proceso largo, de varios años. Vas mejorando poco a poco. Con el paso del tiempo, te vas dando cuenta de que se te da bien. En las competiciones vas teniendo buenas clasificaciones. Primero te observan de la federación andaluza. Después, te hacen un seguimiento desde la selección española, porque encajas en el perfil que buscan. Y cuando ya tienes la edad mínima para el equipo nacional, que en este caso es trece años, te llaman para incorporarte a la selección.
u0022En la gimnasia rítmica de alto nivel, te juegas todo el trabajo de cuatro años en una actuación de dos minutos y medio. Se necesita mucha fortaleza mentalu0022
- Un cambio radical en su vida sin apenas haber llegado a la adolescencia.
Claro, con trece años tuve que mudarme de Córdoba a Madrid, a una residencia de deportistas. Estando ya en la selección española, el deporte pasó a ser un trabajo. Entrenábamos entre 8 y 10 horas, de lunes a sábado. La gimnasia rítmica se convirtió en un estilo de vida para mí. Por suerte, era lo que más me gustaba hacer. A lo mejor llegaba a casa y me ponía a ver la tele con la pierna en la oreja. O de repente saltaba. Y cuando uno se lleva el trabajo a casa, es porque le gusta mucho y le apasiona.
- ¿Cómo llevó el hecho de alejarse de su entorno siendo tan joven?
Es una edad muy complicada, trece, catorce, quince años… en plena adolescencia. Es verdad que, una vez estás allí, te metes en tu burbuja. Pasas tantas horas entrenando y estudiando que no te queda tiempo para nada. Tienes tu rutina y tiendes a pensar en tus objetivos, más que otra cosa. Pero claro que echaba de menos a mi familia, mi entorno en Córdoba, pasear por el pueblo… Estaba deseando que llegaran las Navidades para ir a Peñarroya-Pueblonuevo, estar con la familia y cargarme de energía. Solo eran cuatro días, pero a mí me daban la vida.
- En estos casos es fundamental el apoyo familiar.
Muchos padres a lo mejor no lo entienden o no están dispuestos a ello, pero los míos, desde el primer momento, dejaron que yo tomara mis propias decisiones. Y no niego que en algún momento haya tenido ganas de tirar la toalla, cuando hay un mal entrenamiento, por ejemplo. Pero nunca he querido volver a Córdoba. Mis padres siempre me decían que el día que me cansara de todo aquello, que volviera a casa, que me iban a recibir con los brazos abiertos. En todo momento, decidía yo. Y eso, quizás, me hizo madurar antes de tiempo.
- Se necesita esa madurez porque las gimnastas, desde muy pequeñitas, tienen una gran exigencia. Es un deporte duro, en el que hay mucha rivalidad.
Cuesta mucho llegar a la élite, porque somos muchas gimnastas. Y una vez ahí, te juegas tu puesto todos los días, porque también hay gimnastas suplentes, que están preparándose a la vez que tú. Tienes que trabajar con un altísimo nivel de exigencia. Además de físicamente, mentalmente tienes que estar muy bien. Es un deporte en el que te juegas todo el trabajo de cuatro años en dos minutos y medio.
- Dicho así, qué presión.
Claro que puedes presionarte más de la cuenta, la mente puede jugarte una mala pasada. Que en esos dos minutos y medio, la líes y falles. Pensar que después de haber trabajado tanto, puede que no te salga bien. Y eso te provoca un cúmulo de sensaciones negativas. Pero también te puede pasar lo contrario, que todo vaya bien. Es lo que me ha pasado a mí en los dos ciclos olímpicos que estuve compitiendo.
- ¿Qué han supuesto los Juegos Olímpicos en su trayectoria deportiva?
Los Juegos son el evento más importante, donde todo deportista quiere competir. Solamente clasificarse, ya es una medalla y un trofeo grande, por toda la repercusión que tienen. En mi caso, tanto en Londres 2012 como en Río 2016, trabajé mucho junto a mi equipo para poder estar. Nos llamaban ‘El equipaso’, por el acento cordobés. Aparte de trabajar y trabajar, se necesita esa parte de suerte, que al final es preparación con oportunidad. También está el peligro de las lesiones. Por ejemplo, a mí me operaron en 2015, en el año clasificatorio para los Juegos de Río. Por suerte, me recuperé, pude competir y obtuvimos un buen resultado.
- Cuéntenos más de sus experiencias olímpicas.
En Londres 2012, a mis 17 años, yo era la benjamina de toda la expedición olímpica española. Siempre he sido también la más joven del equipo. Entonces, llevábamos poco tiempo juntas. En Londres solo pudimos estar en la villa olímpica el último día, para la ceremonia de clausura, porque el pabellón estaba a dos horas de distancia y nos alojamos en un hotel cercano. Hacer ese trayecto todos los días, tanto para entrenar como para competir, hubiera sido agotador. En la competición, hicimos dos ejercicios bastante buenos, sin fallos. Obtuvimos un cuarto puesto, diploma olímpico. La experiencia fue muy positiva. Y como conjunto nos vino muy bien, porque nos motivamos mucho.
