Huéscar: el pueblo granadino que declaró la guerra a Dinamarca
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03.02.2022
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El viajero tiene diversos motivos para visitar Huéscar, municipio granadino ya pegado a las provincias de Albacete y Jaén. Uno puede ser que allí se cría una excelente oveja segureña cuyas chuletillas son una delicia. Otro, que le gustan las ruinas melancólicas y se solaza en contemplar las obras faraónicas e interrumpidas sine die del canal de Carlos III, ilustre precedente del canal Tajo-Segura. Se concibió en tiempos de Felipe II, pero las obras se abandonaron hasta que por fin Carlos III se tomó el proyecto en serio… para abandonarlo poco después.
Pero quizá, la razón más atractiva y curiosa sea averiguar por qué este pequeño municipio le declaró la guerra a Dinamarca en 1809. Aunque no se firmó la paz hasta 1981, no se alarmen: fue un conflicto bélico en el que no se disparó ni un solo tiro ni nadie salió herido. Sin embargo, resultó ser la guerra más larga y más incruenta de la historia de España; no en vano se prolongó 172 años.
La culpa… de Napoleón
Todo comenzó en 1808, cuando las tropas francesas comandadas por Napoleón invadieron España. Nuestro país estaba aliado precisamente con su homólogo galo y enfrentado con Inglaterra por aquella época. Pero los acontecimientos hicieron rectificar a España y firmar la paz con los ingleses.
En Dinamarca, que era aliada de Francia, se había instalado antes un destacamento de tropas españolas para apoyar al país escandinavo en su guerra contra Suecia y servir de contención ante posibles insurgencias inglesas. El trueque de alianzas obligó a una rápida huida de parte del ejército español de Dinamarca ayudado por buques ingleses. Pero 5.000 soldados quedaron presos de franceses y daneses.
Ante tales acontecimientos, el 11 de noviembre de 1809 llegó a Huéscar un emisario militar español con una Real Orden de parte de las Cortes que actuaban en nombre de Fernando VII, rey que había sido desterrado por Napoleón. Dicho documento instaba a romper toda relación diplomática con Dinamarca.
El ayuntamiento de la localidad granadina acordó en sesión plenaria declarar la guerra a Dinamarca en forma de bando. Tal resolución establecía: “Atacar a las fuerzas danesas en cualquier parte que se hallen, vengar los insultos recibidos y no cesar las hostilidades hasta que un mutuo convenio de corte a corte y un tratado estipule las condiciones de paz”.
Simbólico tratado de paz
Aunque en 1814 llegó el armisticio con la retirada de las tropas francesas, en Huéscar parece ser que no se enteraron. Y así se mantuvo el litigio hasta el 7 de julio de 1981… El simbólico tratado de paz se firmó esa misma fecha en un distendido y simpático pleno del ayuntamiento de la localidad andaluza.
No hizo falta que el concordato llegara a oídos daneses, ya que el país escandinavo nunca tuvo constancia de estas curiosas hostilidades. Aquella fue una verdadera jornada de amistad oscense-danesa, a pesar de que los carteles colocados en las carreteras de acceso a Huéscar que advertían a los nórdicos visitantes lo siguiente: “Ojo, si es usted danés recuerde que entra en terreno enemigo. Si decide pasar, aténgase a las consecuencias”.
El embajador del país escandinavo en Madrid, Mogens Wandel-Petersen, y el alcalde de Huéscar por aquel entonces, José Pablo Serrano, en presencia de las primeras autoridades civiles y militares granadinas, sellaron el acuerdo.
Una vez aterrizado en Huéscar, el viajero puede aprovechar el paseo para contemplar las gigantescas secuoyas de 75 metros de altura que crecen en el paraje de la Losa. Las plantó Wellington, el general inglés que derrotó a los franceses en la guerra de la Independencia.
Entre los monumentos más destacados de la localidad sobresale la colegiata de Santa María la Mayor, que es un templo gótico-renacentista de principios del siglo XVI. Fue construida bajo la dirección de Diego de Siloé, y es reseñable la portada isabelina de la Sacristía Vieja y la portada principal renacentista, así como la bóveda gótica, la bóveda plateresca y el coro barroco.
Los amantes del cómic tienen su lugar de encuentro en el Museo José de Huéscar, dedicado a un dibujante e ilustrador nacido en la localidad (José de Huéscar y Garvi). Situado en el Pósito (siglo XVI), su obra se expone de forma permanente. Es autor, entre otros personajes, del cabo Rustí, el perro Rintintin y la adaptación de Las aventuras de Mowgli para la editorial Vaillant.
Trazados rectilíneos y amplias calles de estilo castellano conforman la estampa urbana de Huéscar, que convergen en un casco urbano de origen medieval. Por cuyo discurrir se suceden unas cuantas casas blasonadas y señoriales (Maza y de los Abades, de las Tercias, los Peralta, del Barón…).
Si de gastronomía hablamos, Huéscar destaca por la elaboración del cordero segureño, aunque son variados los platos de la colina local que utilizan esta carne para sus elaboraciones. Con influencias de Navarra y Aragón, otros platos típicos de este pueblo granadino son las gachas, las secas o el remojón de San Antón.
Orce, cuna de la humanidad
Huéscar asume la capitalidad de la comarca granadina que engloba a los municipios de Castilléjar, Castril, Galera, Puebla de Don Fadrique y en especial Orce, uno de los santuarios de la arqueología no solo a nivel nacional, sino también europeo y, por extensión, mundial.
En la localidad, más en concreto en el cercano yacimiento de Venta Micena (a 9 kilómetros, en la cañada del Salar), se encuentra uno de los conjuntos paleontológicos más importantes de Europa y Asia, tan solo comparables con los africanos de Olduvai (Tanzania). Ya que en él se han hallado pruebas que certifican la presencia del ser humano en la Tierra desde hace más de un millón de años.
En 1982 se descubrió un controvertido fragmento craneal humano que situaría al conocido como ‘Hombre de Orce’ como el homínido más antiguo hallado hasta esta fecha en Eurasia. Tras su discusión por la comunidad científica internacional, lo cierto es que recientes investigaciones han concluido que un diente de leche fósil de un niño hallado en Barranco León, una de las zonas arqueológicas de Orce, está considerado como el resto humano más antiguo de Europa Occidental, con 1,4 millones de años de antigüedad.
Javier Ramos