La peregrinación de Les Useres: la tradición medieval que aún se conserva en Castellón

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16.04.2024

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6min. de lectura

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Peregrinación de Les Useres
Peregrinación de Les Useres. Por Alberto Casanova

Para bien o para mal (según el caso), con el paso de los años y de los siglos hemos ido dejando atrás muchas costumbres y tradiciones. Otras, sin embargo, se siguen manteniendo más o menos inalteradas. Un ejemplo paradigmático es la peregrinación de Les Useres (Useras en castellano) al santuario de Sant Joan de Penyagolosa (San Juan de Peñagolosa) que se celebra todos los años el último viernes de abril y que, según documentos escritos, se lleva haciendo desde al menos el siglo XIV.

Este año será el día 26 y la ruta está abierta a la participación de cualquier persona, aunque con unas condiciones un poco especiales. ¿Te animas?

La peregrinación de Les Useres se mantiene fiel a la tradición: en silencio y con túnicas

Les Useres
Les Useres. Por Juan Emilio Prades Bel

La peregrinación de les Useres a Sant Joan de Penyagolosa, también conocido y señalizado como “El camí dels pelegrins de les Useres”, es un recorrido de unos 35 kilómetros ida y otros tantos para volver por un paisaje abrupto que suma un desnivel acumulado de más de 1.000 metros. Esta legendaria ruta está declarada Monumento Natural.

Se puede hacer en cualquier momento del año, pero ese último viernes de abril es especial: no se camina, sin más, rememorando la tradición medieval, sino que se realiza como antaño y ahí radica parte de su atractivo. También es una buena oportunidad para conocer a gente y compartir, con nuevas personas, una experiencia mágica.

Esta legendaria ruta está declarada Monumento Natural

Ese día, 13 hombres –esto todavía no se ha adaptado a los tiempos actuales- parten en dirección al templo que está enclavado en la montaña castellonense en representación de todo el pueblo de Les Useres. Lucen barbas que se han tenido que dejar crecer y van ataviados con las prendas que se llevaban entonces: un hábito morado-marrón con cinturón de cuero negro ceñido a la cintura, un sombrero de alas caídas y la cruz.

Con ellos van tres cantores, un cura, un representante del Ayuntamiento, los clavarios, el depositario y el grupo de las “càrregues” (quienes llevan los bártulos).

Monumento a los peregrinos de Les Useres
Monumento homenaje a la peregrinación de Les Useres. Por Juan Emilio Prades Bel

¿Cómo y quién elige a esos afortunados que encarnarán a los penitentes a lo largo de 70 kilómetros de ruta en dos días? Un mes antes de la marcha, la organización hace un tradicional recorrido por las casas de Les Useres en el que van apuntando a los elegidos. Un evento que se vive con una emoción muy especial en el pueblo.

Con la lista hecha y todo a punto, el último viernes de abril, al alba, suenan las campanas de la iglesia mayor de Les Useres, acompañadas por un ritual de cantos y rezos. Tras un frugal desayuno, se inicia la caminata hacia las 8 de la mañana. Por cierto, los trece peregrinos y su séquito realizan el trayecto en completo silencio, solo roto, de vez en cuanto, por cánticos gregorianos tradicionales. El público general que se quiera unir a la peregrinación, debe hacerlo por detrás de la comitiva oficial y recibe el nombre de “promesas”.

En el recorrido se pasa por los términos municipales de Les Useres, Llucena del Cid, Xodos y Vistabella del Maestrat. Se hace parada en Sant Miquel de les Torrecelles, donde se descansa y se celebra una misa, y se continúa hasta el santuario de Sant Joan de Penyagolosa, a las faldas del emblemático pico valenciano del mismo nombre, donde los caminantes pernoctan. Al día siguiente, se hace la vuelta a Les Useres, que es más ligera porque es casi todo bajada.

En los pueblos por los que pasa la romería, los vecinos y vecinas barren y adornan el recorrido con flores y hojas verdes en homenaje a los peregrinos y a todo su séquito. Aunque se desconoce a ciencia cierta el origen de esta tradición senderista, se cree que podría estar relacionado con alguna catástrofe (epidemia, sequía, etc.), lo que explicaría el ruego de salud, paz y agua que marcan la marcha.

Los encantos de la romería de Les Useres

El peregrinaje de Les Useres al Santuario de Sant Joan de Penyagolosa es una experiencia única en sí misma por la posibilidad de vivir, en primera persona, una costumbre medieval que se mantiene con bastante fidelidad (bueno, hace siete siglos no había zapatillas ultraligeras ni bebidas liofilizadas, pero eso son detalles menores).

Además de su sentido religioso y místico, el camino presenta diferentes encantos y puntos de interés por los que vale la pena hacerlo. Recorre un paisaje fascinante de bosque mediterráneo, con amplias áreas de matorral, carrascales y pinares, así como escarpadas lomas que se alzan en paralelo a la costa y profundos barrancos. Desde el punto de vista cultural, se pasa por varios yacimientos arqueológicos, masías, ermitas, castillos y fuentes.

La otra peregrinación a Sant Joan de Penyagolosa: desde Culla

Culla
Culla. Por KarSol

Hay otra peregrinación cercana y similar que hunde sus raíces a finales de la Edad Media y que se dirige igualmente al Santuario de Sant Joan de Penyagolosa: la que parte desde el pueblo de Culla el viernes y sábado siguientes a la fiesta de la Santísima Trinidad, es decir, en vísperas del Corpus Christi. En este caso, las fechas varían porque dependen de la Semana Santa.

La peregrinación de Culla son 60 kilómetros de ida y vuelta (también se hace noche en el santuario) y la primera fecha de la que se tiene constancia que se hizo esta caminata data del año 1404. Una relevancia histórica que le ha valido la declaración como Bien de Interés Cultural Inmaterial de la Generalitat Valenciana. Por no hablar del encanto que atesora el mismo pueblo de Culla, de origen árabe y fuertes influencias de los Templarios, y un casco antiguo muy medieval.

El objetivo de la penitencia de Culla era el mismo que el de Les Useres: pedir lluvias para tener buenas cosechas, así como salud y paz. Transcurre por espacios de gran valor histórico y natural, como el riu Montlleó, Sant Bertomeu, la Font de l’Alforí o la Font de l’Espino. Todos los años suele reunir a unas 300 personas; unas, atraídas por su valor místico y espiritual; otras, por el encanto de conocer una tradición medieval, unos rincones naturales increíbles y conocer a gente nueva.

Raquel Andrés

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