El bollo preñao, el rey de la fiesta en Asturias (y más allá)

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26.01.2022

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Bollos preñaos
Bollos preñaos. Por martius

Cada año y casi a modo de bienvenida al verano, los ciudadanos y ciudadanas de Oviedo salen a celebrar las fiestas de La Balesquida también conocida de manera pagana como Martes de Campo. Según la tradición, los miembros de la Sociedad Protectora de la Balesquida pasan a recoger el menú oficial del día, un bollo preñao que generalmente se consume en el parque del centro de la ciudad, el Campo San Francisco. 

Pero, desde hace muchos años, no son solo los afines a la cofradía quienes celebran esa jornada, sino que todos los vecinos de Vetusta se suman a la festividad y salen a comer su bollo con sidra, vino o la bebida que se tercie. Incluso, si llueve hay quien se lo delicia en casa.

El pan relleno con chorizo (y generalmente de panceta) del que se habla, ya es un producto habitual en las panaderías diariamente, es decir, que no hace falta esperar al martes después del domingo de Pentecostés –que suele caer en mayo– para comerlo. También puede ser que, con suerte, en el bar sirvan una versión ‘mini’ como tapa de acompañamiento a la bebida que se pida. Es decir, el bollo preñao en Asturias es tan popular y apreciado como la sidra o la fabada.

Pero ¿de dónde viene? Según el geólogo Manuel Gutiérrez Claverol, pregonero de la fiesta de La Balesquida en 2013, el bollo preñao no se hizo famoso hasta 1926. Previamente, en concreto en 1232 que fue cuando se empezó a celebrar esta festividad, la comida de los cofrades consistía en “un torrezno, pan de fisga y medio cuartillo de vino pasado el monte”, recogió la prensa local

En el siglo XVIII, ese pan de fisga (escanda) se sustituyó por el elaborado con harina de trigo acompañado por torreznos de jamón y vino blanco de rueda. Y a principios del siglo XX, llegó el formato que se conoce ahora.

La popularidad de este producto se extendió por toda la región y hay más festividades en las que es el protagonista gastronómico. Una de ellas es la de Les Comadres, que se celebra en Pola de Siero el jueves anterior a carnaval. La singularidad de esta celebración es que son las mujeres las que disfrutan de ella: ese día las amigas y las vecinas se reúnen para comer el bollu y pasarlo bien. 

Bollo preñao
Bollo preñao. Por Ramn

Por lo visto, el origen de esta fiesta se remonta a décadas pasadas, cuando las madrinas se llevaban a sus ahijados a comer al aire libre el bollo preñao, tortilla de sardinas salonas y naranjas. Mientras los críos jugaban, las madrinas se quedaban hablando y de cachondeo, por lo que la fiesta acabó siendo solo de ‘Les comadres’ (madrina o también amiga cercana en asturiano).

Asimismo, el último domingo de julio, en La Peruyal, en el concejo de Parres, tiene lugar una fiesta en la que el popular alimento tiene el protagonismo sin duda, ya que se llama La Fiesta del Bollu. Empezó a celebrarse en 1949, cuando los cinco fundadores de La Fiesta y la Sociedad ‘La Peruyal’ decidieron iniciar este certamen que se extiende durante tres días –Kermesse, Bollu y Bollín– y que, además de gastronomía, incluye un festival folclórico y otras actividades culturales. 

También con otros acentos

Hornazo
Hornazo. Por Ramn

Pocas veces los manjares gastronómicos se quedan en los límites de su lugar de origen. Puede que el mejor sitio para disfrutarlos sea en la tierra en la que nacieron –así se suma la emoción del viaje– pero su expansión es lógica. Por lo tanto, quienes visiten Cantabria o Galicia, las dos comunidades autónomas colindantes a Asturias, también pueden encontrar bollos preñaos sin demasiada dificultad. En la localidad de O Barco de Valdeorras, perteneciente a Ourense, son muy populares en época de matanza. 

Aplicando la lógica de la cercanía, tampoco es de extrañar que estén presentes en la gastronomía castellano-leonesa, aunque su nombre –que no el concepto– sea ligeramente diferente. Por ejemplo, en Burgos se llama torto Menes y es típico del Valle de Mena. En Zamora se suele comer la conocida como bolla pero, aunque tiene los mismos ingredientes prácticamente, se parece más a una empanada o al hornazo de Salamanca. No se consume tan asiduamente como en los otros lugares mencionados, pero sigue siendo muy típica de lugares como Aliste o Carbajales de Alba. 

También son fáciles de encontrar un poco más lejos, en La Rioja, aunque allí se elaboran con chorizo riojano, lógicamente. Entre otras cosas, se diferencia del asturiano en que su color rojo es menos intenso ya que lleva menos pimentón. Y se brinda por ellos con vino y no con sidra, a cada uno lo suyo.

Curiosamente, en Panamá también tienen bollos preñaos pero poco tienen que ver con los asturianos. Los de allí no consisten en un trozo de chorizo dentro de pan, sino que rellenan los capullos de las mazorcas de maíz con pollo guisado y harina de maíz. Cuando los capullos están rellenos, se les ata con hilos –y así adquieren la forma de ‘chorizo’– y se hierven. Tentaciones para el paladar a ambos lados del charco. 

Carmen López

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