Existen árboles tan especiales que incluso ganan premios. Esta afirmación puede parecer exagerada, pero que les pregunten a los vecinos de Colindres si es cierto o no: su encina centenaria, situada en el monte La Redonda, obtuvo el título Árbol del Año 2023. Esto significa que, además de ser reconocida en su tierra, representará a España en el certamen europeo Tree of year (árbol del año, en castellano), que se celebra desde 2011, organizado por la Fundación Alianza (Nadace Partnerství).
En España, la elección del Árbol del Año y Bosque del Año comenzó en 2007 de la mano de la ONG Bosques sin fronteras. Fue el primer país en el que se instauró esta iniciativa que después se extendería al resto de Europa. Su objetivo es “destacar los interesantes árboles y bosques singulares de nuestro territorio como un importante patrimonio natural y cultural que deberíamos apreciar y proteger”, explican desde la web de la organización.
Asimismo, detallan que para escoger al ganador no se tienen en cuenta factores como la edad o el tamaño de los ‘concursantes’, sino su relación con las personas y el territorio, es decir, que sean “una parte integrante de la comunidad en su sentido más amplio”.
El ejemplar que ha ganado este año tiene alrededor de 400 años, mide 16 metros y tiene un diámetro de copa de 15,5 metros. Vive al lado de la ermita del barrio de San Roque, que data del siglo XVII y que cobija una talla del santo que le da nombre. Se dice que a finales de la Edad Media se le atribuía la capacidad para proteger de la peste, por eso muchos pueblos le dedicaron templos que construyeron a su entrada para aislarse de la enfermedad.
En los años 70 del siglo pasado se acometieron una serie de reformas para mejorar tanto el estado del edificio como la base del árbol. Dichas obras incluyeron la instalación de un campanario, ya que antes la campana colgaba de una de las ramas de la encina. Así de integrada estaba en la comunidad.
El plátano de Biar, en Alicante; y el carballo de Santa Margarita (también conocido como el Matusalén de Pontevedra), situado en la parroquia de Mourente quedaron en el segundo y el tercer puesto del concurso respectivamente. En cuanto a la categoría de bosques, el bosque de la Abundancia de Orea se hizo con el primer premio y el hayedo de Montejo de la Sierra con el segundo.
Tanto la encina cántabra como sus otros dos acompañantes en el podio pertenecen al colectivo de árboles milenarios del país. Dicho club está integrado por algunos ejemplares célebres, como el conocidísimo drago milenario de Icod de los Vinos: se estima que tiene 800 años aunque algunas voces le atribuyen una edad de tres milenios. No hay ningún estudio concluyente al respecto, pero el apellido ‘milenario’ lo lleva con orgullo.
Mapa de los árboles milenarios de España
Estos árboles milenarios de España llevan tanto tiempo enraizados en nuestra tierra que algunos de ellos han cobijado a la sombra hasta antiguos soldados romanos. Hay tejos, olivos, castaños…
Lo mismo ocurre con el tejo o teixu de Bermiego, en Asturias. Se dice que tiene 1.500 años, aunque su edad no está clara. Vive, como la de San Roque, al lado de una iglesia. En el caso de los tejos, la razón por la que se sitúan cerca de templos religiosos es que se les atribuye poderes sobrenaturales que les permiten guiar a los espíritus al camposanto. En Tarragona habita y crece Lo Parot de Horta de Sant Joan, en la comarca de Terra Alta. Se sabe que es muy viejo, pero no cuántos años tiene en concreto porque el tronco de los olivos no tiene los anillos con los que se calcula la edad de los árboles.
Qué ver en Colindres además del Árbol del Año
Este pueblo, cruce de caminos entre Santander, Bilbao y Burgos, tiene una población de 9.000 habitantes y una notable herencia marinera. Esta se nota sobre todo en una de sus dos mitades, porque este municipio está separado en dos partes debido al paso de la Autovía del Cantábrico. Así, existen la Colindres de arriba y la Colindres de abajo, ambas con sus propios atractivos.
La parte más antigua del pueblo es la de ‘arriba’. En ella se puede ver la iglesia de San Juan, que data del siglo XVI y que fue construida sobre los restos del monasterio de San Jorge y San Juan, que se habían edificado en el siglo XI. También son de interés las diversas casas solariegas que componen el pueblo, algunas construidas por los indianos [los vecinos que se fueron a ‘hacer las Américas’ y regresaron con dinero]. La casa conocida como del Gurugú es una de ellas. Se encuentra en el paraje que le da nombre y es del siglo XIX.
También llama la atención la cueva artificial conocida como el refugio, que durante la Guerra Civil sirvió de resguardo ante los bombardeos. En ese mismo barrio, el conocido como Viar, están los restos de una mina de hierro de la que aún se puede ver la entrada. Asimismo, otra visita recomendable es la del palacio del Infantado o del Condestable, cuya fachada aún se mantiene en pie.
En Colindres de abajo también se pueden ver casas de indianos, aunque su principal punto de interés son las marismas y los arenales. Su puerto es relativamente reciente –se construyó en 1935–, pero los productos gastronómicos relacionados con el mar, como las anchoas, también han dado fama al pueblo.
Por último, otro de los atractivos de Colindres es el Puente de Teatro, que une Colindres con Adal-Treto. Se trata de un puente giratorio y el arquitecto que lo diseñó fue Eduardo Miera, un cántabro que se inspiró en las ideas de Gustave Eiffel. Su estructura se realizó en la Fábrica de Mieres entre los años 1897 y 1905. Pese a ser una parte esencial de la identidad de la localidad cántabra, ahora se utiliza más el puente por el que transita la Autovía del Cantábrico, aunque el modernista sigue siendo digno de admirar.
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