La cueva de Ardales, situada en el pueblo homónimo, en Málaga, es célebre por el abundante y diverso arte prehistórico pintado e inscrito en sus paredes. Ubicada en el cerro de la Calinoria, a unos 50 kilómetros de la costa, la cavidad contiene más de 1.000 pinturas y grabados que se encuentran en una amplia variedad de superficies.
Con una longitud de 1.577 metros en dos niveles conectados entre sí, la cueva fue descubierta en 1821, cuando un terremoto removió los sedimentos y dejó libre la actual entrada a la gruta. Las manifestaciones rupestres fueron descubiertas por H. Breuil y Miguel Such cuando realizaron la primera visita hace más de un siglo (en 1918), identificando entonces diversas figuras pintadas en la sala de «El Calvario».
La cueva es de gran interés turístico y cultural, y está abierta al público para visitas guiadas. Durante la visita, se pueden ver las diferentes salas de la cueva, como la de los Murciélagos, la de los Espejos y la sala de los Galones, que ofrecen unas impresionantes vistas de las formaciones rocosas y la historia de la cueva.
La visita siempre es guiada y hay que reservar con antelación, pues está restringida a 15 personas por día. Habitualmente, la visita tiene su inicio en el Centro de Interpretación ubicado en el núcleo urbano de Ardales y, desde ahí, en coche se accede hasta la entrada de la gruta, en la que se realiza un itinerario de dos horas. A todos los visitantes se les proporcionan linternas individuales para que arranquen las sombras que cubren las obras más extraordinarias de la cueva.
También es importante tener en cuenta que la cueva es un lugar frío y húmedo, por lo que es recomendable llevar ropa abrigada y cómoda para la visita.
Nuestros primos neandertales de la cueva de Ardales
Los neandertales (Homo neanderthalensis) fueron una especie de homínido que vivió en Europa y el Asia Occidental durante un periodo comprendido entre hace unos 400.000 y 40.000 años. Los neandertales eran humanos evolucionados que compartían muchas características con los humanos modernos, pero también presentaban algunas diferencias físicas y culturales.
Se cree que eran muy hábiles en la fabricación de herramientas de piedra y que tenían una gran capacidad para sobrevivir en entornos difíciles. También se sabe que eran capaces de usar el fuego y que tenían una relación cercana con sus muertos, a menudo enterrándolos con objetos y ceremonias. Aunque los neandertales desaparecieron hace aproximadamente 40.000 años, han dejado una importante huella en la historia de la humanidad.
Si bien la mayoría de las pinturas, en las que destacan las representaciones abstractas realizadas con pigmentos rojos, se han datado en el Paleolítico Superior (35.000-10.000 a.C.), estudios recientes han desvelado una antigüedad más tardía, que se remontaría hasta hace 65.000 años. Es decir, fueron realizadas por neandertales en la cueva de Ardales.
A pesar de que fue descubierta hace más de 200 años, hasta hace poco se desconocía la naturaleza de la ocupación humana y el uso de la cueva aparte de la producción de arte rupestre, dado que no se habían realizado excavaciones anteriormente.
Con el fin de obtener una mejor comprensión de las actividades humanas que tuvieron lugar en la cueva, su cronología y su posible relación con el arte rupestre, un equipo hispano-alemán realizó excavaciones en la cueva entre 2011 y 2018. Según los resultados, publicados en la revista PNAS, los neandertales entraron en la cueva de Ardales hace más de 65.000 años y dejaron evidencias de las prácticas simbólicas que allí realizaron.
Se cree que los neandertales y los humanos modernos (Homo sapiens) compartieron un antepasado común hace unos 500.000 años y que se separaron en dos líneas evolutivas diferentes. Los neandertales evolucionaron en Europa y el Asia Occidental, mientras que los humanos modernos evolucionaron en África.
Los humanos modernos empezaron a salir de África hace unos 100.000 años y se expandieron por todo el mundo, incluyendo Europa y el Asia Occidental. Cuando llegaron a estas áreas, encontraron a los neandertales ya establecidos allí. Se cree que los neandertales y los humanos modernos coexistieron durante un tiempo, y que incluso tuvieron relaciones sexuales y tuvieron descendencia.
Esta cueva, pues, pone de manifiesto hasta qué punto se mezclaron los humanos modernos y los neandertales, incluyéndose mutuamente de formas que aún no conocemos.
Cada vez más lejos de la naturaleza
Visitar esta clase de cuevas no solo nos retrotrae a nuestros orígenes, sino que nos permite reconectar con la esencia de quienes somos y, de un tiempo a esta parte, parece que nos hemos resistido a continuar siendo.
Hasta hace pocos años, de hecho, estábamos profundamente vinculados con la naturaleza (las montañas, las cuevas, los bosques), pero nuestra desvinculación ha sido tan brusca que incluso ha llamado la atención de algunos investigadores.
Un reciente análisis ha medido cómo cambió la distancia promedio desde el hogar de un individuo hasta el área más cercana con bajo impacto humano en la última década. Se descubrió así que los humanos viven actualmente a 9,7 km de un área natural, en promedio, que es un 7 % más lejos que en el año 2000. Europa y Asia oriental tienen la distancia promedio más alta con las áreas naturales, con 22 km en Alemania y 16 km en Francia.
En el mismo estudio, los autores buscaron sistemáticamente publicaciones científicas que evaluaran una tendencia a la baja en las experiencias realizadas en la naturaleza. Los 18 estudios encontrados por los autores muestran, por ejemplo, una disminución en las visitas a parques naturales, una disminución en las actividades de campamento y una disminución en la cantidad de especies de flores observadas por los niños. También encuentran signos de desconexión en presencia cada vez menor de elementos naturales en novelas, canciones, álbumes infantiles y películas animadas, que están cada vez menos imbuidos de imágenes naturales.
La cueva de Ardales, sin embargo, nos recuerda quiénes somos, de dónde venimos y quiénes continuamos siendo. A pesar de que le demos la espalda.
Sergio Parra