El hombre de Neanthertal se descubrió antes en Gibraltar (Homo calpicus)

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02.12.2020

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hombre de Neanthertal, Gibraltar
Vista lateral del cráneo original de la cantera de Forbes, Gibraltar, en el Museo Británico. Por Jononmac46

Durante unas operaciones mineras británicas en la cantera de Forbes (Gibraltar), en el año 1848, se realizó un hallazgo desconcertante: un cráneo que parecía humano pero que no lo era del todo. Parecía más grueso de lo normal y mostraba un ceño prominente y unas cuencas oculares muy grandes. Si los Ovnis hubieran estado de moda, más de uno hubiera asegurado que se trataba de un extraterrestre. Tal vez un Anunnaki.

Aquel fósil se presentó en una reunión de la Asociación Científica de Gibraltar (Forbes se hallaba en la cara norte del peñón de Gibraltar), pero nadie pudo llegar a una conclusión sobre su naturaleza. Como si fuera una de esas reliquias que encuentra Indiana Jones en sus aventuras, el cráneo fue almacenado y, hasta cierto punto, olvidado.

Más cráneos

La cosa se hubiese terminado aquí si no se hubiera localizado otro cráneo muy parecido, solo ocho años más tarde, en otra cantera minera que estaba en Alemania. Concretamente, en la gruta Feldhofer, del valle de Neander, muy cerca de Düsseldorf. Los trabajadores que hallaron el cráneo, en un principio, pensaron que eran restos de un oso.

Aquel ceño prominente desconcertó también a los expertos alemanes. Algunos sugirieron que quizá aquella persona había sufrido de alguna enfermedad que le provocaba dolores intensos y constantes, lo que quizá le obligó a fruncir el entrecejo durante mucho tiempo.

Uno de aquellos expertos, Hermann Schaaffhausen, sin embargo, señaló que quizás era el cráneo de algún habitante muy antiguo de Europa, una raza desconocida.

En 1861, el anatomista londinense George Busk, que estaba traduciendo el ensayo de Schaaffhausen donde proponía su teoría sobre aquel cráneo, quedó tan fascinado que solicitó que se le permitiera examinar ambos cráneos. Tres años después, Busk publicaría un informe donde establecía que ambos cráneos, el de Gibraltar y el de Fedlhofer, eran similares, y que no eran rarezas, sino que seguramente formaban parte de alguna tribu perdida de seres humanos.

Busk estuvo a punto de ser quien bautizara aquel nuevo espécimen por sugerencia de un colega, Hugh Falconer, que le escribió una carta sugiriéndole el nombre de Homo calpicus (Calpe era el antiguo nombre del peñón de Gibraltar). En la misiva, ya le alentaba con aquel nombre mostrándole su sonoridad en un supuesto anuncio que podían mostrar al mundo: «¡Acérquense, damas y caballeros! ¡Acérquense y vean el gran Homo calpicus pretérito, pitecoide, mesocéfalo, prognato, agroblematoso, platicnémico y salvaje de Gibraltar…!»

Un geólogo del Queen´s Collegue de Galway que había pedido un molde del cráneo de Feldhofer para estudiarlo, William King, se le adelantó por muy poco, proponiendo un nombre diferente: Homo neanderthalensis, por el nombre del valle alemán donde había sido hallado uno de los cráneos.

Ahora el hombre de Neanthertal se llaman así por pura chiripa, cuando en justicia deberían haberse llamado calpenses o cálpicos.

Neandertales y muchos más

La constatación de que habían existido otras especies humanas además de la nuestra produjo un gran impacto. ¿Acaso Dios había hecho algunas pruebas antes de decantarse por uno u otro? ¿O quizá nosotros, los que habíamos sobrevivido, no éramos los elegidos, sino simplemente los que habían exterminado a los elegidos?

Progresivamente, fueron hallándose más y más fósiles, no solo de neandertales, sino de otras ramas de un enorme y complejo árbol genealógico. Ya no solo estaban los humanos, sino muchas otras especies humanas. Y todos empezamos a formar parte de un gran conjunto: los homínidos. Tal y como lo explica Alice Roberts en su libro Domesticados:

«Hoy en día hay más de veinte especies nombradas de homínidos, entre ellas ocho que han existido en los dos últimos millones de años y que están lo bastante emparentadas con nosotros como para ser incluidas en nuestro mismo género, Homo, los humanos (…). Ya se han encontrado miles de huesos en más de setenta yacimientos distintos.”

El ser humano y el neandertal se separaron en especies diferentes hace entre 440.000 y 270.000 años. Los segundos extinguieron hace 30.000 años (el último asentamiento neandertal conocido estaba en Gibraltar). Pero se ignora la causa de su extinción. Con todo, compartimos con ellos mucho más de lo que sospechamos, tal y como explica John Lloyd en El pequeño gran libro de la ignorancia:

«La información más sorprendente que se ha obtenido del genoma de los neandertales es que se mezclaron con nosotros. Por lo tanto, a no ser que usted sea un negro africano puro, entre un 1 y un 4 por ciento de usted es neandertal.»

Todavía queda mucho por esclarecer sobre ellos. Lo que sí sabemos es que dominaban el fuego hace 200.000 años: las primeras evidencias materiales de ello fueron halladas recientemente en un estudio publicado en Scientific Reports, que hay restos de su joyería que datan de 130.000 años, que hay pinturas rupestres suyas en cuevas españolas de hace 65.000 años… y que, si bien se ignora por qué se extinguieron, hubo alrededor de 70.000 y 150.000 individuos que se movían en grupos de entre 15 y 25 por zonas de Asia y Europa hace al menos 250.000 años.

Todo esto significa que llegaron a realizar gestas similares a las nuestras. Que estaban ungidos de inteligencia. Y que quizá dominarían el mundo si no se hubieran extinguido. Y que los seres humanos no somos la cúspide de la Creación ni de la Evolución: solo fruto de fuerzas azarosas nos han hecho sobrevivir durante un breve lapso de tiempo, un simple pestañeo en lo referente a las edades geológicas.

Que los Humanos, en suma, solo formamos parte de un conjunto mucho más amplio de entidades biológicas que interaccionan entre sí. O como lo resumió Nikolái Vavílov: «Hay muchos problemas históricos que sólo se pueden entender por medio de la interacción entre el hombre, los animales y las plantas».

Sergio Parra

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Comentarios

  1. Antonio 3 de diciembre de 2020 a las 12:02 - Responder

    Muy interesante, únicamente que no se han extinguido del todo ya que la mayoría de nosotros tiene entre cerca de 2% de genes Neanthertal 🙂 más bien se han mezclado y su ADN al ser una población más pequeña se ha diseminado en el Sapiens actual.

  2. Sergio 18 de agosto de 2021 a las 12:51 - Responder

    Este artículo no es correcto. Los primeros restos de neandertal se encontraron en Bélgica en 1929.

    https://www.semanticscholar.org/paper/Neandertal-Studies-in-Belgium%3A-2000%E2%80%932005-Toussaint-Pirson/2cfa72ef34a5d6c9d284fb76845dc6ad2cff3f6d?p2df

    • Sergio 18 de agosto de 2021 a las 12:54 - Responder

      *en 1829.

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