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Fago debería ser conocido por su belleza natural, oculta entre las sierras pirenaicas de Huesca, por sus calles empedradas, sus tejados empinados, sus casas combinadas de piedra, madera y tejas rojas o sus balconadas con trabajadas barandillas de madera. También debería ser conocido por su privilegiada ubicación en la cabecera del río Majones, o por la ermita de San Cristóbal o la parroquia de San Andrés, del siglo XVI.
O, por qué no, Fago debería ser conocido porque es uno de los pueblos más pequeños de Huesca, con solo 26 personas censadas en 2023.
Conviviendo con el estigma
Sin embargo, muchos habréis escuchado hablar de esta localidad porque en 2007 se convirtió en el escenario de uno de los crímenes más mediáticos de la crónica negra de España. El de su entonces alcalde, Miguel José Grima Masiá (PP). Desde ese momento, Fago convive injustamente con ese estigma.
El 13 de enero de ese año el edil apareció muerto con varios impactos de bala en la carretera que une el pueblo de Majones con Fago. Miguel Grima volvía la noche anterior de una reunión con otros alcaldes de su partido en Jaca, pero un montón de piedras colocadas en medio del camino le obligaron a detener su coche. Le emboscaron.
Encontraron su cuerpo con dos disparos de escopeta en el pecho y su coche a 20 kilómetros del lugar del crimen. En Fago se hizo el silencio.
Un pueblo dividido
Conviene saber que en el momento del crimen, esta localidad oscense estaba dividida e irritada profundamente por la gestión del alcalde. De hecho, según declaró a RTVE el subteniente de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, José Martín: «Fago tenía una problemática importante, y cuando decimos importante, es considerable». Grima tenía diversos litigios con varios habitantes de su localidad y de la vecina Ansó, con la que desde siempre está mancomunada.
Algunos lo acusaban de tomarse la justicia por su mano, multando de forma indiscriminada e imponiendo impuestos municipales abusivos como, por ejemplo, el pago de 375 euros por poner mesas en la terraza del único bar del pueblo.
Grima, por su parte, también había presentado varias denuncias tras encontrarse su coche con los neumáticos rajados o los frenos manipulados. Según declaró algún compañero de su partido, el alcalde vivía amenazado de muerte y el miedo le había hecho renunciar a presentarse a futuras elecciones.
Otros, como Sergio Vaudagnotto, un periodista argentino que vivió en Ansó (localidad vecina) durante varios años, lo recuerdan como alguien que había llegado a ese pueblo casi fronterizo, casi perdido en el mapa (y tal vez un poco en el tiempo) «para ser libre, para ser monte, para ser viento, dejando atrás el bienestar que le aseguraba la posición económica de su familia en Zaragoza».
Vaudagnotto contó en una carta a 20 Minutos, que Grima «buscaba un Fago mejor», y eso es algo que algunos no le perdonaron. «Se indignaba cuando alguno de los ganaderos tiraba al agua del canal que cruza el pueblo el fiemo (estiércol) que juntaba en su nave o cuando un guarda forestal cuidaba su propio ganado en lugar de los animales salvajes. Miguel era frontal y entonces denunciaba todas y cada una de las irregularidades».
Repercusión internacional
La enemistad manifiesta de un grupo de vecinos con la víctima despertó el interés de la Guardia Civil y, por supuesto, de los medios de comunicación nacionales e internacionales. Se interrogó a todas las personas censadas en ese momento y se hicieron múltiples registros, lo que indignó a los habitantes, que se sintieron señalados, simplemente, por haber tenido discrepancias con el alcalde.
Los periodistas hacían guardia en cada calle con la esperanza de conseguir declaraciones. Tenían sed de información. Pero nadie quería hablar. Excepto un ganadero y guarda forestal llamado Santiago Mainar Sauras que, al igual que el alcalde, había llegado desde Zaragoza, dejando su trabajo como ingeniero técnico agrónomo, para instalarse en un entorno rural.
