Guadalajara, pueblos que son literatura
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11.06.2018
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La zona más rural de Guadalajara ha logrado inspirar a numerosos artistas a lo largo de la historia, sobre todo en la literatura. En Viaje a La Alcarria, Camilo José Cela nos invitó a sumarnos a un recorrido de 10 días por una de las comarcas más increíbles de esta provincia. Hoy, la novela cuenta con su propia ruta por los pueblos que enamoraron al escritor.
Uno de ellos es Cifuentes, el corazón de La Alcarria, llamado así por la cantidad de manantiales que originaron el afluente del Tajo. Para Cela, Cifuentes era “un pueblo hermoso, alegre, con mucha agua”. Aunque no fue el único que quedó cautivado por el lugar.
Antes lo hizo Don Juan Manuel, el autor de El Conde Lucanor, quien compró la villa a Doña Blanca de Portugal hace casi un siglo. Allí levantó un castillo que lleva su nombre y que aún sigue en pie, aunque sólo se puede visitar su parte exterior.
Esta fortaleza también sirvió de residencia a Ana de Mendoza, más conocida como la princesa de Éboli: la aristócrata tuerta que nació en Cifuentes y murió encerrada en el palacio ducal de Pastrana.
Pero volviendo a los pasos de Cela, en Cifuentes tampoco podemos dejar de visitar la parroquia de El Salvador, donde está el popular púlpito de alabastro sobre el que habla en la novela.
Viaje a la Alcarria caló tan hondo en Guadalajara que hasta tiene su propio museo. Está en Torija, el pueblo conocido por ser la puerta de entrada a la comarca y que se ha convertido en el verdadero inicio de la ruta. En la torre del Homenaje el viajero puede ver algunas de las imágenes que Camilo José Cela se hizo durante el viaje y leer el cuaderno donde iba haciendo sus anotaciones.
La naturaleza fértil
Las montañas, el agua y el verdor del entorno tampoco pasaron desapercibidos para el escritor, quien, tiempo después, tras sobrevolar en globo las Tetas de Viana y estamparse contra los chopos del río afirmó que aquellas eran los dos únicos “pechos” que se le habían resistido.
Estos dos cerros gemelos, llamados así por su forma y por pertenecer a Viana de Mondéjar, son una de las insignias de La Alcarria y están declarados Monumento Nacional.
Siguiendo el cauce del río, a la altura de Trillo, llegamos a uno de los lugares más mágicos de Guadalajara: la cascada del Cifuentes. Aquí el agua cae con tanta fuerza que el estruendo se ha convertido en la banda sonora del paisaje y de sus alrededores. Este es el último tramo antes de desembocar en el Tajo.
El contraste de colores lo encontramos en Masegoso, un pueblo que para Camilo José Cela era “un pueblo grande, polvoriento, de color plata con algunos reflejos de oro a la luz de la mañana, con un cruce de carreteras. Los hombres van camino del campo, con la yunta de mulas delante y el perrillo detrás. Algunas mujeres, con el azadillo a rastras, van a trabajar a las huertas”.
El valle del Tajuña ofrece un paisaje tradicional, con tierras de labranza donde los vecinos se han dedicado durante años a la agricultura y a la ganadería. Su historia se puede conocer en el Museo del Pastor.
Las mejores vistas las obtenemos desde el pueblo de Brihuega, que enclavado en el valle del Tajuña es conocido como el jardín de La Alcarria. Su fama se la debe a los jardines situados justo detrás de la antigua Real Fábrica de Paños, ya cerrada.
También a los impresionantes campos de lavanda que el agricultor Andrés Corral cultivó en 480 hectáreas de las inmediaciones. Motivo por el que, desde 2012, en Brihuega se celebra el Festival de la Lavanda.
En Brihuega vivió el escritor y periodista español Manuel Leguineche. En la Escuela de Gramáticos encontró el refugio perfecto para pasar los últimos años de su vida. Su libro La felicidad de la tierra deja patente ese amor por el campo.
Pastrana, el pueblo de Moratín
“Pastrana es una ciudad con calles de nombres hermosos, llenos de sugerencias: calle de las Damas, del Toro, de las Chimeneas, calle de Santa María, del Altozano, del Regachal, calle del Higueral, del Heruelo, de Moratín”, escribió Cela. Aunque el escritor gallego no fue el único que se quedó prendado de ella.
Leandro Fernández de Moratín estuvo viviendo en Pastrana, de donde era originariamente su abuela. Allí, en una de las casas del pueblo que hoy recibe más visitas, escribió algunos de sus títulos como El sí de las niñas, La Mojigata y La comedia nueva o el café.
También el poeta León Felipe escribió su poema Qué Lástima desde aquí. Tal y como dicen sus versos:
“En esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja”.
En Pastrana fue donde murió la princesa de Éboli, quien fue encarcelada durante 11 años en su propio palacio por conspirar contra Felipe II. Actualmente, sus restos descansan en la cripta de la Colegiata de Pastrana.
Los pueblos más bonitos de Guadalajara
Fuera de la ruta de Camilo José Cela, Guadalajara cuenta con un sinfín de pueblos y de rincones con encanto. Dos de ellos son Valverde de los Arroyos e Hita, que pertenecen a la red de Los pueblos más bonitos de España.
Valverde de los Arroyos se caracteriza por su arquitectura, que combina la madera y la pizarra haciendo que las viviendas sean de color oscuro y que formen parte de la ruta de los pueblos negros.
Situado en la base de un cerro está Hita, un pueblo con arquitectura de la Edad Media que cada mes de julio celebra un festival medieval que atrae a numerosos viajeros. Es tierra de vino, por lo que cuenta con variedad de bodegas.
También merecen la pena otros pueblos como Atienza, situado en el cruce de caminos entre la Ruta del Cid, la del Románico Rural y la del Quijote. La torre del homenaje de su castillo sale citada en el Cantar del mio Cid. Cogolludo, de estrechas y empinadas calles que suben hasta su castillo. Y Sigüenza, la villa medieval que el pasado 2017 fue nombrada Capital del Turismo Rural.
Más información | Turismo Castilla-La Mancha
Escapada Rural
Preciosa recopilación de pueblos de Guadalajara. La verdad es que son una visita obligatoria para todos los amantes de la literatura y del turismo rural. Un destino perfecto para desconectar.