Guillermo Borés es el último habitante de la Isla de Buda, un pequeño paraíso situado en el Delta del Ebro (Tarragona). La Isla de Buda es la isla más grande de Cataluña y uno de los humedales más importantes del país.
Su abuelo y su tío abuelo compraron la isla en 1924. De niño, Guillermo vivió en la Isla de Buda sus años más felices. «Aquello fue una gran fiesta», dice, que hoy ya ha desaparecido. No solo los habitantes: la Isla de Buda y el Delta del Ebro están en peligro de desaparición.
Por un lado, la construcción de las presas de Ribarroja y Mequinenza en la primera mitad del siglo XX iniciaron el principio del fin del Delta. «Aquel pulso que siempre habían mantenido el río y el mar, en el que el río era más capaz de aportar sedimentos que el mar de retenerlos, ahora lo está ganando el mar», dice Guillermo Borés.
Los arrozales se salinizan y la costa del Delta y de la Isla de Buda se retraen.
Por otro lado, el cambio climático y su capacidad destructiva. Los temporales, cada vez más violentos, erosionan la costa del Delta y harán desaparecer la Isla de Buda. Guillermo Borés es propietario de la única masía de la Isla de Buda. El acceso a la Isla de Buda está prohibido excepto si alquilas el alojamiento para una escapada. Un privilegio.
Solo se puede acceder a la Isla de Buda con una escapada rural.
Además, cultivan el arroz de calidad Isla de Buda, un producto que nació para llamar la atención sobre la situación de peligro del lugar.
Todavía es un paraíso, un paraíso exclusivo, y con un futuro negro si la sociedad y los representantes públicos no reaccionan.
Redacción ER