El hombre, que años atrás había sido candidato a la alcaldía con el PSOE, abrió de par en par las puertas de su casa a los periodistas, mostrando ante las cámaras su profundo rechazo hacia la persona de Grima. Lo describió como alguien que posiblemente sufría «algún tipo de problema mental», además de un tirano. No obstante, descartaba la idea de que sus broncas con los vecinos pudiesen haber sido el móvil del crimen.
Giro radical: Detienen a Mainar
Tres semanas después, un informe sobre los restos de ADN que aparecieron en la caja de cambios y el volante del coche de la víctima señaló como presunto autor del crimen a Santiago Mainar, que fue detenido el 2 de febrero de 2007 en su propia finca, mientras daba de comer al ganado.
Pero esas no serían las únicas dos pruebas que consiguieron contra el guarda los agentes encargados del caso, ya que días antes la Guardia Civil lo había sometido a la prueba de la parafina, un método que usa balística forense para determinar si alguien ha disparado un arma. Mainar dio positivo con restos de pólvora en su mano izquierda. Conviene saber que es zurdo.
La noticia sorprendió a algunas personas, pero lo que nadie imaginaba es lo que pasaría después. El guarda forestal confesó el crimen en su propia casa, ante la Guardia Civil, un secretario judicial y una abogada de oficio.
«Lo he matado porque me tenía harto». Así, a sabiendas de que lo grababan, Mainar reconoció los hechos y contó con pelos y señales, durante más de cuatro horas, cómo había matado al alcalde. De hecho, según el subteniente de la Guardia Civil, José Martín, «dio detalles que no habían trascendido a la prensa» y que solo podía saber alguien que hubiese participado en los hechos. «Dibujó las piedras, dónde estaba el vehículo y explicó que Grima cayó fulminado y su muerte fue instantánea».
Lo he matado porque me tenía harto
Santiago Mainar
Heridas abiertas
No todos en Fago se desprendieron de la animadversión hacia Miguel Grima, ni siquiera después de su muerte. Muestra de ello fue la profanación de un monolito que se había colocado en su memoria en el lugar donde se encontró su cuerpo.
Según avanzó el Heraldo de Aragón el 28 de enero de 2008, el pequeño monumento apareció con un tachón sobre la frase «aquí fue vilmente asesinado Miguel Grima Masiá». Las palabras «vilmente asesinado» fueron tachadas y sustituidas en rotulador negro por la palabra «ajusticiado». El autor también aprovechó para justificar el asesinato del ex alcalde y acusar a la víctima de «hacer la puñeta a los vecinos».
Este hecho fue inmediatamente denunciado ante la Guardia Civil de Jaca por el actual alcalde de Fago, Enrique Barcos Barcos (PP). También fue repudiado por los vecinos, que defendieron el derecho al descanso eterno de Miguel Grima.
Condenado a 20 años de prisión
El 4 de diciembre de 2009 Santiago Mainar fue condenado a 20 años y 9 meses de cárcel por la Audiencia Provincial de Huesca en un juicio al que asistieron hasta 200 periodistas de 50 medios de comunicación diferentes. Eso, a pesar de que en sede judicial se retractó de su confesión inicial, asegurando que lo hizo tras llegar a un pacto con la Guardia Civil para que Fago recuperase la paz.
«Yo no he matado a nadie. Pero, sinceramente, se lo digo de corazón: prefiero que me acusen de dar muerte a un tirano, que de ampararlo políticamente, de connivirlo judicialmente, de silenciarlo mediáticamente y de resignarme como ciudadano», alegó en su última palabra antes de que el caso quedara visto para sentencia.
Mainar sigue en prisión decidido a cumplir el resto de la condena sin disfrutar de permiso penitenciario alguno, en señal de protesta contra un sistema que le ha «castigado sin merecerlo». Mientras, los vecinos siguen guardando silencio e intentan recuperar la normalidad y cerrar sus heridas para siempre.
Verónica Gómez
Fue un caso muy mediático y se dio a conocer este pueblo que la verdad es de pelicula sitio idílico por sus paisajes
Desde luego que es un sitio precioso. Muchas gracias por leernos Amparo
Súper interesante el tema y muy bien explicado.
Muchas gracias por leernos
Dayanne. Me alegro de que te haya resultado interesante