La catedral de los peces: la torre que emerge del embalse y se puede visitar
Escrito por
14.08.2023
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La historia de España en el siglo XX está plagada de ejemplos de cómo el agua de los embalses construidos anegaron pueblos enteros. Esas inundaciones controladas y planificadas hicieron que los vecinos de esas localidades se quedasen sin maneras de ganarse el jornal –campos e industrias pasaron a mejor vida o se trasladaron– y tuvieran que encontrar otros alojamientos.
De estos sucesos aún quedan vestigios que salen a la luz cuando se abren las compuertas o la sequía desgraciadamente hace que el agua desaparezca. Así, hay lugares en los que todavía hay casas que se mantienen en pie pese a haber estado años sumergidas, como en el caso de Aceredo, el pueblo que aparece y desaparece en Lobios (Ourense), ahora un punto de interés turístico muy importante.
Pero en la comarca cántabra Campoo-Los Valles hay una especie de ‘chivato’ que reivindica, de alguna manera, la desgracia que vivieron muchas personas en ese mismo lugar hace más de medio siglo. La planificación del embalse del Ebro (que pertenece en un 70% a Cantabria y en un 30% a Burgos) comenzó en los años 20, ideado por el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo –que pensaba en industria, abastecimiento y comunicaciones–, aunque su proyecto no fue lo que resultó finalmente.
Dos décadas después los vecinos recibieron el aviso de que su pueblo pasaría a ser un recuerdo subacuático y en 1952, se inauguró el dicho embalse. Es uno de los más grandes de España y la mayor extensión de agua dulce de Cantabria (su superficie ocupa 6253 ha y tiene una capacidad de 541 hm³).
Aunque ahora tiene una gran importancia medioambiental, en su momento dejó sin casa a los habitantes de Medianedo, La Magdalena, Quintanilla, Quintanilla de Bustamante o Las Rozas de Valdearroyo. Algunos pueblos se reconstruyeron en otra ubicación y se prometieron indemnizaciones, estas tardaron mucho en llegar y no fueron demasiado cuantiosas. Quienes lo vivieron lo recuerdan como una desgracia y de hecho, existe un documental con testimonios de los vecinos impulsado por la Asociación Desarrollo Territorial Campoo Los Valles.
Sin embargo, en el sitio donde estuvo originalmente esta última población mencionada, una edificación sobrevivió a la inundación gracias a su altura y ahora es toda una referencia. Se trata de la torre de iglesia de Villanueva de las Rozas, también conocida como ‘La catedral de los peces’. Su construcción data de finales del siglo XIX y actualmente se puede acceder a ella a través de una pasarela de madera y subir por una escalera de caracol a su parte más alta.
Es un mirador excelente del entorno en el que se edificó, aunque en un inicio ese no fue el objetivo principal de su construcción. Cuando el nivel de agua del pantano es bajo (a día 27 de julio de 2023 su capacidad está al 36, 97%), se puede ver su parte inferior. En esos momentos también se pueden ver los restos del puente de Noguerol, que unía las dos orillas del estanque (los pueblos Yuso y Arija) y que fue uno de los pocos proyectos que se llevaron a cabo pero se acabó derrumbando.
El embalse de La catedral de los peces
La parte positiva de toda esta historia es que ahora el embalse es una de las zonas de protección y conservación del medioambiente más importantes del país. Entre otras cosas, es Zona de especial protección para las aves (ZEPA) y el turismo ornitológico (o ‘birding’, en inglés) tiene en este paraje un punto de referencia. Según un informe de la Sociedad Española de Ornitología, el embalse del Ebro es uno de los humedales más destacados del norte del país por sus poblaciones de aves acuáticas, al menos hasta ahora. Los efectos del cambio climático podrían cambiar esta condición.
Los aficionados a los deportes acuáticos también están de enhorabuena si visitan la zona, sobre todo en su parte oriental por los vientos que suelen soplar. El windsurf es una de las disciplinas estrella en este tipo de medio, aunque también se puede practicar kitesurf y la navegación en kayak. Hay zonas de baño habilitadas (fuera de ellas es peligroso meterse al agua por la profundidad o los cercados eléctricos para los animales) como la de Arija o La Población. En la primera localidad, perteneciente a Burgos, hay una playa fluvial de arena fina. También está permitida la pesca con licencia y la navegación en motor, vela o remo, previa autorización.
Los ‘senderistas’ también tienen su lugar en este rincón natural. Existen diversas rutas para realizar a pie o en bici, de diferentes longitudes. Una de ellas es la Ramal Sur del embalse del Ebro (PR S-79), que comienza en Horna de Ebro y termina en Llano. Tiene 17 kilómetros de longitud y pasa por otros lugares como Las Rozas o Renedo. También hay una ruta circular de 11,56 km de distancia, que sale de la presa del pantano y se realiza en tres horas y media aproximadamente.
Por supuesto también se puede rodear todo el pantano (dependiendo del tiempo del que se disponga puede ser en coche, a pie o en bici) para conocer los pueblos de sus inmediaciones y las posibilidades que ofrece la naturaleza. Si hay una conclusión que se pueda sacar de la historia de la catedral de los peces es que de las situaciones más adversas a veces (que no siempre) puede surgir algo positivo. El carácter de protección del medioambiente del pantano del Ebro es un buen ejemplo.
Carmen López