- A raíz de aquello comenzaron a crecer como equipo… y a ganar.
Al año siguiente, ganamos un oro en el mundial de Kiev. En 2014, en Turquía, logramos revalidar el título: bicampeonas del mundo. En 2015, volvimos a sacar medalla y conseguimos la clasificación directa para nuestros segundos Juegos Olímpicos, los de Río 2016. Ahí sí que éramos ya veteranas, y se notó en la competición. Supimos gestionar mejor las emociones. Esos nervios y esos miedos siempre se tienen, lo que cambia es la forma de gestionarlos. Supimos hacerlo, y por eso conseguimos la medalla olímpica de plata. Además, en Río sí que pudimos vivir la experiencia completa: nos alojamos en la villa olímpica, convivimos con todos esos deportistas de otros países. Yo había vivido algo parecido en Madrid, en la residencia de deportistas. Pero los Juegos son algo diferente: todo es a lo grande.
- A su retorno, recibió numerosos homenajes en su tierra.
En Peñarroya-Pueblonuevo me prepararon un recibimiento en el ayuntamiento. Salí al balcón a saludar a la gente que, a pesar del calor, estaba allí para apoyarme. Me emocioné muchísimo. Seguidamente hicimos la presentación del pabellón Lourdes Mohedano. Me regalaron un cuadro con fotos y un ramo de flores. También me nombraron Hija Predilecta del pueblo. Fue precioso, muy especial y emotivo, algo para recordar toda la vida. También me hicieron varios homenajes en Córdoba.
- Y pudo compartir su medalla con sus paisanos.
Si le digo la verdad, la medalla la he enseñado poco. Creo que ese día y ninguno más. La tengo bien guardadita, no la quiero sacar ni manosear. No considero que tenga que estar llevándola a cada evento al que voy, para que la vea y la toque todo el mundo. Es algo tan grande, tan especial, que, bueno, prefiero llevarlo dentro y que se quede para mí.
- Después de su éxito olímpico decide retirarse de la competición de alto nivel. ¿Por qué tomó esa determinación?
Fue una decisión de todo el equipo. Llega un momento en el que el cuerpo y la mente están agotados y te piden un descanso. Habíamos estado más de dos ciclos olímpicos, ocho años, trabajando diariamente con un nivel de exigencia brutal. Eso te agota. Después tomamos la decisión definitiva. Quizás lo suyo hubiera sido que la gimnasta más joven, como era mi caso, se quedase con el nuevo equipo, para guiarlo y transmitirle su experiencia. Pero no me sentía con fuerzas para volver a empezar de cero. Terminamos de la mejor manera posible. Habiendo conseguido todo lo que habíamos conseguido, necesitábamos descansar, y también nos lo merecíamos como equipo.
- ¿Todavía mantienen el contacto?
Claro que sí, somos amigas. Cada vez que podemos, quedamos para cenar, para tomar algo o para pasar el día. Cada una tiene un ritmo de vida diferente, pero hacemos por vernos las cinco como mínimo una vez al mes. Y también mantenemos un grupo de Whatsapp, en el que hablamos mucho.
- Con 21 años y toda la vida por delante, tocaba encontrar nuevas motivaciones.
Siempre me he preocupado por formarme, incluso cuando entrenaba diez horas diarias. Al terminar mi trayectoria deportiva, aparte de la formación técnica que tenía, también estudié para ser entrenadora de alto rendimiento y jueza de gimnasia. Hice un máster en gestión deportiva, y también soy técnico superior. En el ámbito deportivo, ofrezco clases magistrales e imparto tecnificaciones para algunas federaciones autonómicas, como la aragonesa y la andaluza. Fuera de España, recientemente he estado dando clases magistrales en Chile, por ejemplo. Y colaboro con gimnastas de selecciones nacionales, como la de Brasil.
- ¿Cuáles son sus inquietudes fuera del ámbito deportivo?
Dentro de todas las opciones que tenía en mi mente, quise probar algo diferente. Como siempre me ha atraído esa parte de interpretación, me motivaba la idea de formarme como actriz, e invertí años en ello. Eso me ha dado herramientas para entrenar gimnastas en ese aspecto que, como comentábamos antes, es tan importante en nuestro deporte: la expresión corporal y facial, la interpretación. También he hecho trabajos, como un cortometraje con Carlos Iglesias. En 2015 y 2016 fui una de las burbujas de los famosos anuncios de Freixenet. También me atrae mucho la comunicación. He tratado de especializarme en ello a través de las conferencias. Participé en un proyecto del Comité Olímpico Español para dar charlas sobre olimpismo en colegios. También soy presentadora de galas y eventos. Y por último, este verano me he estrenado como comentarista para Televisión Española en el europeo de gimnasia.
- ¿Le queda algún reto por cumplir?
Soy una persona muy curiosa, siempre he tenido en la mente muchas opciones. He hecho todas esas cosas, pero todavía me quedan por probar muchas más. Y lo pienso hacer, ¿por qué no?
Miguel Perez
Me encanta el fútbol, leer, viajar, descubrir nuevos destinos y contártelos