La casa azul de los Bosé ya está abierta al turismo rural
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28.11.2023
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Si hay un color con el que se asocia la figura de Lucía Bosé de manera indudable es el azul que tiñó su pelo e iluminó la casa donde residió durante las dos últimas décadas de su vida. Carismática como pocas, la actriz y modelo italiana nacionalizada en España falleció el 23 de marzo de 2020 a los 89 años. Su vivienda, situada en el pueblo segoviano de Brieva, se puso a la venta poco tiempo después, aunque tardó un poco en encontrar compradores pese a que la esencia de la artista, tan conocida, aún era palpable.
Finalmente, dos atrevidos se hicieron con ella y la reconvirtieron en una casa rural que abrió sus puertas a principios del mes de noviembre. De nuevo, la matriarca de uno de los clanes más conocidos de España vuelve a tener huéspedes.
Ignacio Villafañez descuelga el teléfono con prisa. Desde que se convirtió en uno de los socios que gestiona la Casa Azul no para ni un minuto, así que las preguntas tienen que ser rápidas. Sin embargo, se nota que tiene facilidad para hablar porque en cuanto comienza la conversación responde con fluidez y buen humor. Es lo que se suele definir como un ‘entrevistado generoso’.
Según dice a Escapada Rural, después de hacerse con la vivienda de Bosé “tuvimos que reformarla mucho. Estaba abandonada, bastante dejada y nos pareció un proyecto muy chulo”. Pero pese a los cambios, la casa sigue manteniendo su aspecto original. “La reforma que se ha hecho respetó todo lo que había, incluso los colores que había aplicado Lucía a cada habitación y a cada viga. Básicamente, lo que hemos hecho es reparaciones de los tejados o de las ventanas que tenían filtraciones”, comenta Villafañez.
Sí que hubo modificaciones un poco más invasivas, como en el dormitorio que dividieron en tres cuartos para conseguir la lógica de una casa rural. “Era un dormitorio que tenía ella de casi 100 metros cuadrados y decidimos darle practicidad. Además, otro cuarto que era como una sala para la televisión en la zona de abajo lo convertimos en una terma tipo romana, de piedra y climatizada. Es un detalle muy bueno”, desarrolla el co-propietario.
Tal y como está ahora, el alojamiento tiene espacio para 28 personas, que se pueden distribuir en doce camas individuales y cuatro sofás cama. Asimismo, tiene seis baños, cocina equipada, sala de estar, comedor, televisión, calefacción, zona de barbacoa y terraza exterior, entre otras cosas. Es decir, está totalmente preparada para pasar unos días rodeados de azul en plena Segovia.
El imán Bosé
Aún es pronto para afirmar con rotundidad el éxito de la casa que viene generado por su historia, pero el apellido de Lucía no es cualquiera. De hecho, antes de que se abriese al público, muchas personas ya se interesaban por ella. “Cuando estábamos aquí con la reforma, la gente de la calle se nos colaba para hacerse una foto o para verla, así que el nombre de la antigua dueña tiene su tirón, claro”, declara Villafañez.
Además, el entrevistado tiene más casas rurales que, de alguna forma, le sirvieron para hacer publicidad de esta. “Cuando llamaba un grupo para alojarse en las otras y las tenía ocupadas, lo rebotaba a esta. Es un destino muy atractivo porque tiene su historia”, sostiene. Lo cierto es que la alternativa es bien llamativa y la estancia en ella se convierte en una anécdota más que contar a la vuelta de la escapada a los conocidos.
De las posesiones personales de Lucía Bosé no quedan demasiadas. Cuando la vendió, la familia “se llevó todo lo que consideró que valía algo”, excepto alguna cosa que era demasiado grande o el mural pintado por el artista italiano Farina, que era muy amigo de la matriarca de pelo teñido de azul eléctrico.
Además, también quedan otros recuerdos inamovibles que recuerdan el paso del clan por la vivienda durante todos los años que les perteneció. “En una de las vigas de la casa encontramos firmas de los nietos, de los hijos que pasaron por allí que fueron apuntando cosas. Todo eso lo hemos dejado, por supuesto”, sostiene el encargado actual.
Tras la venta, los descendientes de la dueña anterior no han vuelto a pasar por allí. “Hicimos una jornada de puertas abiertas por la inauguración de la casa y la acogida fue tremenda”, comenta Villafañez. “Pasó gente del pueblo, de los restaurantes de alrededor y tal pero de la familia, nadie. Sí que vino, y además muy emocionado, una chica que se llama Tuana Llorente, que fue la que cuidó de Lucía durante veinte años. Ella nos contó cosas e historias sobre la casa”, recuerda.
Brieva, un pueblo de artesanos
Debido a sus peculiaridades la Casa Azul no tiene nada que ver con el resto de las casas del pueblo y, en general, de todo Segovia. Brieva, según la web de turismo de la provincia, tiene 126 habitantes y la estructura de las viviendas es la misma en todas: “predomina la piedra y decoración de esgrafiado segoviano”. Este segundo rasgo se refiere a una técnica de pared de estilo mudéjar que sirve para decorar fachadas con dibujos geométricos.
Entre los atractivos turísticos del pueblo está la iglesia románica de Santiago Apóstol, en cuyo interior hay un retablo barroco y una cruz para usar en las procesiones elaborada en 1639 por el platero segoviano Sebastián de Paredes (1598–1645). De hecho, Brieva tiene una interesante historia como lugar de artesanos y aún se conservan elementos como el edificio donde se alojaba la fragua o el potro de herrar, que se puede ver en el centro cultural de la localidad.
Un lugar tranquilo en el que la que fue Miss Italia en 1947 se refugió lejos del mundanal ruido durante las dos últimas décadas de su vida, después de años en la primera plana de los medios. Con su pelo azul, obra de su nieta Bimba y que Bosé lució constantemente en su recuerdo [falleció en 2017], se dedicó a realizar proyectos como el Museo de los Ángeles en Turégano y a disfrutar de esa casa que ahora también servirá de cobijo y diversión a otros huéspedes.
Carmen López